por Pablo Coelho
"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión." Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Todos los 7 de junio celebramos en la República Argentina el «Día del Periodista» en conmemoración de la fundación en 1810, del primer periódico con ideas patrióticas: la «Gazeta de Buenos Ayres».
Hace veinte años una resolución de la ONU titulada "Fomento de la libertad de prensa en el mundo" reconoció que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática pero sin embargo aniversario nos encuentra en una situación en que los derechos por los que lucharon los próceres de Mayo, especialmente las libertades de prensa, de opinión y de expresión se encuentra, como mínimo, en discusión.
Sin embargo, en la Argentina de hoy, desde los diversos sectores del poder no se da lugar al diálogo con quienes piensan distinto, se apela a la confrontación permanente -esa que transforma al adversario en enemigo y que, abriendo las heridas del pasado, intenta reescribir la historia de manera sectaria-, también se hacen ingentes esfuerzos por dominar a los medios de comunicación mediante el manejo discrecional de las pautas oficiales, los piquetes y las campañas de desprestigio y se promulgó una ley de medios -para muchos una verdadera «ley mordaza»- que, con la excusa de garantizar «todas las voces», pretende promover el acceso a los medios de los «amigos del poder»; todo esto codayuvando a la creación de un ambiente de incertidumbre en un contexto de creciente inseguridad jurídica.
Si bien no podría afirmarse que en la Argentina «no existe la libertad de prensa» esta se encuentra en un peligro manifiesto y nos obliga a estar permanentemente alertas y vigilantes ante cualquier atisbo de avance de quienes intentan acallar a quienes piensan distinto al poder de turno.
Esto es consecuencia de las situaciones antes descriptas las que -sumadas a algunas denuncias de brutalidad policial contra periodistas y el manejo oligopólico de la producción nacional del papel para diarios, de la que el estado es partícipe- configuran una situación poco transparente para el ejercicio libre del periodismo.
Es sabido que el ejercicio de la libertad de expresión no es un monopolio exclusivo de quienes ejercen el periodismo y más aún con la aparición de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC´s), pero son los periodistas y comunicadores quienes hacen uso de este derecho a diario en el ejercicio de esta tarea tan útil y necesaria para toda sociedad libre.
Si la ciudadanía no siente que algo anda mal cuando se vulneran los derechos humanos, es probable que a muchos se les hará más evidente cuando se atropelle aún más su derecho a recibir información oportuna, objetiva, plural y veraz y tal vez llegue el día en que la información que les falta les impida tomar las decisiones adecuadas y ya sea tarde.
Aquellos que creemos en el «Orden Social de la Libertad» debemos seguir bregando para mantener en la agenda pública el tema de la libertad de expresión, obligando a los estados a cumplir con los compromisos asumidos internacionalmente, generando espacios de discusión y participación ciudadana y haciendo visible los atentados contra la libertad de expresión por mínimos o sutiles que éstos sean en todos los foros posibles.
Es una dura tarea la que hay por delante en la verdadera defensa de los derechos humanos, los enemigos de la Libertad acechan permanentemente y son poderosos; pero también es una excelente oportunidad para ejercitarnos en la defensa de nuestras ideas y los valores y sentirnos, tal como nuestros próceres, unos auténticos «Soldados de la Causa de la Libertad».
por Pablo Coelho
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