jueves, 29 de diciembre de 2011

Llora por mí, Argentina

Por Alberto Benegas-Lynch (h)
Para explicar el caso argentino resultaría un tanto tortuoso el comenzar con su independencia en 1810. Mucho más cerca de eso está el nefasto período de Menem donde aumentó sideralmente el gasto público, la deuda estatal y el déficit fiscal junto con una alarmante corrupción e impunidad, fruto de la inexistencia de la división de poderes y la consecuente independencia de la Justicia. 

Muchos fueron los pequeños mentales que quedaron encandilados con la transferencia de algunos activos estatales monopólicos que en la mayor parte de los casos se entregaron a monopolios privados. Este traspaso de activos, generalmente envuelto en resonantes corrupciones, hizo decir a algunos distraídos que la Argentina operaba en una sociedad abierta y en el contexto de mercados libres. Esa afirmación fue tomada por las izquierdas y hoy aparecen ríos de tinta explicando los males del liberalismo o aquella bufonada que ha dado en llamarse 'neoliberalismo'. En gran medida, las izquierdas demuestran así la cloaca del sistema imperante. Pero se equivocan de blanco: no hubo ni el más pálido reflejo de lo que significa el liberalismo que, antes que ninguna otra cosa, es una concepción ética en la que priva la igualdad ante la ley y, por ende, el respeto a los derechos de todos. Ahora son muchos los que miran para otro lado con cara de 'yo no fui'. 


En regímenes de ese tipo, los empresarios se convierten en cortesanos del poder obteniendo todo tipo de prebendas, privilegios y mercados cautivos en línea con la preocupación que señaló Adam Smith en 1776 cuando se bloquea la posibilidad de elegir en el contexto de la competencia y los mercados libres. Como consecuencia de este desaguisado, la distribución del ingreso no opera conforme a la eficiencia de cada cual para atender las necesidades de sus semejantes sino, como queda dicho, debido a la alianza con el poder de turno, lo cual conduce a situaciones de extrema injusticia.

Actualmente, la Argentina se encuentra frente a dos problemas gravísimos. Por un lado el completo abandono de sus instituciones republicanas y, muy especialmente, la demolición de la idea de contrato que, como es sabido, hace a la esencia de una sociedad civilizada. Por otra parte, nos encontramos frente a un desorden del gobierno central y los gobiernos provinciales, los cuales continúan con gastos crecientes y déficit astronómicos.

Este cuadro de situación se resume en lo que ha dado en llamarse 'el corralito', lo cual constituye un fenomenal manotazo a los ahorros de terceros a través de la inmoral encerrona en el sistema bancario y financiero. Lamentablemente, durante todo este tiempo la Argentina ha contado con el apoyo del Fondo Monetario Internacional, con los mismos resultados catastróficos que se produjeron en Tailandia, Rusia y Turquía.


Juan Bautista Alberdi, uno de los inspiradores más preclaros de nuestra Constitución liberal de 1853, recordaba que se había luchado por nuestra Independencia para liberarnos de las máquinas fiscales explotadoras de la metrópoli. Pero, con tristeza, Alberdi concluía que dejamos de ser colonos de España para convertirnos en colonos de nuestros propios gobiernos. Estos aparatos estatales tratan al contribuyente como si fuera una planta de limón que hay que exprimir al máximo para incursionar en todo tipo de tropelías, pero nunca brindar los servicios que debe prestar todo gobierno respetable: justicia y seguridad. Por eso, 'llora por mí Argentina' y por tantos otros que en este país hacen lo posible porque vuelva a ser una comunidad civilizada.
© AIPE Alberto Benegas Lynch (h) en http://www.ilustracionliberal.com/11/llora-por-mi-argentina-alberto-benegas-lynch-h.html, vicepresidente-investigador Senior de la Fundación Friedrich A. von Hayek de Argentina.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Ricardo Foster marca la chatura cultural del kirchnerismo

El diario BAE presenta, en la contratapa de su edición del 20 de Diciembre de 2011, un artículo de Ricardo Forster titulado: "El 2001 y nosotros" cuya lectura, en función de lo que deliberadamente omite el autor, resulta altamente recomendable.

A partir de hoy, cuando me vuelvan a preguntar porque considero que el kirchnerismo es un fraude en sí mismo, exhibiré como prueba documental este artículo del principal referente de Carta Abierta. Un filósofo que apelando a la memoria promueve el olvido evidencia la deslealtad intrínseca de su pensamiento, lo que en este caso pone al servicio de la mezquindad en el relato histórico.

Queda claro en las palabras de Forster que una de las estrategias del kirchnerismo es promover, siempre, odios y rencores recurriendo a los prejuicios más básicos, así, mientras hoy se aumentan los controles sobre el libre cambio de pesos a dólares, se retrotrae a la crisis del 2001 para afirmar que "se juntaron apenas por un instante, la cacerola y el piquete, las demandas de los olvidados de la historia, de los expulsados del sistema, con la de los ahorristas despechados que, en la mayoría de los casos, exigían que les devolviesen sus dólares envenenados".

Significa entonces que la mera posesión de ahorros en moneda extranjera -en un país de larga tradición inflacionaria hasta la convertibilidad-, es indicio para Forster de ganancias mal habidas. Sin embargo, la mayoría de los ahorristas procuraban cuidar el fruto de largos y honrados años de trabajo. Algunos de esos ahorristas, incluso teniendo la oportunidad de depositar sus dineros en el extranjero, eligieron ponerlo acá porque consideraban inmoral sacar divisas del país.

Notoriamente, no fue esa la posición del entonces Gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner, quien por aquello de que el capital no tiene bandera recurrió, con sentido práctico, al dólar y la banca extranjera para poner a resguardo los fondos provinciales. 

Sostiene Forster que para el 2001 las condiciones de vida digna habían sido expropiadas por el "capital liberalismo", y eso es mentira porque el liberalismo no es un conjunto de medidas aisladas sino un todo coherente que ni Ménem, ni De la Rúa tuvieron el propósito de alcanzar, ni estuvieron nunca en condiciones de llevar adelante, carecían de la convicción requerida. El liberalismo no es la simple obediencia al mercado, es patriotismo, amor a la libertad evidenciado en reglas de juego claras, transparencia en la gestión y absoluto respeto por los derechos individuales. La crisis del 2001 no fue por seguir ideas liberales, sino por alejarse de ellas. Y si Forster presume de haber estado en las calles, yo todavía recuerdo el broncoespasmo, y el ardor en la piel, por la granada de gas lacrimógeno que estalló a mis pies en Plaza de Mayo. No tenía ninguna cuenta en dólares ni en pesos por la que reclamar, ni quería seguir una fiesta que no fue mía, ni tampoco estaba en el extremo de pasar hambre: quería un país sin corrupción, donde las leyes no tuvieran precio. Había muchos como yo.

Finalmente, en lo que es la frase central en la nota de Forster, allí donde la mentira por omisión se hace alevosa y descarada, asevera: "Que las jornadas de Diciembre de 2001 tuvieran como continuidad necesaria lo inaugurado en mayo de 2003 no es algo que tenía que ocurrir ni se expresaba como consecuencia de una causalidad de la historia."

Entre el 2001 y el 2003 hay un vacío en la memoria de Ricardo Forster. Su relato histórico no contempla la Presidencia de Eduardo Duhalde. Parecen no tener importancia esos dos años en los que la Argentina volvió a ser un país gobernable saliendo del caos preanárquico y en los que la economía comenzó a recuperarse. Sencillamente para Forster, con la mezquindad de su amnesia selectiva, la continuidad del 2001 es la supuesta refundación del país por obra de Néstor Kirchner.

El pretendido mito de la refundación histórica, hace a la esencia de la falsedad kirchnerista, y como todo ha cobrado vida a partir del hoy difunto al que con cierto esoterismo lopezrreguista llaman "él", no hubo nada que rescatar, todo es nuevo, inaugurado, creado por la mano del redentor del pueblo olvidado por Dios. De allí que al kirchnerismo le repugne dar las gracias. ¿Qué van a agradecer si antes de ellos nada?

Pero la verdad está en lo que desde la hipocresía Forster evade decir, que del 2001 se salió gracias a Eduardo Duhalde. Si alguna pizca de honestidad intelectual brotara entre los petisos pensadores de Carta Abierta, deberían empezar por dar las gracias, primero a Eduardo Duhalde y después a la soja, ese yuyito tan bien cotizado.

Mal que les pese a ellos y a nosotros, el kirchnerismo con -su pragmatismo maquiavélico y la mentira como discurso- es la continuación desviada de Duhalde, la oportunidad desperdiciada de construir un país mejor, donde "para todos" no fuera sólo un slogan. 
por Ariel Corbat
en http://plumaderecha.blogspot.com/2011/12/ricardo-forster-marca-la-chatura.html

jueves, 22 de diciembre de 2011

Periodismo para la corona

Por Alfredo Leuco
Hay que encender una luz de alerta roja. El gobierno de Cristina Fernández avanza a paso redoblado y a tambor batiente sobre los que considera sus enemigos. Los quiere pasar por encima. El operativo para castigar, erosionar, limitar y si es posible, quebrar a Daniel Scioli, Hugo Moyano y la libertad de expresión, tiene una velocidad, una planificación y una profundidad que nadie esperaba. Todos los días se mueve una pieza en este ajedrez. Son acciones cotidianas, precisas y al hueso en todos los frentes.

La metáfora más gráfica se nos aparece como si Cristina fuera la comandante en jefe de una mesa de arena donde su estado mayor, Máximo, Boudou, Abal Medina, Zannini y Mariotto utilizan todas las armas disponibles de un estado golpeador. Ese es el problema mas grave. Porque la pelea por el poder es absolutamente legítima y Cristina con sus 12 millones de votos tiene derecho a darle el rumbo que quiera a su gobierno. Pero como decía el General, dentro de la ley todo, fuera de ley, nada.

Se utilizan todos los organismos del estado como si fueran propios, como si pertenecieran solo al gobierno de turno o peor aún a un grupo que lidera un espacio político. La justicia, la SIDE, la AFIP, la pauta publicitaria, la gendarmería, la policía, la manipulación escandalosa de la historia y de la actualidad, los volantazos en sus alianzas, todo, absolutamente todo vale para lograr esos objetivos. El fin justifica todos los medios. En muchos casos los funcionarios nacionales se mueven por sentimientos de venganza y rencor. Un gobierno recién reelecto con mas del 54% de los votos y con casi la suma del poder público, con mayorías legislativas, con gobernadores e intendentes que masivamente les responden y con una parte de la justicia con la camiseta pinguina puesta, no necesita caer en un verdadero abuso de poder. Hay que denunciarlo con todas las letras. Hay que defender la libertad de expresión aunque vengan degollando. Porque si Guillermo Moreno se va a ocupar de vender o negar papel para diarios estamos en problemas.

Porque si José Luis Manzano es el nombre y apellido de la ética antimonopólica es como borrar el pasado. Porque si Juan Manuel Abal Medina hace lo que quiere con millones y millones de pesos de publicidad oficial y no le rinde cuentas a nadie, y solo decide arbitrariamente, la cosa se pone directamente peligrosa. No se puede cambiar de concubinos por intereses poderosos y pretender que uno se trague la píldora de que, en realidad lo que les interesa es democratizar la palabra.

¿Desde cuando? ¿Qué gesto han tenido los gobernantes a favor de un mayor pluralismo y un respeto irrestricto a la opinión crítica y a otra forma de pensamiento? ¿Cuándo Clarín dejó de ser al principal aliado para convertirse en el principal enemigo? ¿En que momento Cablevisión y Multicanal se casaron bendecidos por Néstor Kirchner y ahora lo quieren partir en cuatro pedazos con el auspicio de Cristina? ¿Quien puede creer que el silencio eterno de los funcionarios, que casi no hablan ni con los periodistas amigos, sirve para mejorar la calidad institucional? Agitarse entre convencidos es demasiado parecido a la masturbación. Pensar todo en forma conspirativa termina pariendo paranoias. Pelear por el control de todas las cosas todo el tiempo los lleva a un militantismo que los aleja de la gente. La búsqueda de las grandes mayorías es el corazón de la democracia. La búsqueda de las hegemonías es el camino al autoritarismo.

Fibertel no existe mas, decretó un ministro que trabajó años de cajero del kirchnerismo. Sus voceros a sueldo en los medios también tienen ganas de gritar que “Cablevisión no existe más”. Cuidado… que a ningún salvaje se le ocurra decretar que la realidad no existe más. La presidenta dijo ayer en Uruguay que “Los medios están deseando que nos vaya mal”. Es una lástima y un error grave que la presidenta piense de esa manera. Habrá probablemente algún grupo minúsculo y repudiable de periodistas corruptos o golpistas. Pero la gran mayoría de los medios y de los trabajadores de prensa son honestos y democráticos. No conozco a ningún periodista de verdad que fogonee algo malo para la Argentina. Si conozco a muchos colegas que antes trabajaban por la verdad y hoy trabajan para el gobierno. Son los que miran para otro lado cuando el estado golpea. Hacen periodismo para la corona. 
http://www.continental.com.ar/opinion/bloggers/blogs/alfredo-leuco/periodismo-para-la-corona/blog/1595634.aspx

jueves, 15 de diciembre de 2011

La cultura desde el liberalismo del siglo XXI

El liberalismo es una ideología, por definición, no estacionaria. Es a su vez la que con mayor curiosidad explora los nuevos límites y la que mejor metaboliza los avances de la sociedad. Incorpora un mecanismo de revisión que le permite evolucionar de forma continua sin llegar nunca a perfeccionarse. En el siglo XVIII defendió la libertad y los derechos naturales de todas las personas. A continuación, porque está en su raíz ideológica, proclamó la igualdad de oportunidades. En el siglo XX -y en el vertiginoso arranque del siglo XXI- el liberalismo promueve la libertad de creación y el acceso a la cultura de todos y cada uno de los ciudadanos.


La persona es un ser sensible, con emociones y con talento creador, y al mismo tiempo un ser social, curioso, contemplativo, no indiferente al hecho cultural. Esta doble condición, con diversas graduaciones, produce el fenómeno artístico: desde la creación de la obra hasta su difusión. Creación y difusión, en todo caso, no son hechos aislados, sino que entre ellas se establece una relación similar a la que se da en un arco románico, en el que el punto anterior sustenta al siguiente y así sucesivamente hasta, siendo hechos distintos, confundirse.

La creación debe ser libre, sin restricciones. El acto de creación y su materialización en la obra de arte son una expansión de la persona y como tal son dignos de respeto sin más límite que el que establecen las leyes.

La libertad de creación es absoluta, radical y no puede ser objeto de ninguna censura por parte de las administraciones públicas. Así pues, cuando éstas promueven a un artista y su obra no son responsables de la misma. El acto creador es individual y por tanto el único responsable es el autor. Además, a éste le corresponden los derechos de propiedad intelectual que remuneran su trabajo.


Los artistas demandan oportunidades. El liberalismo parte de la concepción de que a cada individuo se le debe permitir probar sus facultades. Las administraciones públicas crearán las condiciones de partida para potenciar el desarrollo de los artistas, evitando, eso sí, toda clase de dirigismo, ya que la intervención directa termina por crear en la sociedad comportamientos uniformes que sofocan la variedad natural de los caracteres y de las disposiciones de las personas.


La creación no tiene límites. Los autores necesitan explorar nuevos territorios y lenguajes artísticos. No sólo las administraciones públicas tienen un papel en este espacio. También las empresas, incentivadas con bonificaciones fiscales en el marco de políticas que hagan efectivo el mecenazgo, fomentarán la innovación, la experimentación y el riesgo creativo de los artistas que buscan traspasar las fronteras del arte.

La creación se perfecciona con su comunicación a los ciudadanos. Sin su contemplación, el hecho artístico queda frustrado. La persona, para alcanzar su plenitud, demanda manifestaciones culturales. Los efectos beneficiosos de éstas trascienden el ámbito individual y contagian a toda la sociedad.


A propósito de esto, conviene recordar lo que ya anticiparon los autores clásicos: cuando las obras o instituciones beneficiosas para toda la sociedad no se financian con la aportación de los más directamente favorecidos por ellas, deberá contribuir toda la sociedad. Por tanto, como no hay nada en los principios liberales que haga de éstos un credo estacionario, en una concepción moderna del liberalismo, entre las competencias del sector público, además de las tradicionales -defensa, justicia y obras públicas, ampliadas posteriormente con la sanidad y la educación- han de incluirse la promoción cultural y su difusión entre los ciudadanos.


En consecuencia, por la parte de la difusión, junto a la aportación socialmente relevante del mercado y las instituciones privadas, consideramos necesaria la actuación de las administraciones públicas: entendemos que en los impuestos con los que contribuyen los ciudadanos hay un mandato implícito que obliga a las Administraciones Públicas a dedicar parte de la recaudación a satisfacer sus demandas culturales.

Así lo recoge la Constitución Española, en su Título I, De los Derechos y Deberes Fundamentales, cuando en su Artículo 44 proclama: «Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho».

No obstante, y como principio general, el hecho de que sean las administraciones públicas las que recaudan los impuestos no implica que tengan que ser también las que presten directamente los servicios. Distinguimos entre responsabilidad y función en materia cultural. La responsabilidad compete en todos los casos a las administraciones públicas, en tanto que la función (gestión) debería residenciarse en los actores culturales.


La responsabilidad se ejerce cuando se garantiza que, sin entrar en ninguna clase de intervencionismo y estableciendo exigentes criterios de calidad, se ponen a disposición de los ciudadanos todas y cada una de las diferentes disciplinas o manifestaciones artísticas -artes visuales, artes escénicas, música, letras, cine, etcétera- habidas a lo largo de todos los periodos históricos sin excepción y se asegura la conservación de un patrimonio cultural creado durante siglos, que es merecedor de ulteriores transmisiones y que en caso de inacción podría perderse.


La función corresponde siempre a los actores culturales -artistas, autores, productores, gestores culturales, etcétera- y consiste en crear, producir, gestionar, dirigir y difundir la creación clásica y la contemporánea en toda su diversidad, de tal forma que se satisfaga la demanda de los ciudadanos y se les proporcione un sustrato cultural elevado.

No hay por tanto desde el liberalismo una oposición a la asunción de responsabilidad en materia cultural. El problema no lo suscitan tanto los fines perseguidos como los métodos empleados. El papel que juegan las administraciones públicas debe estar exento de voluntad y su actuación ha de ser aséptica y transparente, ya que su intervención directa derivaría inevitablemente en políticas dirigistas, burocráticas, costosas e ineficientes y las convertiría en un aparato incontrolable o, lo que es peor, como decíamos, dotado de voluntad propia.


Partimos de una situación inicial en la que la industria cultural, de modo espontáneo y sin intervención alguna de las administraciones públicas, produce hechos culturales que tienen una dimensión económica determinada.


Ante esta situación de hecho y para cumplir con su responsabilidad, la administración pública actúa a través de políticas fiscales. En primer lugar, aunque en general los impuestos no tengan carácter finalista, parece razonable que los ingresos fiscales provenientes de todo tipo de manifestaciones culturales deban destinarse a la cultura. A continuación habría que añadir a esta cifra el importe en que se cuantifica el mandato implícito de los ciudadanos de que se destine parte de su contribución a satisfacer sus demandas culturales. A partir de ahí nodebe haber ulteriores intervenciones. En este reordenamiento e incremento de los recursos consiste exclusivamente el efecto transformador de la «mano visible».


Según el modelo propuesto, los recursos así obtenidos vuelven a la industria cultural y se suman a los que de modo natural ésta produce. El resultado final es que el mundo de la cultura dispone de una cantidad sensiblemente superior a aquella con la que inicialmente contaba. De su gestión (función) se ocupará -y ésta es la novedad- la propia industria cultural, encarnada en los artistas, autores, productores y gestores culturales, que son los que conforman la cadena de valor de la cultura.


No es tarea fácil que las administraciones públicas acepten que no les corresponde ningún protagonismo en materia cultural y sí la responsabilidad de garantizar a los ciudadanos una cultura de calidad. Ya Ortega y Gasset nos advertía sobre la dificultad de realización del pensamiento liberal en nuestras sociedades: «El liberalismo -conviene recordar esto- es la suprema generosidad …/… el más noble grito que ha sonado en el planeta …/… Era inverosímil que la especie humana hubiese llegado a una cosa tan bonita, tan paradójica, tan elegante, tan acrobática, tan antinatural. Por eso no debe sorprender que prontamente parezca esa misma especie resuelta a abandonarla. Es un ejercicio demasiado difícil y complicado para que se consolide en la tierra». 

Con todo, merece la pena intentarlo.
Por Álvaro Ballarín
 http://www.almendron.com/tribuna/18589/la-cultura-desde-el-liberalismo-del-siglo-xxi/

lunes, 12 de diciembre de 2011

Del espesor cultural que no tiene nuestro liberalismo

Acá se habla, una vez más, del espesor cultural (que no tiene) el liberalismo latinoamericano. Decía antes: hay que ir a buscar a la izquierda la creación o producción cultural que no surge del regazo estéril del liberalismo. Se responderá: ahí están Vargas Llosa, Krauze, y otros pocos, en lo que atañe a la región. Se puede invocar además a los Grandes Muertos: Octavio Paz, Borges. Perfecto: ahora citen a alguien de menos de 40 años, por favor. Un novelista, un poeta, un director de cine, alguien. Nada, silencio. Se dirá: ¿qué importa? ¿qué tiene que ver esto con consolidar un sistema de sociedad abierta y economía de mercado? Algo. Veamos.


Creo profundamente en la necesidad urgente de una cultura liberal sólida y con raíces en la sociedad. Porque hoy se pierde la batalla cultural en América latina contra una izquierda grotesca y tosca (en lo político), que plantea programas improponibles por su antimodernidad, en parte por esta falta. Por no tener una verdadera y extendida cultura liberal, tanto a nivel popular como entre la elite universitaria. Se paga la falta de ese bagaje complejo denominado cultura. De otra forma la izquierda populista no podría ganar como lo hace, y mucho menos tener el espacio que tiene en la "prensa burguesa", en buena medida ganado por ella gracias a ese vacío cultural. No basta con tener una legión de "técnicos", triste y reductiva designación que se da a los economistas, ellos también, en otros tiempos, hombres de la cultura. Las universidades privadas producen camadas de yuppies, impermeables a toda forma "alta" de cultura. Estos muchachos se dedican a hacer negocios y luego se van a jugar tenis, golf o fútbol, que ya no es más grasa. Pero, contra lo que creen los yuppies, se necesita de mucho más, de una cultura precisamente, para poder definir, postular y defender un modelo de sociedad. No basta la tecnocracia privada.


Esta carencia se evidenció en los 90 con el auge del menemismo: todos los presuntos liberales fueron al pie de Carlos Saúl 1º, sin dudar un segundo en tirar por la borda cuanto valor republicano hubiera que tirar. En esos años se desnudó la debilidad cultural del liberalismo, el que debió reencarnarse en el menemismo para hacerse, por una vez, popular, al menos mientras duró el "modelo". Es cierto que en los 90, de la mano del relativo éxito de la Convertibilidad, se creó un cierto clima de "capitalismo popular". Pero eso duró poco, como se sabe, y además faltaba lo que acá reclamo, una cultura, para que ese clima arraigara. Debería ser obvio todo esto, pero es algo que no se entiende, que no se debate.

La Generación del 80 no sólo tenía "cuadros" y poder económico, tenía también una hegemonía cultural indisputable. Se ha olvidado. Hoy los medios empresarios y sus fundaciones creen, simplemente, que deben adornar con algún escritor de nota sus seminarios. Así, su lectura del avance de las izquierdas populistas en la región es inevitablemente tuerto y autoexculpatorio. Está muy bien señalar las aberraciones que Chávez impone a Venezuela, pero habría además que preguntarse qué pasó para que Chávez (y Evo, y Correa, y los K, y Lugo, y casi Humala, y casi López Obrador) sean posibles. Se dirá que confundo las cosas, que lo que falló en Argentina y la región fue la "macro" (horrible expresión, por cierto), lo que llevó a la marea populista, que se benefició providencialmente con el alza espectacular de las materias primas. Es verdad, pero es una explicación corta, incompleta. De haber existido una extendida cultural liberal en los sectores medios hubieramos afrontado como mucho una ola de gobiernos socialdemócratas, como pasó en Europa a fines de los 90. Porque, como la Generación del 80 hizo con los socialistas de su tiempo, los valores republicanos se extenderían a todo el arco político.

Y eso se hace con una cultura, no con mero poder económico.


El caso de los medios es ejemplar al respecto. Hoy vemos empresarios editoriales que se muestran totalmente desentendidos de los contenidos de sus medios. A esto se suma la astucia de ese subsector social que es la clase media intelectualizada, que bajó al ruedo de los medios allá por los años 80 a disputar espacios clave, al detectar esa debilidad estructural, ese olvido displicente de los propietarios. Y la estrategia le funciona. Un ejemplo, glamoroso y conocido: la revista cultural de La Nación, ADNcultura. Pueden hallarse amplios textos cuyo background teórico-cultural es de izquierda. 

Netamente de izquierda: las bibliográficas de filosofía y ciencias sociales, por ejemplo; los extensos extractos del último libro de Negri, publicados a dos páginas centrales. Ojo: no hago maccartismo, sólo señalo una gruesa contradicción. Porque un gran diario liberal debería presentar los textos de Negri pero dándoles un contorno crítico. Muy crítico. ADN no lo hizo, los editó pelados. Una publicación liberal que marca tendencia no puede ceder un terreno tan decisivo como el teórico y filosófico a exponentes de la academia de la izquierda contemporánea. Hay aquí una evidente cesión de terreno, en el que el editor dice "no importa, lo que cuenta es el targeting del producto". Una deserción, en suma, en nombre del marketing. La línea editorial, se esgrime asimismo en un nivel algo menos frívolo, no se construye en las páginas de una revista o en un suplemento cultural, sino en el cuerpo central del diario, en las secciones de política y economía, en las columnas firmadas y los editoriales. Será así, pero no deja de ser un retroceso y un error. Vayan a ver si el diario italiano "hermanado" con La Nación, el Corriere della Sera, hace esas concesiones en sus abundantes páginas diarias de cultura. Verán que no, que hay un diálogo y un debate intenso con la poderosa "sinistra", pero el medio trabaja y edita esas páginas con las categorías correspondientes a una publicación liberal europea. Nada más, nada menos.
por Pablo Díaz de Brito 
en http://www.cadal.org/articulos/nota.asp?id_nota=2503

jueves, 8 de diciembre de 2011

Derechos Humanos: Rafael Castillo y la “potencia médica” cubana

En Cuba está prohibído regalar en la calle a los transeúntes un ejemplar del texto de la Carta Universal de los Derechos Humanos. En efecto, el documento sigue siendo considerado como propaganda enemiga. 

Dentro de muy pocos días, el 10 de diciembre, se conmemorará un aniversario más del día de los Derechos Humanos. La Carta Universal de los Derechos Humanos se ha publicado en tres ocasiones de manera oficial en Cuba, invariablemente con un prefacio de Fidel Castro, y para divulgación restringida. Está prohibido regalar en la calle un ejemplar a los transeúntes, porque el documento sigue siendo considerado por la policía –nadie sabe todavía por qué, aunque podemos imaginarlo– como propaganda enemiga. Así se lo comentaron a un familiar mío en La Habana que repartía ejemplares en el Boulevard de San Rafael y fue detenido por repartir “propaganda que atenta contra la seguridad del pueblo cubano” –según ellos y después de haberle decomisado todo lo que llevaba consigo–.

Varias manifestaciones se preparan dentro de Cuba por los opositores para celebrar el día de los DDHH, y tal como ha informado la disidente Martha Beatriz Roque desde el interior de la isla, ya empezaron las detenciones y abusos para impedir que una gran marcha se lleve a cabo de una punta a otra del país. Las detenciones se suceden una tras otra, apenas sin investigar, cualquiera que resulte sospechoso va para el tanque (cárcel), y sin chistar.

Por otro lado, en Miami se prepara una manifestación, y una Flotilla a cargo del Movimiento Democracia. La Flotilla reunirá a un grupo de embarcaciones que iluminarán el cielo desde las 12 millas y media, sin traspasar la línea, confusa en medio del mar, de la frontera de las aguas internacionales con las aguas cubanas. Ya en otra ocasión esta flotilla intentó lanzar flores en aguas cubanas y Cuba arremetió con lanchas y aviones de combate. Lo de la Flotilla lo entiendo hasta cierto punto, creo que es un acto simbólico y aguerrido, pero un poco locoide, porque no veo interés ninguno en llevarle paz y democracia a los cubanos de adentro valiéndose de barcos y fuegos artificiales o rayos láseres. Será una nueva estrategia mediante un mensaje carnavalesco de paz; pero así es una parte del exilio, y bueno, esperemos que tengan éxito en la empresa, y que un rayo de esos le cambie le mentalidad a los cubanos de a pie y se decidan a salir a las calles, si no a combatir, al menos a acompañar –si es que la dejan salir– la marcha de opositores.

Para mí, sin embargo, el mayor regalo y la más grande prueba, y lo que realmente deberíamos festejar, con bombos y platillos, y así lo están haciendo algunos canales de la televisión de Miami, es la llegada a esa ciudad de uno de los mayores deportistas de Cuba y del mundo: Rafael Castillo. Un nadador parapléjico, que ha ganado unas cuantas medallas y que tiene el récord de ser el tercer mejor nadador parapléjico en su categoría. Al joven le falta un brazo y una pierna, se encontraba en Guadalajara, México, con vistas a participar en una competición en el equipo oficial castrista y consiguió evadirse, preparó un plan muy exhaustivo y consiguió llegar a Miami haciéndose pasar por puertorriqueño. Hubo de pasar por varios contratiempos, complejos, pero lo logró. Su pasaporte fueron sus medallas, y no hay más bello y mejor ganado pasaporte que ése.

Me gustaría poner en este artículo un link a un sitio web de Rafael Castillo, pero curiosamente todos han desaparecido de la red como por arte de birlibirloque. El joven se expresa de manera respetuosa, posee unas energías y un carácter muy positivos y, además, se nota que está decidido a seguir siendo quien es, un campeón, y una persona buena que ama la libertad por encima de todo.

En uno de los reportajes de la televisión miamense se ve cómo el joven es acompañado a una tienda de utensilios ortopédicos y allí se le confirma que recibirá una prótesis para su brazo, que ha sido mandada fabricar a su medida, y le entregan la prótesis que ya ha comenzado a usar, para su pierna. Además de que el joven ya tiene entrenador, y todo augura que una prometedora carrera se abre ante su futuro. No merece menos. Es una historia conmovedora, sin duda alguna.
Y me conmueve enormemente la sinceridad con la que se expresa, tan diferente de la manera de comportarse de esos músicos que llegan a Miami bajo la égida protectora de Barack Obama y Hilary Clinton y su intercambio cultural de un solo lado, todos o una inmensa mayoría no sólo son mal educados, sino que se comportan de manera agresiva y, con toda evidencia, son muy mal agradecidos, no sólo siendo criticones del exilio –que son los que pagan las entradas para ir a verles tocar la misma porquería cansina de hace 53 años, las loas solapadas al régimen–, sino deshaciéndose en alabanzas a la dictadura.

Rafael Castillo es todo lo contrario. Siendo uno de los más grandes deportistas del planeta se comporta modestamente.

Siendo quien es, sin embargo, la potencia médica castrista, esa de la que ellos hacen gala, no lo pudo abastecer de dos prótesis en el tiempo que ese joven vivió en Cuba, toda una vida consagrada al deporte y de cuyas glorias individuales el castrismo se beneficiaba. No sólo no se ocuparon de brindarles ese confort, más que merecido y necesitado, sino que hasta el último momento lo estuvieron acosando para que regresara y proponiéndole 2 mil CUC por la medalla recién ganada, ¡qué risa, por no decir, qué asco! Además sería bueno que supieran por qué Rafael Castillo perdió su brazo y su pierna: a dos meses de nacido, Rafael Castillo cayó enfermo y en uno de los hospitales de la potencia médica castrista le pusieron un suero vencido y el niño hubo de ser amputado de un miembro superior y de uno inferior.

Esa misma potencia médica recién anuncia en El Nuevo Herald, que casi se ha convertido en El Nuevo Granma, que dos mil cubanos acaban de ser vacunados con la vacuna contra el cáncer de pulmón, “logro de la medicina castrista”; esperemos que esas vacunas estén en buen estado, no vaya a ser que deban amputar a dos mil personas de sus miembros locomotores a causa de uno de esos errores garrafales que cometen a diario. Sin embargo, todavía El Nuevo Herald no ha entrevistado al joven Rafael Castillo. Así va la cosa por los Miamis procastristas y pro cambio bajo el raulismo light.

Creo que la mayor prueba de que en Cuba se violan los derechos humanos contra todos sus ciudadanos, incluso contra los que ellos usan para sus fines, es la figura de Rafael Castillo. Así como creo que es hora de que los cubanos del exilio le demos más importancia a estos hombres y mujeres, deportistas, poetas, músicos, exiliados; y menos a los hijitos de papá, a los militarotes, a los ñángaras (comunistas) arrepentidos, que llegan numerosos a los aeropuertos de Estados Unidos y que ya aburren con sus anécdotas banales y los cuentecitos de cuando se codearon con Raúl Castro, y de cuando les dieron la misión en Angola de matar africanos con armas químicas. Basta ya. Rafael Castillo, y muchos más como él, hijos de a pie de Cuba, son los que merecen ser mencionados y recibidos como verdaderos opositores y, sobre todo, como lo que son: deportistas de élite, o en otros casos, escritores, poetas, músicos, los que de verdad son anticastristas y se han enfrentado o están dispuestos a enfrentarse al régimen sin renunciar a sus carreras y a sus vidas como lo que fueron y son, valiosos representantes, cada uno en su especialidad, de lo mejor de Cuba. 
Por Zoe Valdés en Libertad Digital

jueves, 1 de diciembre de 2011

Alvaro Alsogaray: "Necesitamos una fuerza republicana y liberal"


"Necesitamos una fuerza republicana y liberal" decía el Ingeniero Carlos Álvaro Alsogaray en la campaña electoral de 1983 y agregaba "ya hay inflación, los capitales argentinos están en el exterior, la desocupación y la recesión son innegables; si se continúa haciendo lo mismo vamos hacia a la hiperinflación tarde o temprano... para solucionar solo falta poner orden interno tirando por la borda el sistema dirigista e inflacionario imperante, organizando la sociedad de una manera adecuada con un sistema basado en la libertad".
Obsérvese la vigencia de esas palabras en la actualidad, en un reportaje imperdible realizado por Mariano Grondona y Bernardo Neustadt en el programa «Tiempo Nuevo».