jueves, 29 de diciembre de 2011

Llora por mí, Argentina

Por Alberto Benegas-Lynch (h)
Para explicar el caso argentino resultaría un tanto tortuoso el comenzar con su independencia en 1810. Mucho más cerca de eso está el nefasto período de Menem donde aumentó sideralmente el gasto público, la deuda estatal y el déficit fiscal junto con una alarmante corrupción e impunidad, fruto de la inexistencia de la división de poderes y la consecuente independencia de la Justicia. 

Muchos fueron los pequeños mentales que quedaron encandilados con la transferencia de algunos activos estatales monopólicos que en la mayor parte de los casos se entregaron a monopolios privados. Este traspaso de activos, generalmente envuelto en resonantes corrupciones, hizo decir a algunos distraídos que la Argentina operaba en una sociedad abierta y en el contexto de mercados libres. Esa afirmación fue tomada por las izquierdas y hoy aparecen ríos de tinta explicando los males del liberalismo o aquella bufonada que ha dado en llamarse 'neoliberalismo'. En gran medida, las izquierdas demuestran así la cloaca del sistema imperante. Pero se equivocan de blanco: no hubo ni el más pálido reflejo de lo que significa el liberalismo que, antes que ninguna otra cosa, es una concepción ética en la que priva la igualdad ante la ley y, por ende, el respeto a los derechos de todos. Ahora son muchos los que miran para otro lado con cara de 'yo no fui'. 


En regímenes de ese tipo, los empresarios se convierten en cortesanos del poder obteniendo todo tipo de prebendas, privilegios y mercados cautivos en línea con la preocupación que señaló Adam Smith en 1776 cuando se bloquea la posibilidad de elegir en el contexto de la competencia y los mercados libres. Como consecuencia de este desaguisado, la distribución del ingreso no opera conforme a la eficiencia de cada cual para atender las necesidades de sus semejantes sino, como queda dicho, debido a la alianza con el poder de turno, lo cual conduce a situaciones de extrema injusticia.

Actualmente, la Argentina se encuentra frente a dos problemas gravísimos. Por un lado el completo abandono de sus instituciones republicanas y, muy especialmente, la demolición de la idea de contrato que, como es sabido, hace a la esencia de una sociedad civilizada. Por otra parte, nos encontramos frente a un desorden del gobierno central y los gobiernos provinciales, los cuales continúan con gastos crecientes y déficit astronómicos.

Este cuadro de situación se resume en lo que ha dado en llamarse 'el corralito', lo cual constituye un fenomenal manotazo a los ahorros de terceros a través de la inmoral encerrona en el sistema bancario y financiero. Lamentablemente, durante todo este tiempo la Argentina ha contado con el apoyo del Fondo Monetario Internacional, con los mismos resultados catastróficos que se produjeron en Tailandia, Rusia y Turquía.


Juan Bautista Alberdi, uno de los inspiradores más preclaros de nuestra Constitución liberal de 1853, recordaba que se había luchado por nuestra Independencia para liberarnos de las máquinas fiscales explotadoras de la metrópoli. Pero, con tristeza, Alberdi concluía que dejamos de ser colonos de España para convertirnos en colonos de nuestros propios gobiernos. Estos aparatos estatales tratan al contribuyente como si fuera una planta de limón que hay que exprimir al máximo para incursionar en todo tipo de tropelías, pero nunca brindar los servicios que debe prestar todo gobierno respetable: justicia y seguridad. Por eso, 'llora por mí Argentina' y por tantos otros que en este país hacen lo posible porque vuelva a ser una comunidad civilizada.
© AIPE Alberto Benegas Lynch (h) en http://www.ilustracionliberal.com/11/llora-por-mi-argentina-alberto-benegas-lynch-h.html, vicepresidente-investigador Senior de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Argentina.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Ricardo Foster marca la chatura cultural del kirchnerismo

El diario BAE presenta, en la contratapa de su edición del 20 de Diciembre de 2011, un artículo de Ricardo Forster titulado: "El 2001 y nosotros" cuya lectura, en función de lo que deliberadamente omite el autor, resulta altamente recomendable.

A partir de hoy, cuando me vuelvan a preguntar porque considero que el kirchnerismo es un fraude en sí mismo, exhibiré como prueba documental este artículo del principal referente de Carta Abierta. Un filósofo que apelando a la memoria promueve el olvido evidencia la deslealtad intrínseca de su pensamiento, lo que en este caso pone al servicio de la mezquindad en el relato histórico.

Queda claro en las palabras de Forster que una de las estrategias del kirchnerismo es promover, siempre, odios y rencores recurriendo a los prejuicios más básicos, así, mientras hoy se aumentan los controles sobre el libre cambio de pesos a dólares, se retrotrae a la crisis del 2001 para afirmar que "se juntaron apenas por un instante, la cacerola y el piquete, las demandas de los olvidados de la historia, de los expulsados del sistema, con la de los ahorristas despechados que, en la mayoría de los casos, exigían que les devolviesen sus dólares envenenados".

Significa entonces que la mera posesión de ahorros en moneda extranjera -en un país de larga tradición inflacionaria hasta la convertibilidad-, es indicio para Forster de ganancias mal habidas. Sin embargo, la mayoría de los ahorristas procuraban cuidar el fruto de largos y honrados años de trabajo. Algunos de esos ahorristas, incluso teniendo la oportunidad de depositar sus dineros en el extranjero, eligieron ponerlo acá porque consideraban inmoral sacar divisas del país.

Notoriamente, no fue esa la posición del entonces Gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner, quien por aquello de que el capital no tiene bandera recurrió, con sentido práctico, al dólar y la banca extranjera para poner a resguardo los fondos provinciales. 

Sostiene Forster que para el 2001 las condiciones de vida digna habían sido expropiadas por el "capital liberalismo", y eso es mentira porque el liberalismo no es un conjunto de medidas aisladas sino un todo coherente que ni Ménem, ni De la Rúa tuvieron el propósito de alcanzar, ni estuvieron nunca en condiciones de llevar adelante, carecían de la convicción requerida. El liberalismo no es la simple obediencia al mercado, es patriotismo, amor a la libertad evidenciado en reglas de juego claras, transparencia en la gestión y absoluto respeto por los derechos individuales. La crisis del 2001 no fue por seguir ideas liberales, sino por alejarse de ellas. Y si Forster presume de haber estado en las calles, yo todavía recuerdo el broncoespasmo, y el ardor en la piel, por la granada de gas lacrimógeno que estalló a mis pies en Plaza de Mayo. No tenía ninguna cuenta en dólares ni en pesos por la que reclamar, ni quería seguir una fiesta que no fue mía, ni tampoco estaba en el extremo de pasar hambre: quería un país sin corrupción, donde las leyes no tuvieran precio. Había muchos como yo.

Finalmente, en lo que es la frase central en la nota de Forster, allí donde la mentira por omisión se hace alevosa y descarada, asevera: "Que las jornadas de Diciembre de 2001 tuvieran como continuidad necesaria lo inaugurado en mayo de 2003 no es algo que tenía que ocurrir ni se expresaba como consecuencia de una causalidad de la historia."

Entre el 2001 y el 2003 hay un vacío en la memoria de Ricardo Forster. Su relato histórico no contempla la Presidencia de Eduardo Duhalde. Parecen no tener importancia esos dos años en los que la Argentina volvió a ser un país gobernable saliendo del caos preanárquico y en los que la economía comenzó a recuperarse. Sencillamente para Forster, con la mezquindad de su amnesia selectiva, la continuidad del 2001 es la supuesta refundación del país por obra de Néstor Kirchner.

El pretendido mito de la refundación histórica, hace a la esencia de la falsedad kirchnerista, y como todo ha cobrado vida a partir del hoy difunto al que con cierto esoterismo lopezrreguista llaman "él", no hubo nada que rescatar, todo es nuevo, inaugurado, creado por la mano del redentor del pueblo olvidado por Dios. De allí que al kirchnerismo le repugne dar las gracias. ¿Qué van a agradecer si antes de ellos nada?

Pero la verdad está en lo que desde la hipocresía Forster evade decir, que del 2001 se salió gracias a Eduardo Duhalde. Si alguna pizca de honestidad intelectual brotara entre los petisos pensadores de Carta Abierta, deberían empezar por dar las gracias, primero a Eduardo Duhalde y después a la soja, ese yuyito tan bien cotizado.

Mal que les pese a ellos y a nosotros, el kirchnerismo con -su pragmatismo maquiavélico y la mentira como discurso- es la continuación desviada de Duhalde, la oportunidad desperdiciada de construir un país mejor, donde "para todos" no fuera sólo un slogan. 
por Ariel Corbat
en http://plumaderecha.blogspot.com/2011/12/ricardo-forster-marca-la-chatura.html

jueves, 22 de diciembre de 2011

Periodismo para la corona

Por Alfredo Leuco
Hay que encender una luz de alerta roja. El gobierno de Cristina Fernández avanza a paso redoblado y a tambor batiente sobre los que considera sus enemigos. Los quiere pasar por encima. El operativo para castigar, erosionar, limitar y si es posible, quebrar a Daniel Scioli, Hugo Moyano y la libertad de expresión, tiene una velocidad, una planificación y una profundidad que nadie esperaba. Todos los días se mueve una pieza en este ajedrez. Son acciones cotidianas, precisas y al hueso en todos los frentes.

La metáfora más gráfica se nos aparece como si Cristina fuera la comandante en jefe de una mesa de arena donde su estado mayor, Máximo, Boudou, Abal Medina, Zannini y Mariotto utilizan todas las armas disponibles de un estado golpeador. Ese es el problema mas grave. Porque la pelea por el poder es absolutamente legítima y Cristina con sus 12 millones de votos tiene derecho a darle el rumbo que quiera a su gobierno. Pero como decía el General, dentro de la ley todo, fuera de ley, nada.

Se utilizan todos los organismos del estado como si fueran propios, como si pertenecieran solo al gobierno de turno o peor aún a un grupo que lidera un espacio político. La justicia, la SIDE, la AFIP, la pauta publicitaria, la gendarmería, la policía, la manipulación escandalosa de la historia y de la actualidad, los volantazos en sus alianzas, todo, absolutamente todo vale para lograr esos objetivos. El fin justifica todos los medios. En muchos casos los funcionarios nacionales se mueven por sentimientos de venganza y rencor. Un gobierno recién reelecto con mas del 54% de los votos y con casi la suma del poder público, con mayorías legislativas, con gobernadores e intendentes que masivamente les responden y con una parte de la justicia con la camiseta pinguina puesta, no necesita caer en un verdadero abuso de poder. Hay que denunciarlo con todas las letras. Hay que defender la libertad de expresión aunque vengan degollando. Porque si Guillermo Moreno se va a ocupar de vender o negar papel para diarios estamos en problemas.

Porque si José Luis Manzano es el nombre y apellido de la ética antimonopólica es como borrar el pasado. Porque si Juan Manuel Abal Medina hace lo que quiere con millones y millones de pesos de publicidad oficial y no le rinde cuentas a nadie, y solo decide arbitrariamente, la cosa se pone directamente peligrosa. No se puede cambiar de concubinos por intereses poderosos y pretender que uno se trague la píldora de que, en realidad lo que les interesa es democratizar la palabra.

¿Desde cuando? ¿Qué gesto han tenido los gobernantes a favor de un mayor pluralismo y un respeto irrestricto a la opinión crítica y a otra forma de pensamiento? ¿Cuándo Clarín dejó de ser al principal aliado para convertirse en el principal enemigo? ¿En que momento Cablevisión y Multicanal se casaron bendecidos por Néstor Kirchner y ahora lo quieren partir en cuatro pedazos con el auspicio de Cristina? ¿Quien puede creer que el silencio eterno de los funcionarios, que casi no hablan ni con los periodistas amigos, sirve para mejorar la calidad institucional? Agitarse entre convencidos es demasiado parecido a la masturbación. Pensar todo en forma conspirativa termina pariendo paranoias. Pelear por el control de todas las cosas todo el tiempo los lleva a un militantismo que los aleja de la gente. La búsqueda de las grandes mayorías es el corazón de la democracia. La búsqueda de las hegemonías es el camino al autoritarismo.

Fibertel no existe mas, decretó un ministro que trabajó años de cajero del kirchnerismo. Sus voceros a sueldo en los medios también tienen ganas de gritar que “Cablevisión no existe más”. Cuidado… que a ningún salvaje se le ocurra decretar que la realidad no existe más. La presidenta dijo ayer en Uruguay que “Los medios están deseando que nos vaya mal”. Es una lástima y un error grave que la presidenta piense de esa manera. Habrá probablemente algún grupo minúsculo y repudiable de periodistas corruptos o golpistas. Pero la gran mayoría de los medios y de los trabajadores de prensa son honestos y democráticos. No conozco a ningún periodista de verdad que fogonee algo malo para la Argentina. Si conozco a muchos colegas que antes trabajaban por la verdad y hoy trabajan para el gobierno. Son los que miran para otro lado cuando el estado golpea. Hacen periodismo para la corona. 
http://www.continental.com.ar/opinion/bloggers/blogs/alfredo-leuco/periodismo-para-la-corona/blog/1595634.aspx

jueves, 15 de diciembre de 2011

La cultura desde el liberalismo del siglo XXI

El liberalismo es una ideología, por definición, no estacionaria. Es a su vez la que con mayor curiosidad explora los nuevos límites y la que mejor metaboliza los avances de la sociedad. Incorpora un mecanismo de revisión que le permite evolucionar de forma continua sin llegar nunca a perfeccionarse. En el siglo XVIII defendió la libertad y los derechos naturales de todas las personas. A continuación, porque está en su raíz ideológica, proclamó la igualdad de oportunidades. En el siglo XX -y en el vertiginoso arranque del siglo XXI- el liberalismo promueve la libertad de creación y el acceso a la cultura de todos y cada uno de los ciudadanos.


La persona es un ser sensible, con emociones y con talento creador, y al mismo tiempo un ser social, curioso, contemplativo, no indiferente al hecho cultural. Esta doble condición, con diversas graduaciones, produce el fenómeno artístico: desde la creación de la obra hasta su difusión. Creación y difusión, en todo caso, no son hechos aislados, sino que entre ellas se establece una relación similar a la que se da en un arco románico, en el que el punto anterior sustenta al siguiente y así sucesivamente hasta, siendo hechos distintos, confundirse.

La creación debe ser libre, sin restricciones. El acto de creación y su materialización en la obra de arte son una expansión de la persona y como tal son dignos de respeto sin más límite que el que establecen las leyes.

La libertad de creación es absoluta, radical y no puede ser objeto de ninguna censura por parte de las administraciones públicas. Así pues, cuando éstas promueven a un artista y su obra no son responsables de la misma. El acto creador es individual y por tanto el único responsable es el autor. Además, a éste le corresponden los derechos de propiedad intelectual que remuneran su trabajo.


Los artistas demandan oportunidades. El liberalismo parte de la concepción de que a cada individuo se le debe permitir probar sus facultades. Las administraciones públicas crearán las condiciones de partida para potenciar el desarrollo de los artistas, evitando, eso sí, toda clase de dirigismo, ya que la intervención directa termina por crear en la sociedad comportamientos uniformes que sofocan la variedad natural de los caracteres y de las disposiciones de las personas.


La creación no tiene límites. Los autores necesitan explorar nuevos territorios y lenguajes artísticos. No sólo las administraciones públicas tienen un papel en este espacio. También las empresas, incentivadas con bonificaciones fiscales en el marco de políticas que hagan efectivo el mecenazgo, fomentarán la innovación, la experimentación y el riesgo creativo de los artistas que buscan traspasar las fronteras del arte.

La creación se perfecciona con su comunicación a los ciudadanos. Sin su contemplación, el hecho artístico queda frustrado. La persona, para alcanzar su plenitud, demanda manifestaciones culturales. Los efectos beneficiosos de éstas trascienden el ámbito individual y contagian a toda la sociedad.


A propósito de esto, conviene recordar lo que ya anticiparon los autores clásicos: cuando las obras o instituciones beneficiosas para toda la sociedad no se financian con la aportación de los más directamente favorecidos por ellas, deberá contribuir toda la sociedad. Por tanto, como no hay nada en los principios liberales que haga de éstos un credo estacionario, en una concepción moderna del liberalismo, entre las competencias del sector público, además de las tradicionales -defensa, justicia y obras públicas, ampliadas posteriormente con la sanidad y la educación- han de incluirse la promoción cultural y su difusión entre los ciudadanos.


En consecuencia, por la parte de la difusión, junto a la aportación socialmente relevante del mercado y las instituciones privadas, consideramos necesaria la actuación de las administraciones públicas: entendemos que en los impuestos con los que contribuyen los ciudadanos hay un mandato implícito que obliga a las Administraciones Públicas a dedicar parte de la recaudación a satisfacer sus demandas culturales.

Así lo recoge la Constitución Española, en su Título I, De los Derechos y Deberes Fundamentales, cuando en su Artículo 44 proclama: «Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho».

No obstante, y como principio general, el hecho de que sean las administraciones públicas las que recaudan los impuestos no implica que tengan que ser también las que presten directamente los servicios. Distinguimos entre responsabilidad y función en materia cultural. La responsabilidad compete en todos los casos a las administraciones públicas, en tanto que la función (gestión) debería residenciarse en los actores culturales.


La responsabilidad se ejerce cuando se garantiza que, sin entrar en ninguna clase de intervencionismo y estableciendo exigentes criterios de calidad, se ponen a disposición de los ciudadanos todas y cada una de las diferentes disciplinas o manifestaciones artísticas -artes visuales, artes escénicas, música, letras, cine, etcétera- habidas a lo largo de todos los periodos históricos sin excepción y se asegura la conservación de un patrimonio cultural creado durante siglos, que es merecedor de ulteriores transmisiones y que en caso de inacción podría perderse.


La función corresponde siempre a los actores culturales -artistas, autores, productores, gestores culturales, etcétera- y consiste en crear, producir, gestionar, dirigir y difundir la creación clásica y la contemporánea en toda su diversidad, de tal forma que se satisfaga la demanda de los ciudadanos y se les proporcione un sustrato cultural elevado.

No hay por tanto desde el liberalismo una oposición a la asunción de responsabilidad en materia cultural. El problema no lo suscitan tanto los fines perseguidos como los métodos empleados. El papel que juegan las administraciones públicas debe estar exento de voluntad y su actuación ha de ser aséptica y transparente, ya que su intervención directa derivaría inevitablemente en políticas dirigistas, burocráticas, costosas e ineficientes y las convertiría en un aparato incontrolable o, lo que es peor, como decíamos, dotado de voluntad propia.


Partimos de una situación inicial en la que la industria cultural, de modo espontáneo y sin intervención alguna de las administraciones públicas, produce hechos culturales que tienen una dimensión económica determinada.


Ante esta situación de hecho y para cumplir con su responsabilidad, la administración pública actúa a través de políticas fiscales. En primer lugar, aunque en general los impuestos no tengan carácter finalista, parece razonable que los ingresos fiscales provenientes de todo tipo de manifestaciones culturales deban destinarse a la cultura. A continuación habría que añadir a esta cifra el importe en que se cuantifica el mandato implícito de los ciudadanos de que se destine parte de su contribución a satisfacer sus demandas culturales. A partir de ahí nodebe haber ulteriores intervenciones. En este reordenamiento e incremento de los recursos consiste exclusivamente el efecto transformador de la «mano visible».


Según el modelo propuesto, los recursos así obtenidos vuelven a la industria cultural y se suman a los que de modo natural ésta produce. El resultado final es que el mundo de la cultura dispone de una cantidad sensiblemente superior a aquella con la que inicialmente contaba. De su gestión (función) se ocupará -y ésta es la novedad- la propia industria cultural, encarnada en los artistas, autores, productores y gestores culturales, que son los que conforman la cadena de valor de la cultura.


No es tarea fácil que las administraciones públicas acepten que no les corresponde ningún protagonismo en materia cultural y sí la responsabilidad de garantizar a los ciudadanos una cultura de calidad. Ya Ortega y Gasset nos advertía sobre la dificultad de realización del pensamiento liberal en nuestras sociedades: «El liberalismo -conviene recordar esto- es la suprema generosidad …/… el más noble grito que ha sonado en el planeta …/… Era inverosímil que la especie humana hubiese llegado a una cosa tan bonita, tan paradójica, tan elegante, tan acrobática, tan antinatural. Por eso no debe sorprender que prontamente parezca esa misma especie resuelta a abandonarla. Es un ejercicio demasiado difícil y complicado para que se consolide en la tierra». 

Con todo, merece la pena intentarlo.
Por Álvaro Ballarín
 http://www.almendron.com/tribuna/18589/la-cultura-desde-el-liberalismo-del-siglo-xxi/

lunes, 12 de diciembre de 2011

Del espesor cultural que no tiene nuestro liberalismo

Acá se habla, una vez más, del espesor cultural (que no tiene) el liberalismo latinoamericano. Decía antes: hay que ir a buscar a la izquierda la creación o producción cultural que no surge del regazo estéril del liberalismo. Se responderá: ahí están Vargas Llosa, Krauze, y otros pocos, en lo que atañe a la región. Se puede invocar además a los Grandes Muertos: Octavio Paz, Borges. Perfecto: ahora citen a alguien de menos de 40 años, por favor. Un novelista, un poeta, un director de cine, alguien. Nada, silencio. Se dirá: ¿qué importa? ¿qué tiene que ver esto con consolidar un sistema de sociedad abierta y economía de mercado? Algo. Veamos.


Creo profundamente en la necesidad urgente de una cultura liberal sólida y con raíces en la sociedad. Porque hoy se pierde la batalla cultural en América latina contra una izquierda grotesca y tosca (en lo político), que plantea programas improponibles por su antimodernidad, en parte por esta falta. Por no tener una verdadera y extendida cultura liberal, tanto a nivel popular como entre la elite universitaria. Se paga la falta de ese bagaje complejo denominado cultura. De otra forma la izquierda populista no podría ganar como lo hace, y mucho menos tener el espacio que tiene en la "prensa burguesa", en buena medida ganado por ella gracias a ese vacío cultural. No basta con tener una legión de "técnicos", triste y reductiva designación que se da a los economistas, ellos también, en otros tiempos, hombres de la cultura. Las universidades privadas producen camadas de yuppies, impermeables a toda forma "alta" de cultura. Estos muchachos se dedican a hacer negocios y luego se van a jugar tenis, golf o fútbol, que ya no es más grasa. Pero, contra lo que creen los yuppies, se necesita de mucho más, de una cultura precisamente, para poder definir, postular y defender un modelo de sociedad. No basta la tecnocracia privada.


Esta carencia se evidenció en los 90 con el auge del menemismo: todos los presuntos liberales fueron al pie de Carlos Saúl 1º, sin dudar un segundo en tirar por la borda cuanto valor republicano hubiera que tirar. En esos años se desnudó la debilidad cultural del liberalismo, el que debió reencarnarse en el menemismo para hacerse, por una vez, popular, al menos mientras duró el "modelo". Es cierto que en los 90, de la mano del relativo éxito de la Convertibilidad, se creó un cierto clima de "capitalismo popular". Pero eso duró poco, como se sabe, y además faltaba lo que acá reclamo, una cultura, para que ese clima arraigara. Debería ser obvio todo esto, pero es algo que no se entiende, que no se debate.

La Generación del 80 no sólo tenía "cuadros" y poder económico, tenía también una hegemonía cultural indisputable. Se ha olvidado. Hoy los medios empresarios y sus fundaciones creen, simplemente, que deben adornar con algún escritor de nota sus seminarios. Así, su lectura del avance de las izquierdas populistas en la región es inevitablemente tuerto y autoexculpatorio. Está muy bien señalar las aberraciones que Chávez impone a Venezuela, pero habría además que preguntarse qué pasó para que Chávez (y Evo, y Correa, y los K, y Lugo, y casi Humala, y casi López Obrador) sean posibles. Se dirá que confundo las cosas, que lo que falló en Argentina y la región fue la "macro" (horrible expresión, por cierto), lo que llevó a la marea populista, que se benefició providencialmente con el alza espectacular de las materias primas. Es verdad, pero es una explicación corta, incompleta. De haber existido una extendida cultural liberal en los sectores medios hubieramos afrontado como mucho una ola de gobiernos socialdemócratas, como pasó en Europa a fines de los 90. Porque, como la Generación del 80 hizo con los socialistas de su tiempo, los valores republicanos se extenderían a todo el arco político.

Y eso se hace con una cultura, no con mero poder económico.


El caso de los medios es ejemplar al respecto. Hoy vemos empresarios editoriales que se muestran totalmente desentendidos de los contenidos de sus medios. A esto se suma la astucia de ese subsector social que es la clase media intelectualizada, que bajó al ruedo de los medios allá por los años 80 a disputar espacios clave, al detectar esa debilidad estructural, ese olvido displicente de los propietarios. Y la estrategia le funciona. Un ejemplo, glamoroso y conocido: la revista cultural de La Nación, ADNcultura. Pueden hallarse amplios textos cuyo background teórico-cultural es de izquierda. 

Netamente de izquierda: las bibliográficas de filosofía y ciencias sociales, por ejemplo; los extensos extractos del último libro de Negri, publicados a dos páginas centrales. Ojo: no hago maccartismo, sólo señalo una gruesa contradicción. Porque un gran diario liberal debería presentar los textos de Negri pero dándoles un contorno crítico. Muy crítico. ADN no lo hizo, los editó pelados. Una publicación liberal que marca tendencia no puede ceder un terreno tan decisivo como el teórico y filosófico a exponentes de la academia de la izquierda contemporánea. Hay aquí una evidente cesión de terreno, en el que el editor dice "no importa, lo que cuenta es el targeting del producto". Una deserción, en suma, en nombre del marketing. La línea editorial, se esgrime asimismo en un nivel algo menos frívolo, no se construye en las páginas de una revista o en un suplemento cultural, sino en el cuerpo central del diario, en las secciones de política y economía, en las columnas firmadas y los editoriales. Será así, pero no deja de ser un retroceso y un error. Vayan a ver si el diario italiano "hermanado" con La Nación, el Corriere della Sera, hace esas concesiones en sus abundantes páginas diarias de cultura. Verán que no, que hay un diálogo y un debate intenso con la poderosa "sinistra", pero el medio trabaja y edita esas páginas con las categorías correspondientes a una publicación liberal europea. Nada más, nada menos.
por Pablo Díaz de Brito 
en http://www.cadal.org/articulos/nota.asp?id_nota=2503

jueves, 8 de diciembre de 2011

Derechos Humanos: Rafael Castillo y la “potencia médica” cubana

En Cuba está prohibído regalar en la calle a los transeúntes un ejemplar del texto de la Carta Universal de los Derechos Humanos. En efecto, el documento sigue siendo considerado como propaganda enemiga. 

Dentro de muy pocos días, el 10 de diciembre, se conmemorará un aniversario más del día de los Derechos Humanos. La Carta Universal de los Derechos Humanos se ha publicado en tres ocasiones de manera oficial en Cuba, invariablemente con un prefacio de Fidel Castro, y para divulgación restringida. Está prohibido regalar en la calle un ejemplar a los transeúntes, porque el documento sigue siendo considerado por la policía –nadie sabe todavía por qué, aunque podemos imaginarlo– como propaganda enemiga. Así se lo comentaron a un familiar mío en La Habana que repartía ejemplares en el Boulevard de San Rafael y fue detenido por repartir “propaganda que atenta contra la seguridad del pueblo cubano” –según ellos y después de haberle decomisado todo lo que llevaba consigo–.

Varias manifestaciones se preparan dentro de Cuba por los opositores para celebrar el día de los DDHH, y tal como ha informado la disidente Martha Beatriz Roque desde el interior de la isla, ya empezaron las detenciones y abusos para impedir que una gran marcha se lleve a cabo de una punta a otra del país. Las detenciones se suceden una tras otra, apenas sin investigar, cualquiera que resulte sospechoso va para el tanque (cárcel), y sin chistar.

Por otro lado, en Miami se prepara una manifestación, y una Flotilla a cargo del Movimiento Democracia. La Flotilla reunirá a un grupo de embarcaciones que iluminarán el cielo desde las 12 millas y media, sin traspasar la línea, confusa en medio del mar, de la frontera de las aguas internacionales con las aguas cubanas. Ya en otra ocasión esta flotilla intentó lanzar flores en aguas cubanas y Cuba arremetió con lanchas y aviones de combate. Lo de la Flotilla lo entiendo hasta cierto punto, creo que es un acto simbólico y aguerrido, pero un poco locoide, porque no veo interés ninguno en llevarle paz y democracia a los cubanos de adentro valiéndose de barcos y fuegos artificiales o rayos láseres. Será una nueva estrategia mediante un mensaje carnavalesco de paz; pero así es una parte del exilio, y bueno, esperemos que tengan éxito en la empresa, y que un rayo de esos le cambie le mentalidad a los cubanos de a pie y se decidan a salir a las calles, si no a combatir, al menos a acompañar –si es que la dejan salir– la marcha de opositores.

Para mí, sin embargo, el mayor regalo y la más grande prueba, y lo que realmente deberíamos festejar, con bombos y platillos, y así lo están haciendo algunos canales de la televisión de Miami, es la llegada a esa ciudad de uno de los mayores deportistas de Cuba y del mundo: Rafael Castillo. Un nadador parapléjico, que ha ganado unas cuantas medallas y que tiene el récord de ser el tercer mejor nadador parapléjico en su categoría. Al joven le falta un brazo y una pierna, se encontraba en Guadalajara, México, con vistas a participar en una competición en el equipo oficial castrista y consiguió evadirse, preparó un plan muy exhaustivo y consiguió llegar a Miami haciéndose pasar por puertorriqueño. Hubo de pasar por varios contratiempos, complejos, pero lo logró. Su pasaporte fueron sus medallas, y no hay más bello y mejor ganado pasaporte que ése.

Me gustaría poner en este artículo un link a un sitio web de Rafael Castillo, pero curiosamente todos han desaparecido de la red como por arte de birlibirloque. El joven se expresa de manera respetuosa, posee unas energías y un carácter muy positivos y, además, se nota que está decidido a seguir siendo quien es, un campeón, y una persona buena que ama la libertad por encima de todo.

En uno de los reportajes de la televisión miamense se ve cómo el joven es acompañado a una tienda de utensilios ortopédicos y allí se le confirma que recibirá una prótesis para su brazo, que ha sido mandada fabricar a su medida, y le entregan la prótesis que ya ha comenzado a usar, para su pierna. Además de que el joven ya tiene entrenador, y todo augura que una prometedora carrera se abre ante su futuro. No merece menos. Es una historia conmovedora, sin duda alguna.
Y me conmueve enormemente la sinceridad con la que se expresa, tan diferente de la manera de comportarse de esos músicos que llegan a Miami bajo la égida protectora de Barack Obama y Hilary Clinton y su intercambio cultural de un solo lado, todos o una inmensa mayoría no sólo son mal educados, sino que se comportan de manera agresiva y, con toda evidencia, son muy mal agradecidos, no sólo siendo criticones del exilio –que son los que pagan las entradas para ir a verles tocar la misma porquería cansina de hace 53 años, las loas solapadas al régimen–, sino deshaciéndose en alabanzas a la dictadura.

Rafael Castillo es todo lo contrario. Siendo uno de los más grandes deportistas del planeta se comporta modestamente.

Siendo quien es, sin embargo, la potencia médica castrista, esa de la que ellos hacen gala, no lo pudo abastecer de dos prótesis en el tiempo que ese joven vivió en Cuba, toda una vida consagrada al deporte y de cuyas glorias individuales el castrismo se beneficiaba. No sólo no se ocuparon de brindarles ese confort, más que merecido y necesitado, sino que hasta el último momento lo estuvieron acosando para que regresara y proponiéndole 2 mil CUC por la medalla recién ganada, ¡qué risa, por no decir, qué asco! Además sería bueno que supieran por qué Rafael Castillo perdió su brazo y su pierna: a dos meses de nacido, Rafael Castillo cayó enfermo y en uno de los hospitales de la potencia médica castrista le pusieron un suero vencido y el niño hubo de ser amputado de un miembro superior y de uno inferior.

Esa misma potencia médica recién anuncia en El Nuevo Herald, que casi se ha convertido en El Nuevo Granma, que dos mil cubanos acaban de ser vacunados con la vacuna contra el cáncer de pulmón, “logro de la medicina castrista”; esperemos que esas vacunas estén en buen estado, no vaya a ser que deban amputar a dos mil personas de sus miembros locomotores a causa de uno de esos errores garrafales que cometen a diario. Sin embargo, todavía El Nuevo Herald no ha entrevistado al joven Rafael Castillo. Así va la cosa por los Miamis procastristas y pro cambio bajo el raulismo light.

Creo que la mayor prueba de que en Cuba se violan los derechos humanos contra todos sus ciudadanos, incluso contra los que ellos usan para sus fines, es la figura de Rafael Castillo. Así como creo que es hora de que los cubanos del exilio le demos más importancia a estos hombres y mujeres, deportistas, poetas, músicos, exiliados; y menos a los hijitos de papá, a los militarotes, a los ñángaras (comunistas) arrepentidos, que llegan numerosos a los aeropuertos de Estados Unidos y que ya aburren con sus anécdotas banales y los cuentecitos de cuando se codearon con Raúl Castro, y de cuando les dieron la misión en Angola de matar africanos con armas químicas. Basta ya. Rafael Castillo, y muchos más como él, hijos de a pie de Cuba, son los que merecen ser mencionados y recibidos como verdaderos opositores y, sobre todo, como lo que son: deportistas de élite, o en otros casos, escritores, poetas, músicos, los que de verdad son anticastristas y se han enfrentado o están dispuestos a enfrentarse al régimen sin renunciar a sus carreras y a sus vidas como lo que fueron y son, valiosos representantes, cada uno en su especialidad, de lo mejor de Cuba. 
Por Zoe Valdés en Libertad Digital

jueves, 1 de diciembre de 2011

Alvaro Alsogaray: "Necesitamos una fuerza republicana y liberal"


"Necesitamos una fuerza republicana y liberal" decía el Ingeniero Carlos Álvaro Alsogaray en la campaña electoral de 1983 y agregaba "ya hay inflación, los capitales argentinos están en el exterior, la desocupación y la recesión son innegables; si se continúa haciendo lo mismo vamos hacia a la hiperinflación tarde o temprano... para solucionar solo falta poner orden interno tirando por la borda el sistema dirigista e inflacionario imperante, organizando la sociedad de una manera adecuada con un sistema basado en la libertad".
Obsérvese la vigencia de esas palabras en la actualidad, en un reportaje imperdible realizado por Mariano Grondona y Bernardo Neustadt en el programa «Tiempo Nuevo».

viernes, 25 de noviembre de 2011

Guy Sorman: "El problema de Argentina no es cultural, sino de la economía y la calidad de las instituciones "

El pensador francés Guy Sorman opinó que es “completamente erróneo” decir que “Argentina no anda bien porque tiene la cultura equivocada”, ya que, a su criterio, ésta “no juega un rol decisivo”, aunque sí lo hacen “el entorno económico y la calidad de las instituciones”.

“En economía trabajamos con estadísticas y la noción de que la cultura es un factor decisivo en el desarrollo de la economía es falsa. Hoy se ve que uno puede ser chino, hindú, católico o protestante y puede ser perfectamente capaz de construir una economía”, especificó.

Sorman advirtió que “si el Estado es impredecible, si la ley es impredecible, no va a haber un desarrollo económico ni en Francia ni en ningún lugar”

Evaluó que “Argentina tiene muchísimos recursos naturales pero no tiene capital intangible”, y destacó que “cualquier reflexión sobre desarrollo futuro debe tener en cuenta las cuestiones de seguridad social, salud y jubilatorias”.

Al disertar en la jornada de cierre del Coloquio Anual del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), reconoció que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, “no tiene todavía a América Latina ni a Argentina en el mapa”.

Sorman dijo también que “los incentivos” para los trabajadores son claves para aumentar la productividad de las empresas y calificó de “estúpidas” las maniobras de los bancos centrales de algunos países para controlar el tipo de cambio.

En ese sentido, consideró que son “estúpidas” las decisiones “de manipular la moneda, para arriba o para abajo”. “La noción de incentivos abre las puertas de las civilizaciones”, y opinó que “el libre comercio es bueno y la inflación está equivocada”, agregó.

Analizó que el triunfo de Sarkozy en las elecciones de julio de 2007, cuando se impuso en un ballottage con 53 por ciento de los votos, ante la socialista Segolene Royal, se concretó porque “la plataforma del trabajo en base a incentivos fue buenísima”.

El periodista, economista, filósofo y escritor consideró, por otra parte, que “los empresarios deberían explicar a la opinión pública cómo funciona la economía”, ya que “la gente no entiende demasiado” sobre la cuestión.

También subrayó que “en todo el mundo, desde la historia de la humanidad, tenemos un crecimiento global de 5 por ciento anual por todo el mundo gracias a mercados libres, la liberalización, la estabilidad de la moneda y el fortalecimiento de la democracia”.

Mencionó que en Francia “el sector público se ha convertido en algo sumamente atractivo”, y que “ha aumentado en forma impresionante” allí la fuerza laboral, al representar “25 por ciento” del total de los empleados, “con sueldos que se comparan con el sector privado”.

También resaltó que en su país evitaron el “desastre” de la inflación, lo que “podría haber sido consecuencia de un estancamiento”, debido a que “el gobierno francés, a Dios gracias, no controla la moneda local”.

En otro orden, manifestó que el liderazgo económico de Estados Unidos “ha aumentado impresionantemente desde la década del ‘80” porque “trabajan más” que el resto de las naciones.

Por último, indicó que el crecimiento de China “se basa en explotación de la población rural, que representa a 80 por ciento de los 1.400 millones de habitantes, y dijo no creer que el país asiático tenga “un modelo sustentable”.

“Si hubiese recesión en el mercado norteamericano, se acabó el milagro chino”, vaticinó Guy Sorman.
en http://www.ideared.org/coloquio43/sintesis/sorman_guy.asp

martes, 15 de noviembre de 2011

¿Para qué ser libres?

Por lo pronto hay que decir que el hombre no puede dejar de ser libre en el sentido de que se ve impedido a tomar decisiones. Si, paradójicamente se ve forzado a ser libre. No puede renunciar a su naturaleza, no puede convertirse en un avión ni en una lapicera, es un ser humano y como tal debe decidir constantemente entre diversos cursos de acción. Incluso cuando decide quedarse quieto está eligiendo, prefiriendo y optando. También cuando delega sus decisiones en otro, está revelando su libertad. En resumen, el ser humano es libre a pesar suyo.

Ahora bien, esa libertad puede ser ancha como un campo abierto o puede convertirse en un sendero estrecho, angosto y oscuro en el que apenas se pasa de perfil. Lo uno o lo otro dependen de que los hombres entre si no restrinjan la libertad del prójimo por la fuerza. No dejamos de ser libres porque no podemos volar por nuestros propios medios, ni dejamos de gozar de la libertad porque no podemos dejar de sufrir las consecuencias al cometer actos estúpidos, ni somos menos libres debido a que no podemos desafiar las leyes de gravedad ni las ineludibles leyes biológicas. Solo tiene sentido la libertad en el contexto de las relaciones sociales y, como queda dicho, se disminuye cuando otros hombres se interponen recurriendo a la violencia.

No debe confundirse libertad con oportunidad. El que no es un atleta no tiene la oportunidad de ganar el premio de cien metros llanos y el que no dispone de los recursos suficientes no cuenta con la oportunidad de adquirir una mansión. Se trata de dos conceptos distintos. El náufrago en una isla desierta dispondrá en general de muchas menos oportunidades que el que habita en una ciudad, pero no por eso es menos libre. La naturaleza impone restricciones a las oportunidades así como también las imponen las conductas humanas y las condiciones sociales pero si no media la fuerza, hay libertad. Solo puede ser restringida si se recurre a la fuerza lesionando derechos. Lo contrario significaría un uso arbitrario y del todo inconducente respecto del sentido de la libertad.

Thomas Sowell aclara muy bien las confusiones y los usos inadecuados de conceptos cuando escribe en su Knowledge and Decisions : “¿Qué libertad tiene un hombre que se está muriendo de hambre? La respuesta es que el hambre constituye una condición trágica, tal vez más trágica aun que la pérdida de la libertad. Pero eso no impide que se trate de dos cosas bien distintas. No es relevante la importancia se le atribuya a lo desagradable que resulta el endeudamiento y la constipación pero un laxante no eliminará la deuda y un aumento de sueldo no permitirá la regularidad del vientre. Del mismo modo, en cuanto a bienes apetecidos, el oro puede considerarse jerárquicamente superior que la manteca, pero no puede untarse un sándwich con oro ni comérselo como nutriente. La jerarquía que se le atribuya a las cosas no puede confundir las que son distintas. El mero hecho de que algo puede ser más importante que la libertad no hace que ese algo se convierta en libertad”.

Cuanto menos margen de libertad se permita al hombre, ya sea por los manotazos del Leviatán o por la violencia de otros sustentados en la mera fuerza bruta, más se lo asemeja al animal no racional y más se lo despoja de sus atributos y condiciones propiamente humanas. Cuanto más ocurra esta desgracia más precaria y gaseosa se convierte la vida.

Pensemos en lo que podemos y no podemos hacer al efecto de medir nuestras libertades. Solo unas poquísimas preguntas de lo más cercano a la vida diaria despejará el tema. ¿Están abiertas todas las opciones cuando tomamos un taxi? ¿Ese servicio puede prestarse sin que el aparato estatal decida el otorgamiento de licencias especiales, el color del vehículo, la tarifa y los horarios de trabajo? ¿Cuándo elegimos el colegio de nuestros hijos, la educación está libre de las imposiciones de ministerios de educación? ¿Puede quien está en relación de dependencia liberarse de los descuentos compulsivos al fruto de su trabajo? ¿Puede elegirse la afiliación o desafiliación de un sindicato o no pertenecer a ninguno sin sufrir las decisiones de los dirigentes? ¿Puede exportarse e importarse libremente sin padecer aranceles, tarifas, cuotas y manipulaciones en el tipo de cambio? ¿Pueden elegirse los activos monetarios para realizar transacciones sin las imposiciones del curso forzoso? ¿Hay realmente libertad de contratar servicios en condiciones pactadas por las partes sin que el Gran Hermano se interponga, meta sus narices y constriña? ¿Hay libertad de prensa sin contar con agencias gubernamentales de noticias, pautas oficiales, diarios, radios y estaciones televisivas estatales y sin la propiedad del espectro electromagnético que impone la figura de las concesiones gubernamentales? ¿Hay mercados libres con pseudoempresarios que hacen negocios con los gobiernos de turno y las consecuentes prebendas y privilegios? ¿Puede cada uno elegir la forma en que preverá su vejez sin que el aparato estatal imponga retenciones al salario?

La decadencia de la libertad no aparece de un solo golpe. Se va infiltrando de contrabando en las áreas más pequeñas y se va irrigando de a pocos al efecto de producir estados de anestesia en los ánimos. Pocos son los que dan la voz de alarma cuando el cercenamiento de libertades no le toca directamente el bolsillo. Es como el cuento de aquel que vio como aniquilaban la libertad del verdulero, pero no decía nada porque no era verdulero, vio como interferían con la libertad del zapatero pero no dio la voz de alarma porque no era zapatero y así sucesivamente hasta que entraron a su casa para amordazarlo pero ya era tarde porque no lo dejaron hablar.

Es como dice el poeta “Me acusa el corazón de negligente/ por haberme dormido la conciencia/ y engañarme a mi mismo y a la gente/ por sentir la avalancha de inclemencia/ y no dar voz de alarma claramente”.

Tocqueville en La democracia en América nos dice que “Se olvida que en los detalles es donde es más peligroso esclavizar a los hombres. Por mi parte, me inclinaría a creer que la libertad es menos necesaria en las grandes cosas que en las pequeñas, sin pensar que se puede asegurar la una sin poseer la otra”.

No hay nadie que no declame a favor de la libertad, el asunto es que se quiere decir con esa expresión. Ya Marie-Jeanne Roland, cuando era conducida a la guillotina en plena contrarrevolución francesa, exclamó ¡Libertad, cuantos crímenes se comenten en tu nombre! Por su parte, Anthony de Jasay escribe que “Amamos la retórica y la palabrería de la libertad a la que damos rienda suelta más allá de la sobriedad y el buen gusto, pero está abierto a serias dudas si realmente aceptamos el contenido sustantivo de la libertad”.

El liberalismo significa el respeto irrestricto a los proyectos de vida de otros. Nada más y nada menos, la sociedad abierta significa que cada uno puede hacer lo que le venga en gana con lo propio sin rendir cuentas a nadie, siempre que no vulnere igual facultad de otros. Los megalómanos que quieren fabricar el “hombre nuevo” y demás dislates y sandeces siempre conducen al cadalso. El antropomorfismo del Estado (siempre con mayúscula, sin que se use el mismo criterio para el mucho más respetable individuo), hace que se personifique ese aparato y se le atribuyan todas las virtudes imaginables y todas las responsabilidades para que la gente sea buena. Tamaño despropósito niega la idea del agente moral y destruye la noción más elemental de justicia que, según la clásica definición de Ulpiano, consiste en “dar a cada uno lo suyo”.

La maximización de la libertad es indispensable por el oxígeno que brinda para poder vivir humanamente, no por otra cosa que siempre le estará subordinada. Nada se gana con tener todo lo demás si se es un esclavo. Además, las naciones libres cuentan con condiciones de vida infinitamente superiores a las que se encuentran sumidas por los dictados de autócratas confesos o disimulados, pero esto es un adicional, que si bien muy importante no reemplaza la dicha de ser libre, no reemplaza la posibilidad feliz de mantener y celebrar la situación propiamente humana.

¿Cuántas personas hay que no hacen absolutamente nada por la libertad? ¿Cuántos hay que creen que son otros los encargados de asegurarles el respeto a sus libertades? ¿Cuantos son los indiferentes frente al avasallamiento de la libertad de terceros? ¿Cuántos los que incluso aplauden el entrometimiento insolente del Leviatán siempre y cuando no les afecte su patrimonio e intereses de modo directo? Afortunadamente todavía hay quienes se quejan amargamente de esta situación y proponen soluciones, pero muchas veces es como si estuvieran gritando desde un pozo profundo, oscuro y con muy mala acústica. Forman parte del remnant de que nos habla Isaías. 

Es en verdad triste observar documentales en los que se divisan siluetas cadavéricas desplazarse como zombies en caravanas interminables con algún bultito al hombro, dirigidos por los bestias totalitarios de cualquier rincón del orbe. Para las víctimas ya fue tarde, van al despeñadero, dejaron de ser humanos, no solo se los trata como animales sino que tienen arada el alma y achurada en tajos y rebanadas de una pavorosa profundidad que se abren a un vacío ilimitado de dolor y llanto interior. 

En otros casos, se ven sujetos bien vestidos, con portafolios y celulares desplazándose en automóviles de lujo que albergan en residencias descomunales pero sus vidas y su suerte están prendidas y atadas a los dictados de funcionarios gubernamentales sedientos de poder que manejan a estas pseudopersonas como marionetas, mientras estos títeres que no solo se han dejado violar y dejado que se masacre espiritualmente a otros, sino que les brindan apoyo irrestricto a sus carceleros con tal de tener gratificaciones corporales aunque hayan rematado su espíritu y hayan dejado de ser personas.

Entonces ¿por qué ser libres?, por la sencilla razón que de ese modo nos elevamos a la categoría de seres humanos y no nos rebajamos y degradamos en la escala zoológica, por motivos de dignidad y autoestima, para honrar al libre albedrío del que estamos dotados, para poder mirarnos al espejo sin que se vea reflejado un esperpento y, sobre todo, para poder actualizar nuestras únicas e irrepetibles pontencialidades en busca del bien. Con esto se juega nuestro destino, ¿puede concebirse algo de mayor importancia?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

J. F. Revel: Un ejemplo de coraje

“El viejo truco de los dictadores disfrazados de demócratas siempre ha consistido en practicar […] reelecciones perpetuas a la presidencia” escribe Jean-François Revel en sus memorias (Diario de fin de siglo, Barcelona, Ediciones B, 2002). Estas y otras preocupaciones desvelaban a Revel respecto a los extravíos de la democracia que ya había subrayado en How Democracies Perish (New York, Doubleday & Co, 1983), pero consignó sus alarmas sobre la degradación creciente de esa forma de gobierno al límite de consignar en el prólogo que escribió a mi libro Las oligarquías reinantes (Buenos Aires, Atlántida, 1999) que “Lo más inquietante es que esta colosal impostura tiene lugar tanto en países que se denominan democráticos, es decir, donde el poder surge de elecciones libres como en regímenes autoritarios, africanos y asiáticos ¿La democracia no será más que el nombre pomposo de algo que no existe? No seamos tan pesimistas. Más bien es a la insuficiencia de la democracia lo que debemos incriminar” y destacó sus sobresaltos en un libro con un título optimista: El renacimiento democrático (Madrid, Plaza & Janes, 1992) al puntualizar el problema que lo perturbaba en el capítulo sugestivamente titulado “La putrefacción por la cabeza o la cleptocracia”.


La democracia es entendida como una forma de gobierno en la que se elige por mayoría de sufragios pero su parte sustantiva consiste en el respeto a los derechos de las minorías. Tal es la interpretación de autores como Benjamin Constant o Giovanni Sartori. También es entendida como un simple procedimiento sin abrir juicios de valor sobre las metas o resultados. Esta es la interpretación de autores como Rosseau o Hans Kelsen. Pero si se trata de no abrir juicios de valor ¿por qué no sugerir la dictadura en lugar de la democracia? Si hubiera oposición a proclamar un dictador quiere decir que hay en la trastienda un juicio de valor, en este caso, para proteger derechos, lo cual nos retrotrae a la primera acepción. La preocupación de Revel -que compartimos ampliamente- estriba en el desbarranque de esta interpretación original y fundadora, la cual está expuesta de modo muy ajustado por James Bovard en su Freedom in Chains: “Sostener que el derecho de la mayoría es ilimitado significa que no existen los derechos de los individuos. Sin embargo, si el individuo carece de derechos ¿en que consiste el derecho de la mayoría? Si el individuo equivale a cero ¿cómo puede la multiplicación de ceros ser mayor a cero?”.

Nuestro personaje nació en 1924 con el nombre de Jean-François Ricard que permutó por el de Revel y murió en 2006 después de una vida intensa en proyectos y jugosas aventuras intelectuales. Fue un socialista activo hasta que algunos de los escritos de Raymond Aron lo transformaron al liberalismo, tradición de pensamiento que abrazó durante la más prolífica parte de su vida en la que demostró un extraordinario coraje moral para contradecir y contrarrestar a todos los totalitarismos y una sobresaliente honestidad intelectual en sus debates y exposiciones.

Estudió filosofía en la École Normale Supérieure y enseñó esa disciplina en Argelia, Italia y México país este último donde aprendió el castellano al que recurría frecuentemente con gran soltura. Fue colaborador y director de varios de los periódicos más prestigiosos de Francia. Lo invité a pronunciar conferencias a Buenos Aires y participé con el en varios seminarios en España donde pude constatar su cortesía, su rasgo descollante de buen conversador y su peculiar y muy atractivo sentido del humor.

Es enormemente variado el repertorio de Revel (incluso ha escrito sobre aspectos muy sofisticados de la gastronomía…por otra parte, de primera mano me consta su reiterada y pantagruélica ingesta de jamón crudo y jerez). En Sobre Proust (México, Fondo de Cultura Económica, 1988) apunta que “Una de las ideas que formulo en este libro es que Proust siempre parte de algo que ha vivido y experimentado, que no construye ficciones”. Esto es de gran interés, paradójicamente en el ámbito de la ficción: hay novelistas que parten de la pura creación y otros que necesitan escalar desde hechos por ellos conocidos, de lo contrario quedan atrapados en el “síndrome de la página en blanco”. No puede decirse cual de los dos caminos produce mejores resultados pero aparece como más admirable el sacar las cosas de la nada como una gesta parturienta que genera más estupefacción. También en este libro Revel enfatiza la distinción de Proust entre el “yo creador”, el “yo profundo de cada persona” que es “diferente del yo de la vida cotidiana, ajeno a las conversaciones ordinarias sin relación a la personalidad que mostramos habitualmente a los demás”, es decir, bien distinto al “yo superficial de la vida”.

En su célebre La tentación totalitaria (Buenos Aires, Emecé Editores, 1976) afirma que en los corredores de las izquierdas “se sostiene que las sociedades liberales son malas por naturaleza […] una sociedad comunista, aunque esté reducida a un inmenso campo de concentración poblado por individuos que luchan penosamente para sobrevivir, es una sociedad progresista. La sociedad capitalista liberal, al margen de cualquier evaluación de la vida que se lleva en ella, es una sociedad que merece la destrucción”.

En El conocimiento inútil (Barcelona, Planeta, 1988) consigna que “La reivindicación de la `identidad cultural` sirve, por otra parte, a las minorías dirigentes del Tercer Mundo para justificar la censura de la información y el ejercicio de la dictadura. Con el pretexto de proteger la pureza cultural de su pueblo, esos dirigentes lo mantienen tanto como les es posible en la ignorancia de lo que sucede en el mundo y de lo que piensan de ellos”.
En El monje y el filósofo (Barcelona, Ediciones Urano, 1998) que consiste en un diálogo con su hijo, Matthieu Ricard, ex biólogo nuclear y ahora monje budista, Revel concluye que “La idea directriz del Siglo de las Luces y, más tarde, del socialismo `científico` de Marx y Lenin es, en efecto, que la alianza de la felicidad y de la justicia ya no pasaría en el futuro por una indagación individual de la sabiduría, sino por una reconstrucción de la sociedad en su conjunto […] La salvación personal se encuentra desde entonces subordinada a la salvación colectiva […] esta ilusión, es la madre de los grandes totalitarismos del siglo xx”.

En La obsesión antiamericana (Barcelona, Ediciones Urano, 2003) Jean-François Revel pone de manifiesto el complejo de inferioridad y la envidia de los antinorteamericanos clásicos: los que sostienen que en Estados Unidos todo se resuelve con la billetera, dándole deliberadamente la espalda a que es el país que, en proporción a sus habitantes, genera las obras filantrópicas más portentosas del planeta, el mayor número de visitas a museos, la mayor cantidad de orquestas sinfónicas, la mayor producción de libros científicos, las universidades más espectaculares, la justicia más independiente del orbe y el espíritu religioso más acendrado. Es como dice Carlos Rangel, a quien cita nuestro autor en este libro de la siguiente manera: “Para los latinoamericanos constituye un escándalo insoportable que un puñado de anglosajones, llegados al hemisferio mucho después que los españoles y en un clima tan crudo, que poco faltó para que ninguno de ellos sobreviviese a los primeros inviernos, hayan llegado a ser la primera potencia del mundo”. Por supuesto - agregamos nosotros- hoy aparecen justificadas críticas a gobiernos estadounidenses por razones bien distintas: debido a que esos gobernantes lamentablemente adoptaron muchas de las medidas estatistas que los antinorteamericanos clásicos incorporaron con entusiasmo en sus propias tierras desde tiempo inmemorial.
Dado el espacio limitado de que naturalmente se dispone en una columna periodística, refrescaré más o menos telegráficamente, con citas contundentes del autor, un tema que sobrevuela casi todos los escritos de Revel: la similitud entre el fascismo y el nacionalsocialismo con el comunismo y las diversas variantes de socialismo. Este punto crucial está principal aunque no exclusivamente expuesto en La gran mascarada (Buenos Aires, Taurus, 2000).

Allí refleja los siguientes pensamientos: “Lo que marca el fracaso del comunismo no es la caída del Muro de Berlín, en 1989, sino su construcción en 1961. Era la prueba que `el socialismo real` había alcanzado un punto de descomposición tal que se veía obligado a encerrar a los que querían salir para impedirles huir”. “Si, por ejemplo, un liberal le dice a un socialista que en la práctica, el mercado parece un medio menos malo para lograr la asignación de los recursos que el reparto autoritario y planificado, el socialista responderá inmediatamente que el mercado no resuelve todos los problemas. ¡Claro! ¿Quién ha dicho semejante sandez? Pero como el socialismo fue concebido con la ilusión de resolver todos los problemas, sus partidarios presentan a sus oponentes la misma pretensión. Ahora bien, felizmente no todo el mundo es megalómano. El liberalismo jamás ha ambicionado construir una sociedad perfecta […] Se juzga al comunismo por lo que se suponía que iba a proporcionar y al capitalismo por lo que efectivamente proporciona […] el comunismo siempre fue, siempre es, intrínsecamente criminógeno y, por ello, no se distingue del nazismo”.

Enfatiza que el socialismo “promete la abundancia y engendra la miseria, promete libertad e impone la servidumbre, promete la igualdad y desemboca en la menos igualitaria de las sociedades, con la nomenklatura, clase privilegiada hasta un nivel desconocido incluso en las sociedades feudales. Promete el respeto a la vida humana y procede a ejecuciones en masa; el acceso de todos a la cultura y engendra un embrutecimiento generalizado; el `hombre nuevo` y fosiliza al hombre […] No existen verdugos `buenos` y `malos`. ¿Es menos grave ser asesinado por Pol Pot que ser asesinado por Hitler? No tiene sentido establecer una distinción entre víctimas de los totalitarismos negro o rojo […] Si el nazismo y el comunismo han cometido genocidios comparables por su amplitud, por no decir por sus pretextos ideológicos, no es en absoluto debido a una determinada convergencia contra natura o coincidencia fortuita debidas a comportamientos aberrantes sino, por el contrario, por principios idénticos, profundamente arraigados en sus respectivas convicciones y en su funcionamiento”.

Y continúa explicando que “En su État Omnipotent, Ludwig von Mises, uno de los grandes economistas vieneses a los que el nazismo obligó a emigrar, compara las diez medidas de emergencia preconizadas por Marx en el Manifiesto Comunista (1848) con el programa económico de Hitler. `Ocho de los diez puntos` señala irónicamente von Mises `fueron ejecutados por los nazis con un radicalismo que hubiera encantado a Marx`. En 1944 Friedrich Hayek consagra también en su Camino de servidumbre  un capítulo a `las raíces socialistas del nazismo` […] No se puede entender la discusión sobre el parentesco entre el nazismo y el comunismo si se pierde de vista que no solo se parecen por sus consecuencias criminales sino también por sus orígenes ideológicos. Son primos hermanos intelectuales […] En el terreno de las ideas hay un núcleo central común al fascismo, al nazismo y al comunismo: el odio al liberalismo”. En definitiva, concluye Revel que todas las variantes de socialismo desde el nacionalsocialismo al comunismo son “crematorios de la libertad”.
En una oportunidad, caminando juntos por las callecitas de Murcia, este distinguido señor me dijo con vehemencia que sentía que todo lo que hacía era empujado por una vocación irresistible. Esto me recuerda lo escrito por Octavio Paz en La Nación de Buenos Aires: “La vocación comienza con un llamado. Es un despertar de las facultades y disposiciones que dormían adentro de nosotros y que convocadas por una voz que viene de no sabemos donde, despiertan y nos revelan una parte de nuestra intimidad. Al descubrir nuestra vocación nos descubrimos a nosotros mismos”.

Los múltiples escritos de Revel son suficientes para probar el calado de este intelectual sobresaliente, pero al conocerlo de cerca surge aun con más nitidez su propósito de señalar el camino de la sociedad abierta sin desmayo y sin claudicaciones ni componendas de ninguna naturaleza, en soledad y sin considerar los costos de su conducta. Su coraje moral y su honestidad intelectual son las dos virtudes que se encuentran tras la riquísima información y cultura que ha desplegado quien continuará entre nosotros a través de sus numerosos trabajos, todos expuestos con una pluma envidiable, un esqueleto conceptual de notable solvencia y una apertura mental digna de un liberal excelso.
Por Alberto Benegas Lynch (h)
en http://independent.typepad.com/elindependent/2011/10/j-f-revel-un-ejemplo-de-coraje.html

miércoles, 26 de octubre de 2011

Los desafíos luego de la elección

Por Federico Pinedo
Las elecciones del domingo 23 marcaron dos hechos: una fuerte presencia y una enorme ausencia. La presencia se notó por el respaldo notable a la persona de Cristina Fernández de Kirchner y a algunas realidades, especialmente económicas. La ausencia fue la de una alternativa de poder con una visión de país convocante.

Dos cosas, entonces, necesitarán los que sean no K. La primera, construir una alternativa competitiva, es decir que pueda ganar una elección nacional. Eso requiere buenos candidatos, ideas claras, objetivos  duros, disciplina y calidad en la comunicación. Pero también requiere disponer de una organización con capacidad de transmitir un mensaje, interactuar con el liderazgo, sumar y sumar gente y, finalmente, estar en condiciones de hacer un trabajo físico elemental: contar los votos. Se necesita una organización importante, convocante, flexible, apta para coordinar intereses comunes, que trabaje en red. Se necesita una organización adecuada para el logro de un objetivo tan relevante como la presidencia de la nación.

La segunda cosa a lograr es tener una visión de país convocante, que defina bases estratégicas y tenga la flexibilidad de adaptarse a las circunstancias y aprovechar oportunidades. Que defina los requerimientos de infraestructura (energía, logística, comunicaciones); que plantee un nuevo esquema poblacional; que piense a la nación como un todo; que nos vincule con los países vecinos, junto a los cuáles debemos encontrar nuestro lugar en el mundo; que resguarde la dignidad de todas las personas; que se haga cargo de los desafíos de la modernidad: igualdad de oportunidades e innovación.

Lo bueno de Cristina es que tendrá libertad absoluta para hacer lo que quiera: todo el poder es suyo personal. Lo malo para Cristina es... lo mismo. Si no se abre, oye a otros, delega más, ve otras cosas, se enriquece con los que ven cosas distintas, diversas, diferentes y en algunos casos opuestas, no tendrá lo que sólo pueden los dioses: ser infalible, no equivocarse y no dañarse a sí misma. Puede abrirse, adecuarse al mundo, poner fronteras y definiciones a los logros que quiere obtener en su gestión. En ese caso puede terminar como Bachelet. O puede encerrarse, enojarse, cuestionar a los demás. En ese caso terminará como tantos, mal. Es difícil tener la sabiduría del primer camino, sobre todo después de sacar 54% de los votos. Es que hay que darse cuenta de una pequeña realidad: los votos son de la gente, no de los dirigentes.

Federico Pinedo
Presidente del Bloque PRO en la Cámara de Diputados

martes, 25 de octubre de 2011

El crecimiento del poder en la democracia

El Estado contemporáneo actual se encuentra caracterizado por un indudable crecimiento y ampliación del poder político, puesto que la esfera de intervención pública se ha expandido de forma exponencial a poco que lo comparemos con las funciones encomendadas al Estado liberal moderno (laissez-faire) e, incluso, en relación con los regímenes monárquicos de aspiración absolutista propios del sistema del Antiguo Régimen. Ahora bien, ¿cómo se concibe y aplica ese poder en el seno de un modelo democrático?

Crecimiento del poder

A propósito de la historia y evolución del poder, Bertrand de Jouvenel señaló ya hacia 1945 que la instauración de la democracia moderna incrementó de modo exponencial los dos recursos y símbolos centrales del poder en el Estado-nación: los recursos militares y los fiscales. Es decir, se había producido una simultánea generalización e intensificación de dos políticas interventoras relevantes, las referidas al reclutamiento forzoso y obligatorio de soldados y las imposiciones tributarias, resultando ambas de una particular relación causalmente asociada. La lógica de tal dinámica sigue el trazo de una línea evolutiva y secuencial clara y consecuente:

  • Por un lado, se produce paulatinamente la extensión del derecho de sufragio a toda la ciudadanía al tiempo que entran en escena los partidos de masas en la dinámica política y parlamentaria, junto con la emergencia de diversos movimientos sociales tendentes a reclamar una mayor participación y mayores cuotas de igualdad material mediante la traslación de sus demandas y reivindicaciones a la esfera pública.
  • Por otro lado, como consecuencia de la traslación generalizada y crecimiento de las demandas sociales se produce una expansión significativa del papel del Estado en la sociedad civil, con el objetivo de llevar a cabo su cumplimiento e implementación.
  • Además, el proceso de ampliación y profundización estatal en el ámbito privado se encuentra directamente relacionado con un progresivo y continuado proceso de modernización, secularización, racionalización y burocratización.
  • Sin embargo, Jouvenel viene a señalar ahora un resorte extra y fundamental que permanecía oculto hasta el momento: a diferencia de la monarquía, en un Estado democrático el soberano ya no es el antiguo señorial de corte aristocrático y claramente diferenciado del resto, sino de carácter popular (soberanía popular). Así pues, ha dejado de ser ese "otro" para convertirse en un "nosotros", en tanto pueblo indiferenciado e igualitario. Tal cambio, en cuanto al sujeto soberano, resulta trascendental, puesto que facilitó enormemente la disposición y aceptación general de políticas y decisiones que respondían a las nuevas necesidades estatales. De hecho, la práctica estatal supo disfrazar tales decisiones, tendentes al logro de un incremento sustantivo de su poder y atribuciones, a través de un particular "velo democrático" mediante el cual disimular sus intenciones reales, de tal forma que su aspiración natural de incremento y concentración de poder quedaba ahora cubierta por un aura de legitimidad democrática.

Intervención estatal

Jouvenel nos advierte también acerca de los peligros de tal intervención estatal, pues el Estado no crece sólo como respuesta desinteresada a las demandas de la sociedad, sino también como respuesta natural a la dinámica de unas burocracias dispuestas siempre a extender su particular ámbito de competencias. Además, la administración, por el hecho de no estar sometida a la implacable vigilancia del mercado, se vuelve lenta, poco ágil, ineficiente y, por tanto, excesivamente costosa.

Además, si se acepta el axioma apriorístico consistente en que el ser humano es egoísta por naturaleza, no habrá dificultad en reconocer entonces como un hecho autoevidente que los políticos utilizarán instintivamente el poder en beneficio propio. De este modo, el ejercicio del poder, que es la cuestión central de toda relación política, tan sólo se convierte en un reflejo más de la naturaleza humana individual, imprimiendo así lo privado su particular sello en lo público.

Reducción de la libertad

Finalmente, a fin de constatar de modo fehaciente la hegemonía y preeminencia del poder político estatal, tan sólo se precisa centrar nuestra atención sobre el retroceso que el pleno ejercicio de los derechos individuales ha experimentado en el último siglo. Con el fin de demostrar fehacientemente este hecho, tan sólo hemos de centrar nuestra atención en el evidente cambio interpretativo del que ha sido objeto el concepto de libertad clásica, en tanto libertad negativa, pues frente a los derechos naturales de vida, libertad y propiedad, se contraponen ahora los recursos estatales referidos a la enorme capacidad de guerra, legislación y fiscalidad, cuyo desarrollo y preeminencia trae como consecuencia lógica la limitación y reducción de los primeros.

Tan poderosa es esa realidad, que a algunos las libertades individuales les parecen ya no sólo anacrónicas sino, egoístas y perniciosas. ¿Quién podrá conceder valor a su vida, a su hacienda o a su familia, cuando debe sacrificarse y morir por su Estado? La Patria exige a veces esos sacrificios y no hay hombres que los niegue. Pero el Estado moderno los exige siempre, en frío, y se le dan a disgusto o se los toma a la fuerza. No hay más libertad que la que él concede.
López Amo Marín, A., Los caminos de la libertad (1947)

El crecimiento del Estado

Finalmente, cabe señalar también el particular fenómeno en torno a la crisis del Estado-nación como consecuencia de la progresiva cesión de competencias en favor de la conformación y configuración de superestructuras estatales. En este sentido, tal proceso parece indicar que el único medio de asegurar la existencia humana sobre la base de la hegemonía estatal consiste en formar un solo Estado que llegue a abarcar toda la superficie de la tierra: un "Estado mundial".

A este respecto, existen a juicio de algunos autores, dos hipótesis contradictorias sobre los efectos de tal traspaso ascendente de poderes (regímenes internacionales o supranacionales):

  • Unos afirman que debilitarán al Estado reduciendo su capacidad funcional, sus recursos y su autonomía para tomar decisiones.
  • En cambio otros, argumentan que puede que aumenten la autonomía y el poder efectivo de las elites estatales al liberarlas de la carga que representan las tareas más gravosas y de mayor desgaste político.

Ahora bien, la creación de una superestructura de tal tamaño y entidad no puede hacer otra cosa que continuar el progresivo e imparable avance a favor de la concentración de poder, de modo que creo lícito postular dos efectos plausibles propios de tal dinámica: en primer lugar, una mayor autonomía, autoridad y potestad por parte de la elite política supraestatal gobernante (véase la UE), puesto que es de suponer que de no ser así no adoptaría tales medidas; pero, por otro, y de modo paralelo, una tendencia contraria en el sentido de transferencia hacia abajo. Una reacción opuesta que surge con el objetivo de profundizar un paulatino proceso de descentralización política y administrativa, presente ya en la actualidad.

Imagínese un gobierno mundial, democráticamente elegido a escala planetaria según el principio un hombre, un voto. ¿Cuál sería el resultado de semejante elección? Con toda probabilidad, tendríamos un gobierno de coalición chino-indio ¿Cómo actuaría el nuevo gobierno para satisfacer a sus partidarios y ser reelegido? Denunciando, tal vez, que el llamado mundo occidental es muy rico y el resto del mundo, sobre todo China y la India, demasiado pobres, lo que exigiría una redistribución sistemática de la renta y la riqueza.
Hoppe, H.H., Monarquía, Democracia y Orden Natural

Es evidente que, en función de cuál sea el movimiento que salga victorioso de esta pugna política contrapuesta, ello acabará por determinar una nueva dinámica que transformará de modo sustancial las bases, prácticas y fundamentación del sistema político vigente a lo largo del siglo XXI.

Por Manuel Llamas en http://www.liberalismo.org/articulo/405/28/crecimiento/poder/democracia/

lunes, 3 de octubre de 2011

El límite de la deuda, explicado sencillamente

 
Entérese de forma amena y simple que la economía de Estados Unidos -y de cualquier paìs del mundo- es como una economía familiar y hay que cuidar de que los gastos no sobrepasen los ingresos. Disminuir el gasto y los préstamos para pagar por ese gasto está en manos del Congreso y del presidente de la nación. 

viernes, 30 de septiembre de 2011

Sobre "Por qué no soy Cristiano" de Bertrand Russell

Acabo de leer un libro de Russel que tenía que recomendar, "Por qué no soy cristiano" es un compendio de ensayos que refutan todas las creencias metafísicas del dogma cristiano. He podido sacar en claro algunas de la ideas primordiales que quiero compartir:

Para el filósofo británico cualquier religión (comunismo, cristianismo, pastafarismo, islamismo, confucionismo....) perdura en función de la ignorancia y la falta de toma de conciencia de las gentes.
La religión es anti-natural y antihistórica. No cambía con el devenir de los tiempos y tampoco permite que los humanos obtengamos placer fuera de lo especifícamente marcado por el dogma. Por eso los cristianos promueven el celibato y prohiben el condón, porque piensan que el sexo solo atiende a la procreación, no al placer.

En su primer ensayo, Bertrand Russel se dispone a contestar la teoría de la "primera vía" elaborada por Santo Tomás de Aquino, en esta primera vía Tomás quería argumentar la existencia de Dios a través del principio de causalidad por el cual toda consecuencia le precede una causa hasta el infinito, osea Dios. Para Russel la primera vía es una mera hipótesis no sabemos con exactitud que exista lo infinito, y tampoco que para cada cosa que ocurra haya una causa (plan) específica.

En otras disgresiones Russel muestra su carácter más libertario aduciendo algo revolucionario y que cambiaría al mundo completamente (para bien claro), en dichos razonamientos pide la eliminación de la hipocresia e imposición moral de la religión cristiana que ha generado durante dos milenios a ciudadanos reprimidos sexual y socialmente. Para ello solicita la supresión de cualquier orden religiosa que se dedique a la educación, porque no se puede dejar la educación en manos de gene que considera una enfermedad cualquier desviación,de cualquier tipo, a lo estrictamente marcado por la divinidad.

La religión se basa en el amor, pero en la ignorancia. En la edad media la peste se propagó porque el parroco de las érmitas llamaba a los fieles a congregarse en las Iglesias, esto, que tenía como fin algo bueno, como era el fín de la peste, provocaba algo perjudicial, su expansión. Aparte de este y muchos otros ejemplos Russel viene a confirmar que el cristianismo propugna un amor teórico que en la práctica es horrible, la quema de brujas como medio de "purficación", las guerras santas, el celibato..... Para ello reivindica el amor y conocimiento, solo alcanzables con la ciencia.

Dado su carácter liberal, Russel es partidario de la eliminación paulatina de esa Institución llamada Matrimonio, la legalización de la homosexualidad/bisexualidad, la liberación de la mujer..... Para Russel todo esto era consustancial a la eliminación del cristianismo que relega a la mujer a la cocina, a los homosexuales reprimidos a vilipendiar a los que se han liberado.... La preeminencia del cristianismo ha provocado que todo aquel que no siguiera los credos viviera una vida triste y fingida.
Russel tambien redunda en la idea de que la metafísica no nos aporta ninguna certeza al no tener el respaldo de lo empírico. Todas las religiones se basan en la metafísica, por lo tanto debemos mantener miramientos hacía la Iglesia y ser agnósticos. Solo podemos tener la veracidad de la Ciencia, basada en lo experimental y objetivo.

Hace una distinción entre el credo protestante, más liberal, emprendedor, e individualista... y el católico, más "social" en el sentido de que la homogenización social es algo que el catolicismo debe imponer. Estas tendencias aparecen hoy día también

y hacen que los españoles tengamos otro carácter distinto al de un alemán protestante.
El cristianismo no pretende hacer de la vida algo ameno y feliz, sino más bien quiere hacer del mundo un sitio donde los pecadores nazcamos y sepamos soportar el sufrimiento para así ser redimidos de nuestros pecados. El cristianismo no va a aliviar sufrimiento superfluo, salvo excepciones "Teología de la Liberación".

Hace un llamamiento a los padres para que eduquen a sus hijos en educación sexual, que no permitan que dicho tema sea tabú.

Para terminar diré que "Por qué no soy cristiano" es un alegato a la libertad y a la eliminación de cualquier cerrazón religiosa sea cual sea. Este hombre vivió durante toda su vida vetos e ignoniias por pensar de forma díscola, fue expulsado en la Universidad de Nueva York. Al final consiguió el Nobel en el 50. Por una vez, los coherentes ganan.
Miguel Caballero
en http://posturasjuveniles.blogspot.com/2009/05/por-que-no-soy-cristiano-la-biblia-del.html

jueves, 29 de septiembre de 2011

Un decálogo liberal

Quizá la esencia de la visión liberal pueda asumirse en un nuevo decálogo. Los diez mandamientos, que como maestro, me gustaría promulgar, podrían enunciarse de la siguiente manera:

1. No te sientas absolutamente seguro de nada.
2. No pienses que vale la pena ocultar la prueba, pues con toda seguridad èsta saldrá a la luz.
3. Nunca te desanimes pensando que no vas a tener éxito.
4. Cuando te encuentres con una oposición, incluso si viene de tu esposa o de tus hijos, esfuerzate por vencerla con argumentos y no con autoridad, pues la victoria que depende de la autoridad es irreal e ilusoria.
5. No tengas respeto por la autoridad de otros, pues siempre se encuentran autoridades en contrario.
6. No uses el poder para reprimir opiniones que condideras perniciosas, pues si lo haces las opiniones te reprimirán a ti.
7. No temas ser excéntrico en tus opiniones, pues todas las opiniones aceptadas ahora, alguna vez fueron excéntricas.
8. Encuentra mayor placer en el disenso inteligente que en la aceptación pasiva, pues si valoras la inteligencia como se debe, lo primero implica una más profunda aceptación que lo segundo.
9. Sé escrupulosamente sincero, incluso si la verdad es inconveniente, pues es más inconveniente cuando tratas de ocultarla.
10. No sientas envidia de la felicidad de aquellos que viven en un paraíso de tontos, pues sólo un tonto pensará que eso es la felicidad.
Bertrand Russell
http://profesorjano.tumblr.com/post/6422082927/el-decalogo-liberal-de-bertrand-russell