jueves, 30 de octubre de 2008

Argentina: La consumación del atraco

Hay que empezar por el principio: a cada persona debe reconocérsele el derecho usar y disponer del fruto del propio trabajo. En la historia argentina es de interés recordar que buena parte de los inmigrantes decidieron invertir en propiedades inmobiliarias para prever su futuro. Luego vino la demoledora “conquista social” de las leyes de control de alquileres y desalojos que liquidó el patrimonio de millones de personas.
Esta debacle se reemplazó con las jubilaciones estatales obligatorias. No se necesita ser un experto en interés compuesto para comprobar la estafa monumental que eso significó. Resultó un chiste macabro el denominarlo “sistema de seguridad social” cuando en verdad constituyó un evidente sistema de inseguridad antisocial. La premisa absurda sobre la que está construido el aporte obligatorio es que la gente no sabrá proteger su vejez. Pero esta arrogante subestimación de las personas no toma en cuenta que si se sigue esta línea de análisis habría que destinar un policía para cada uno al momento de cobrar la pensión puesto que podría gastársela en el bar de la esquina con lo que se habrá cerrado el círculo orwelliano.
Incluso las llamadas “deducciones” en los salarios y honorarios que llevan a cabo los empleadores como “agentes de retención” del gobierno a las que estamos acostumbrados, son de una manifiesta y grotesca inmoralidad. Constituye un ataque a la dignidad de las personas sustraer ingresos de otros y, consecuentemente, imponer una diferencia entre el salario bruto y el neto.
Más adelante vino la mal llamada “privatización” del sistema en el que se obligó a la gente a destinar parte de sus recursos a empresas privadas que, con las fauces abiertas, sacaron provecho del mercado cautivo que el gobierno les brindaba. El punto de partida seguía siendo el tratar a la gente como animalitos que hay que domesticar, en lugar de considerar sagrado e intocable lo que le pertenece a otro.
Luego el aparato estatal comenzó a inmiscuirse en el manejo de la cartera de las empresas de jubilación privadas ordenando que invirtieran en títulos públicos y otras sandeces de tenor equivalente, con lo que los empresarios comenzaron a encontrar pretextos para justificar escasos retornos sobre las colocaciones y justificadamente endosar el problema al gobierno.
Ahora se consuma el atraco. Y esta no es una metáfora ya que el gobierno actual proyecta un manotazo sobre 30 mil millones de dólares de quienes tenían invertido sus ahorros legítimos en las empresas de marras al efecto de engrosar las arcas estatales. Esto significa un sopapo más a las instituciones de la república y al sentido mismo de la democracia basada en el Estado de Derecho.
No era suficiente que el Legislativo abdicara en el Ejecutivo de sus funciones primordiales e indelegables del manejo presupuestario, había que invadir frontalmente la propiedad. A partir de ahora todo queda a merced de los caprichos y arbitrariedades de funcionarios cuya misión es proteger los derechos de cada uno.
A partir de ahora este gobierno queda más claramente alineado con sus admirados Chávez, Ortega, Correa y Morales y la Consitución se convierte en puro formalismo sin sustancia alguna. Incluso la situación se convierte en una versión muy empeorada de las sucesivas confiscaciones de depósitos del menemato, de la Rua y Duhalde quienes bajo distintos eufemismos y subterfugios gramaticales se apropiaron de los fondos de la gente en una maniobra escandalosa y que mancha de vergüenza nuestra historia. Todavía guardamos en la retina las penosas imágenes de personas golpeando desesperadamente las persianas cerradas de la instituciones bancarias cómplices del saqueo, encargadas de proteger y salvaguardar los dineros que se les habían confiado.
Pero en esas ocasiones los gobiernos entregaron papeles de la deuda que los depositantes debieron aceptar como única alternativa al atraco que sufrían. Es como si el ladrón después de su fechoría entregara a las víctimas un pagaré de dudoso valor. En esta oportunidad ni siquiera eso. ¿Qué otra expresión existe en el vocabulario de la ciencia política como no sea que esto pone de relieve una manifestación clara de totalitarismo? ¿Acaso no es más sincero y abierto el fraude si lo hacen las botas de un régimen militar que civiles que operan ocultos tras la fuerza (las botas) que da sustento al gobierno si alguien se resistiera a entregar lo que le pertenece? ¿No constituye una trampa burda a las normas más elementales del constuticionalismo, desde la Carta Magna de 1215 en adelante, el echar por la borda los límites básicos al poder político? ¿No es esto parecido a un golpe a las instituciones de la convivencia civilizada?
A todo esto debe agregarse la estampida del gasto público, los índices mentirosos del Indec, el unitarismo más recalcitrante, la ascendente deuda estatal y la maraña fiscal de dobles y triples imposiciones el contexto de tributos siempre crecientes.

por Alberto Benegas Lynchpor Alberto Benegas Lynch

domingo, 5 de octubre de 2008

Con viento de frente, un escenario que exige pensar con otro enfoque

Cuando se producen crisis como las que observamos hoy en el mercado internacional se suelen destacar las caídas de los activos para reflejar la crisis, pero no se reflejan los activos que aumentan de valor. En los últimos días podía verse que, ante la caída de las acciones en el exterior, subía el precio del oro.
¿Qué significaba? Que había inversores que desarmaban sus posiciones en acciones y se refugiaban en el oro. La ley de Say (ley que lleva este nombre por Juan Bautista Say, economista francés, dijo que la oferta crea su propia demanda) siempre se cumple. El mercado ofrecía acciones para demandar oro. Lo mismo ocurrió con la crisis de 2001/2002 en la Argentina, cuando ante el corralito, corralón y el pánico la gente se retiraba de los bancos para demandar propiedades.
¿Puede la actual crisis internacional generar un efecto similar? Ante el temor por la crisis, ¿traerán los argentinos los fondos que tienen en el exterior para invertir en propiedades? No veo que en esta oportunidad se produzca un movimiento de este tipo. En primer lugar, porque hoy son mucho más estrictos los controles que establece el Estado al momento de adquirir una propiedad, por lo tanto, más de uno tendría problemas para explicar el origen de sus fondos. En segundo lugar, los precios de las propiedades no son tan atractivos como en 2002. Adquirir una propiedad a precio de ganga para refaccionarla, como ocurrió en los primeros años posteriores a la crisis de 2002, no luce como una alternativa muy potable considerando que, en un contexto inflacionario, es muy difícil calcular los costos de refacción y los precios de los materiales aumentaron en dólares. Por otro lado, las propiedades terminadas y en buenas condiciones hoy tienen precios que pueden servir como refugio frente a la inflación, pero no me imagino este mercado como un buen mecanismo de arbitraje por el cual se compra barato para hacer una diferencia de capital.
También cabe recordar que el sector agropecuario fue un buen demandante de propiedades en los últimos 5 años, pero se sabe que hoy enfrenta importantes bajas de rentabilidad.Desde el punto de vista macro lo que se visualiza es que ya existe una importante disminución en el ritmo de actividad, que irá acentuándose en los próximos meses.
Esto significa que disminuirá la capacidad de ahorro del sector privado y, en consecuencia, si el mercado inmobiliario fue, hasta ahora, un refugio para invertir los ahorros, en adelante habrá menos ahorro para refugiar. Con esto quiero decir que, como mínimo, los precios de las propiedades deberían dejar de subir.
El escenario es bastante claro. Si quienes compraban al contado, que eran la mayoría de las operaciones, ahora tendrán menos ahorros para invertir por disminución de la rentabilidad de sus empresas, y si el crédito hipotecario sigue estando ausente, no se percibe de dónde saldrá la demanda para sostener precios en alza.
Podría argumentarse que extranjeros que fueron castigados en el exterior por la crisis traerán sus capitales a la Argentina. Puede ser en forma muy marginal, pero no luce hoy nuestro país como el refugio alternativo ante la crisis internacional. Finalmente quedaría el caso de los que tienen sus ahorros en los bancos locales y optan por retirarlos para adquirir propiedades.
Por ahora no se ve ese escenario. Más bien la gente está dolarizando sus ahorros porque comienza a advertir que el dólar en la Argentina es nuevamente barato.
Mi impresión es que, así como el resto de la economía está disminuyendo la tasa de aumento de precios por las menores ventas, el mercado inmobiliario no tendría que escapar a la tendencia general, salvo que se produjera en nuestro país otro pánico bancario y la gente saliera corriendo a comprar dólares y propiedades como ocurrió en 2002.
En ese hipotético caso, habría un overshooting en los precios de las propiedades, es decir, subirían aún más los precios en una primera instancia, pero luego de la crisis deberían retornar a precios más bajos. El viento de cola que venía del exterior durante los últimos 5 años ha cesado y ahora aparece un viento de frente. Si el modelo económico ya estaba agotado antes de la crisis financiera internacional, ahora está mucho más agotado y sin márgenes. Por lo tanto, seguir pensando en los mismos términos que se pensó desde 2003 hasta ahora ya no sirve.

Roberto Cachanosky (economista) Para LA NACION

miércoles, 1 de octubre de 2008

Huracán liberal en el PP

Algo inesperado ha ocurrido en el congreso XIV Congreso del Partido Popular de Madrid. Uno de los oradores que en principio parecía destinado a actuar de mera comparsa de Esperanza Aguirre ha sorprendido con un discurso lleno de energía y convicciones. El presidente regional de Nuevas Generaciones, Pablo Casado, se convertía el sábado por la mañana en una de las estrellas de la gran cita de los populares madrileños.
Casado ha despuntado en el Palacio Municipal de Congresos como un excelente orador y un nuevo abanderado de los principios liberales dentro de su formación política. No sólo ha logrado competir con Aguirre en cantidad de aplausos arrancados al auditorio; también ha conseguido poner al público en pie, al igual que ella, y ha sido el tema de conversación en muchos de los corrillos formados al terminar el evento.
Con un valor inusitado en los dirigentes de la organización juvenil del PP, se ha atrevido con cuestiones que muchos temen comentar y ha demostrado controlar el arte de la puesta en escena política. No ha dudado en atacar la nostalgia del 68, y se ha reclamado heredero del 89. Ha recordado al público, que se le iba entregando cada vez más según pasaban los minutos, que ese fue el año en que los jóvenes se enfrentaron a los tanques en Tiananmen y derrumbaron el muro de Berlín. Se ha mostrado como portavoz de los que "no idolatramos a asesinos como el Che Guevara" y sí "a mártires como Miguel Ángel Blanco", del que ha dicho que "es un héroe", categoría que le ha negado al "mercenario" argentino.
Casado no ha tenido contemplaciones con la izquierda, a la que ha tachado de "carca" y ha recordado que la canción que ellos entonan, La Internacional, se cantaba cuando el comunismo asesinó a cien millones de personas el siglo pasado. Pero no se ha quedado en eslóganes tan acertados como necesarios. También ha entrado en el terreno de las propuestas concretas. Ha arremetido contra el salario mínimo interprofesional, del que ha recordado que crea desempleo entre los jóvenes, ha reclamado la liberalización del suelo, cuya regulación es una de las principales causas del precio de la vivienda, y ha pedido una flexibilización del mercado del trabajo.
Con su oratoria ágil y su energía, ha sido capaz de lanzar mensajes cargados de un liberalismo indudable. Ha rechazado que los jóvenes tengan que vivir subvencionados y ha arremetido contra el control de los ciudadanos desde que nacen hasta que mueren. El líder de los jóvenes del PP madrileño ha reclamado, en definitiva, la madurez del ciudadano frente al Gobierno. El suyo ha sido un discurso en el que la idea fuerza ha sido la libertad individual frente al poder y el paternalismo del Estado.
Puede haber nacido una estrella política y un nuevo adalid del liberalismo en España. Esperemos que se mantenga fiel a los principios que ha defendido de forma tan brillante y no se amolde, como han hecho muchos de sus mayores en el PP y otros dirigentes de Nuevas Generaciones, al consenso socialdemócrata o al conservadurismo de nuevo cuño pero de viejas raíces.