Es tan errado afirmar que el liberalismo por definición es antagónico al Estado, como es afirmar que el liberalismo acepta ciegamente las fuerzas del mercado. En primer lugar, hay que despojar al liberalismo de su supuesto determinismo económico.
El liberalismo asume posturas en torno a la economía pero no reduce su visión del mundo a ésta. La desconfianza que se le atribuye al liberal hacia el Estado se origina en el uso ilegítimo y discrecional del poder público en beneficio de privilegios particulares.
El liberalismo no propugna la desaparición de las instituciones públicas —como lo harían los anarquistas—, al contrario se consideran indispensables para asegurar la existencia efectiva de un régimen de igualdad de oportunidades y para la convivencia democrática. Por otro lado, la afinidad liberal asociada al mercado deriva de la valoración hacia la iniciativa privada. Sin embargo, como bien lo establece John Kenneth Galbraith, “el liberal observa el mercado en términos prácticos. Nuestro respeto al mercado deriva de la función y no de las creencias.”[2]
Eligio Ayala nos recuerda que “el liberalismo absoluto jamás ha existido en ninguna parte”. [3] Es decir, el liberalismo concibe y aprueba la intervención estatal para “asegurar y promover el bienestar colectivo”. Es más, como bien lo sostiene Adam Przeworski, “sin un Estado efectivo no puede haber ni democracia ni mercados”. [4]
Un Estado efectivo descansa en gran medida en su capacidad real para garantizar la realización de los derechos ciudadanos consagrados en la Constitución Nacional. Carlos Mateo Balmelli señala que: “La calidad de la convivencia social está determinada por la presencia del estado y su funcionamiento. Las posibilidades del funcionamiento de la economía de mercado también dependen de un adecuado marco institucional (...) y de la correspondiente existencia de un estado capaz de garantizar la estabilidad de las reglas del juego (...)”.[5]
Joan Prats Català afirma que: “La democracia liberal es inviable sin un verdadero Estado de Derecho”[6]. La existencia del Estado de derecho es condición sine qua non para la realización de actividades económicas lícitas y del progreso social. No hay libertad en donde no impera la ley. No hay reforma del Estado posible, ni política social efectiva si no se da esta condición primordial. La Constitución Nacional de la República del Paraguay establece claramente que todos los habitantes son iguales ante la ley (Art. 47). La vigencia del Estado de derecho es responsabilidad de los integrantes de los tres poderes del Estado a quienes se les exige taxativamente “cumplir y hacer cumplir esta Constitución y las leyes”[7].
Sin embrago, Eligio Ayala era claro al afirmar que “el Estado no tiene fin propio, quien tiene es la persona. La misión del Estado es servir de condición para que los fines racionales del hombre se realicen ampliamente.”[8] En otras palabras, el Estado es una construcción de la realidad social y como tal no es una fuerza independiente de quienes lo crearon; refleja las debilidades y virtudes de la condición humana. Es vital tener esto en cuenta ya que, por ejemplo, en las discusiones acerca de la reforma del Estado en Paraguay las misma se centran en la formas de organizar el poder y convenientemente dejan de lado quienes son los individuos que detentan el poder. Al respecto Francis Fukuyama advierte: “No hay democracia sin demócratas.”
Eligio Ayala, mejor que nadie en Paraguay entendió la relación entre la condición humana y sus instituciones y tuvo el coraje de afirmar cuanto sigue: “Y cuando por una de esas debilidades humanas la camarilla gobernante ejercita el poder en beneficio propio, en menoscabo de los intereses sociales, es inconcuso el derecho que tiene la sociedad de defender sus derechos violados aún por medio de una revolución”.[9]
Aunque las palabras de Eligio Ayala suenen a maximalismo e incluso sorprendan por tratarse de un ex-presidente de la República del Paraguay (1924-1928), deben ser entendidas como reflejo fiel de lo que es una filosofía liberal. Expresa su compromiso con la legalidad de un Estado de derecho y no con el status quo. Como lo dijera el propio Eligio Ayala, “no es rebelación [sic] contra el imperio de la Constitución, es lucha por su integración, contra los que relajan su autoridad, es lucha por el derecho.”
Para la vigencia del Estado de derecho, hay que aunar esfuerzos con la sociedad civil y combatir las prerrogativas y privilegios. Esto debe ser asumido decididamente por los partidarios del liberalismo ya que “el liberalismo es por su misma naturaleza una causa combatiente que inevitablemente despertará el odio y la resistencia de todos los que persisten en beneficiarse del status quo...Los liberales están destinados a ser atacados por su ‘radicalismo’ cuando quieran que tienen el coraje de combatir los intereses establecidos”[10].
El liberalismo sostiene la necesidad de crear las condiciones que hagan posible el ejercicio pleno de los derechos y deberes asociados a la ciudadanía para que la igualdad de oportunidades sea efectiva y no se conviertan en privilegio exclusivo de personas u oligarquías[11].
El liberalismo es patrimonio de la humanidad. El compromiso liberal va más allá de una insignia partidaria; es por sobre todas las cosas, un compromiso con la dignidad de la persona humana. “El liberalismo siempre ha sido una serie de ideas que trascienden los confines de los partidos políticos”[12]. Guy Sorman dice: “...la pregunta: ‘¿Es usted liberal?’ significa en realidad: ‘¿Cómo interpreta usted al mundo?’, y no ‘¿A qué partido pertenece?’”[13]. Por esto, pertenecer a un partido que invoca en su nombre el liberalismo, asume una mayor responsabilidad por las acciones —o en su defecto las inacciones— que se asocien a el.
El liberalismo encuentra su expresión institucional en el Paraguay en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). Los principios liberales se han manifestado en la historia del Partido, especialmente en lo que constituye su gestión de gobierno durante la primera mitad del siglo veinte y en su larga lucha contra los regímenes autoritarios a lo largo de su otra mitad. Aunque el Partido ha desempeñado un papel importante en el desarrollo institucional de la República, a partir de la apertura democrática iniciada en 1989, aún no ha logrado cimentar su identidad liberal y darle contenido social a la actividad política. Es el momento propicio para mostrar su radicalismo liberal en el sentido de constituirse en una fuerza de cambio y de progreso. Theodore Meyer Greene recuerda que “un verdadero liberal es por naturaleza un reformador social, el campeón de los débiles explotados y enemigo de todos los voraces intereses establecidos”[14]. Es el momento propicio de demostrar su autenticidad liberal en el sentido de imprimirle a sus decisiones la voluntad de hombres y mujeres libres.
Jorge G. Riquelme
[1] Véase pp. 147 y 149 en Ayala, Eligio. 1986. Evolución de la economía agraria en el Paraguay y política agraria. Asunción: Editorial Histórica/Fundación Friedrich Naumann.
[2] Véase p. 6 en Galbraith, John Kenneth. 1987. “El liberalismo hoy”. Ponencia presentada en el XL Congreso de la Internacional Liberal y Progresista en Ottawa, Canadá. Reproducido (sf) en “Materiales de Capacitación” del Centro de Estudios de la Realidad Paraguaya (CERPA): Asunción: CERPA.
[3] Véase p. 162 en Ayala, Eligio. 1986. Evolución de la economía agraria en el Paraguay y política agraria. Asunción: Editorial Histórica/Fundación Friedrich Naumann.
[4] Véase p. 35 en Przeworski, Adam. 1998. Democracia sustentable. Buenos Aires: Paidós.
[5] Véase p. 106 en Balmelli, Carlos Mateo. 1997. Los procesos internos y la globalización. Asunción: Editorial Don Bosco.
[6] Véase p. 85 en Prats Català, Joan. 1998. “Gobernabilidad democrática en la América Latina finisecular: Instituciones, gobiernos y liderazgos”. Pp. 75-98 en Gobernabilidad y desarrollo democrático en América Latina y el Caribe. Nueva York: PNUD.
[7] Véase los Arts. 202; 238 (2) y 247 de la Constitución Nacional.
[8] Véase p. 22 en Ayala, Eligio. 1989. La revolución armada (un tema constitucional). Cuadernos Históricos, Año II - Nº11, Archivo del Liberalismo. Asunción: Fundación Friedrich Naumann.
[9] Véase p. 38 en Ayala, Eligio. 1989. La revolución armada (un tema constitucional). Cuadernos Históricos, Año II - Nº11, Archivo del Liberalismo. Asunción: Fundación Friedrich Naumann.
[10] Véase pp.32 y 34 en Meyer Greene, Theodore. 1959. Liberalismo: Su teoría y práctica. Buenos Aires: Editorial Agora.
[11] Ideario Programa del Partido Liberal.
[12] Véase p. 43 en Dahrendorf, Ralf. 1988. “Los objetivos futuros del liberalismo: Un programa político”. Ponencia presentada en el XLI Congreso de la Internacional Liberal y Progresista en Pisa, Italia. Reproducido (sf) en “Materiales de Capacitación” del Centro de Estudios de la Realidad Paraguaya (CERPA): Asunción: CERPA.
[13] Véase p. 64 en Sorman, Guy. 1984. La solución liberal. Buenos Aires: Editorial Atlántida.
[14] Véase p. 31 en Meyer Greene, Theodore. 1959. Liberalismo: Su teoría y práctica. Buenos Aires: Editorial Agora.