viernes, 25 de enero de 2008
domingo, 13 de enero de 2008
Queriendo secuestrar la democracia
Con la liberación de las rehenes Clara Rojas y Consuelo González, por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, se abre un nuevo capítulo en la lucha de la democracia colombiana contra el grupo guerrillero-terrorista que amenaza Colombia desde hace más de cuarenta años.
Las FARC son una organización guerrillera marxista-leninista que utiliza métodos terroristas como el secuestro, la tortura, el asesinato de civiles, la colocación de bombas, entre otros procedimientos, y que tiene por objeto tomar el poder de las instituciones democráticas colombianas. Dicho grupo, integrado por alrededor de diez mil miembros, controla una parte del territorio del sur oriente del país y se financia por el cobro de rescate por los secuestros que comete y por el narcotráfico, el cual es su cercano aliado. Según datos oficiales, las FARC han obtenido ingresos, por rescate, por más de dos mil millones de dólares en los últimos veinte años.
Por todo ello, las FARC están calificadas como grupo terrorista por los países del mundo occidental, incluidos los Estados Unidos y la Unión Europea, justamente por los métodos que utiliza en la consecución de sus fines. Uno de estos métodos, el secuestro, alcanza magnitudes difíciles de imaginar. Según cifras oficiales del gobierno colombiano, a la fecha hay más de tres mil personas secuestradas por las FARC, entre civiles y militares; políticos, policías, agricultores, choferes, amas de casa y estudiantes; hombres y mujeres; adultos, jóvenes, niños y niñas. Más de dos mil menores de edad secuestrados en los últimos diez años han sido integrados a sus filas como niños soldados, por lo que se estima que un alto porcentaje de sus miembros son menores de 18 años.
Muchos de los rehenes permanecen secuestrados por varios años, sometidos a largas caminatas en el terreno agreste de la selva amazónica, encadenados día y noche de pies, manos y cuello, enjaulados como animales o encerrados en búnkeres subterráneos con solo una hora de sol al día.
El secuestro político en Colombia ha ido cambiando y en los últimos años se han realizado secuestros masivos a grupos de ciudadanos que participaban de ceremonias religiosas y a pasajeros de aviones comerciales, además del secuestro selectivo a objetivos específicos, que sigue cometiéndose a pesar de los esfuerzos del gobierno. Desconociendo esta realidad, el Presidente venezolano Hugo Chávez ha pedido a la comunidad internacional, retirar de la lista de organizaciones terroristas a las FARC y que sean reconocidas como grupos insurgentes al tener un proyecto político, un proyecto bolivariano que él respeta.
Aun cuando el rol que ha jugado Hugo Chávez en la liberación de las dos rehenes pareciera haber sido fundamental, no es menos cierto que su papel está interfiriendo en la política interna colombiana y no contribuye a fortalecer la posición del Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, frente al grupo armado, en representación del Estado de Derecho y de todos los ciudadanos y ciudadanas colombianos.
La conducta de Chávez resulta contradictoria, pues habiendo sido miembro de las Fuerzas Armadas Venezolanas, ahora pretende apoyar de alguna manera a la guerrilla colombiana que se enfrentan al ejército regular de su vecino, por una cuestión de simpatía con la ideología de aquel grupo, lo que hace pensar que busca debilitar al gobierno y la democracia colombiana y busca cosechar algún rédito político.
¿Puede un grupo como las FARC inspirar algún tipo de respeto de los colombianos y demás ciudadanos del mundo civilizado? De ninguna manera. Además de despreciar la libertad de sus propios compatriotas y sembrar un festín de sangre en las últimas décadas, las FARC están más interesadas en los ingresos que puedan obtener del narcotráfico y demás actividades ilegales, que de llegar a un acuerdo de paz con el Estado que incluya el inmediato e incondicional abandono del uso de la fuerza y de sus prácticas ilícitas. La democracia colombiana está en riesgo y las FARC han encontrado un valioso aliado en el gobernante venezolano. Estamos advertidos.
Las FARC son una organización guerrillera marxista-leninista que utiliza métodos terroristas como el secuestro, la tortura, el asesinato de civiles, la colocación de bombas, entre otros procedimientos, y que tiene por objeto tomar el poder de las instituciones democráticas colombianas. Dicho grupo, integrado por alrededor de diez mil miembros, controla una parte del territorio del sur oriente del país y se financia por el cobro de rescate por los secuestros que comete y por el narcotráfico, el cual es su cercano aliado. Según datos oficiales, las FARC han obtenido ingresos, por rescate, por más de dos mil millones de dólares en los últimos veinte años.
Por todo ello, las FARC están calificadas como grupo terrorista por los países del mundo occidental, incluidos los Estados Unidos y la Unión Europea, justamente por los métodos que utiliza en la consecución de sus fines. Uno de estos métodos, el secuestro, alcanza magnitudes difíciles de imaginar. Según cifras oficiales del gobierno colombiano, a la fecha hay más de tres mil personas secuestradas por las FARC, entre civiles y militares; políticos, policías, agricultores, choferes, amas de casa y estudiantes; hombres y mujeres; adultos, jóvenes, niños y niñas. Más de dos mil menores de edad secuestrados en los últimos diez años han sido integrados a sus filas como niños soldados, por lo que se estima que un alto porcentaje de sus miembros son menores de 18 años.
Muchos de los rehenes permanecen secuestrados por varios años, sometidos a largas caminatas en el terreno agreste de la selva amazónica, encadenados día y noche de pies, manos y cuello, enjaulados como animales o encerrados en búnkeres subterráneos con solo una hora de sol al día.
El secuestro político en Colombia ha ido cambiando y en los últimos años se han realizado secuestros masivos a grupos de ciudadanos que participaban de ceremonias religiosas y a pasajeros de aviones comerciales, además del secuestro selectivo a objetivos específicos, que sigue cometiéndose a pesar de los esfuerzos del gobierno. Desconociendo esta realidad, el Presidente venezolano Hugo Chávez ha pedido a la comunidad internacional, retirar de la lista de organizaciones terroristas a las FARC y que sean reconocidas como grupos insurgentes al tener un proyecto político, un proyecto bolivariano que él respeta.
Aun cuando el rol que ha jugado Hugo Chávez en la liberación de las dos rehenes pareciera haber sido fundamental, no es menos cierto que su papel está interfiriendo en la política interna colombiana y no contribuye a fortalecer la posición del Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, frente al grupo armado, en representación del Estado de Derecho y de todos los ciudadanos y ciudadanas colombianos.
La conducta de Chávez resulta contradictoria, pues habiendo sido miembro de las Fuerzas Armadas Venezolanas, ahora pretende apoyar de alguna manera a la guerrilla colombiana que se enfrentan al ejército regular de su vecino, por una cuestión de simpatía con la ideología de aquel grupo, lo que hace pensar que busca debilitar al gobierno y la democracia colombiana y busca cosechar algún rédito político.
¿Puede un grupo como las FARC inspirar algún tipo de respeto de los colombianos y demás ciudadanos del mundo civilizado? De ninguna manera. Además de despreciar la libertad de sus propios compatriotas y sembrar un festín de sangre en las últimas décadas, las FARC están más interesadas en los ingresos que puedan obtener del narcotráfico y demás actividades ilegales, que de llegar a un acuerdo de paz con el Estado que incluya el inmediato e incondicional abandono del uso de la fuerza y de sus prácticas ilícitas. La democracia colombiana está en riesgo y las FARC han encontrado un valioso aliado en el gobernante venezolano. Estamos advertidos.
jueves, 10 de enero de 2008
De oficialores y opositismo
Ante todo les pido que no se preocupen, el título no está mal escrito: es que intentaré referirme a la relación oposición y oficialismo en la Argentina, y siendo esta una relación tan poco seria, en la cual los límites entre unos y otros por momentos se desdibujan, uno no puede referirse a ella sin ponerse sarcástico. Y peor aún, a poco de las elecciones que hemos vivido los argentinos el 28 de Octubre último, el panorama por momentos se torna desolador.
En cualquier democracia respetable del mundo, existen dos roles claramente diferenciados, el del oficialismo y el de la oposición. No haré consideraciones sobre los diferentes perfiles que pueden adoptar cada una de estas opciones, lo que queda claro es que, en nuestro país, esos roles están absolutamente deformados, lo que da como resultado de la ecuación una democracia muy endeble y ni hablar de la República, que es lo que más sufre de estas deformaciones.
Si tomamos en consideración el último resultado electoral, nos daremos cuenta que excepto en dos Distritos (Ciudad de Buenos Aires y Córdoba), la fórmula oficialista triunfó en el resto de los distritos del país, y en la mayoría de ellos por un amplio margen. Paradójicamente, en muchos de esos distritos no fueron los candidatos oficialistas quienes triunfaron en las elecciones locales que se produjeron previamente a lo largo del año. Por ejemplo en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, en las elecciones para elegir a su jefe de gobierno triunfó en el ballotage con el 60% de los votos una coalición de partidos (PRO) que en el mismo distrito obtuvo un magro resultado -la fórmula presidencial que llevaba a Ricardo López Murphy como candidato a presidente obtuvo el 3,95 % de los votos en este mismo distrito-, siendo la fórmula encabezada por Elisa Carrió la mas votada con el 37,68%. En Córdoba, en las elecciones locales, los dos candidatos mas votados fueron candidatos alineados con el gobierno nacional y en ese mismo distrito en oficialismo obtuvo en magro 23,82% de los votos, y la fórmula encabezada por Roberto Lavagna alcanzó el 35,22% de los votos. No voy a analizar cada uno de los distritos del país, pero lo que queda claro después de esta elección es que en nuestro sistema está absolutamente desdibujado el rol de la oposición y los resultados mencionados lo ejemplifican.
¿Cómo es posible que los mismos partidos opositores no sean capaces de triunfar en dos elecciones consecutivas en los mismos distritos? Y a la luz del resultado final, ¿Será cierta aquella humorada que se le atribuye a Perón cuando refiriéndose al sistema político argentino dijo “Peronistas somos todos”?
Yo por lo pronto no lo soy, y como muchos otros, soy opositor desde 1983, pero nuestro sistema de partidos tiene esta, entre una de sus muchas características. Muchos de los partidos, fórmulas y coaliciones que se presentaron el 28 de octubre contaban entre sus integrantes a importantes grupos peronistas, entonces, ¿el peronismo es oficialismo y oposición a la vez? ¿Y qué de la oposición no peronista? Vayamos por partes: desde la vuelta de la democracia hasta hoy, de entre los presidentes electos democráticamente, sólo han podido terminar sus mandatos aquellos de extracción justicialista. Los dos que no salieron de las filas del peronismo sufrieron puebladas y saqueos como medio de presión a fin de desalojarlos del poder anticipadamente. Por supuesto que eso no se debió sólo a la ineptitud para gobernar de dichos personajes, sino a puebladas que sin lugar a dudas fueron organizadas. Si vamos al caso, el gobierno menemista tuvo, a partir del segundo mandato de su gestión, indicadores sociales realmente magros, que de haberse producido con gobiernos no peronistas hubiesen provocado saqueos varios, pero durante ese mandato los argentinos no tuvimos noticias de hechos de esta índole. Al menos es algo extraño. Por supuesto que esto hizo que en nuestro país se llegase a la “máxima” política que reza que “sin el peronismo no se puede gobernar”. Es que si no gobierna el justicialismo parece que no puede haber gobierno estable. Seguramente es por eso que desde hace ya bastante tiempo no existe en el país una oposición seria, que se conforme en alternativa o que no contenga algún componente peronista entre sus filas.
Podemos analizar que, además de la crisis que han sufrido los partidos políticos más importantes y ante la falta de liderazgos que puedan amalgamar a gobernadores e intendentes opositores detrás de algún proyecto que aliente la alternancia política, el oficialismo se ha dedicado a cooptar a los políticos opositores por medio del uso indiscriminado de la Coparticipación Federal, sistema que además del perjuicio económico que provoca, siempre fue utilizado como forma de presión y extorsión para aquellos que opinan de manera diferente, quitándoles a los opositores su independencia política del poder central.¿Qué hizo el resto de la oposición ante este cuadro? Se dedicó a fragmentarse, perder su rumbo en cuanto a ideas y su incapacidad de generar proyectos alternativos, y comenzar, en los casos más exitosos, a armar grandes “bolsas de gatos”, ya que esto es en definitiva lo que constituyen los que al parecer van a convertirse en los principales partidos opositores en el corto plazo.
¿Es necesario que exista una oposición fuerte y organizada para tener un sistema democrático serio?
Es imprescindible, pero no de esta forma. Es necesario que se discutan ideas, que se ofrezcan al electorado modelos alternativos, pero ante todo que se demuestren otras conductas. El resultado electoral del país es muy preocupante, pero por sobre todas las cosas por la falta de una alternativa política seria a la hegemonía justicialista en la política nacional. Los dirigentes opositores deberán comenzar a pensar con más grandeza, preocuparse por algo más que del mantenimiento de sus pequeñas “quintitas” políticas y empezar a pensar en una construcción agonal de la política, cosa que parece no importar a los diferentes oficialismos. Podemos hacer grandes críticas a las políticas del Poder Ejecutivo, pero sin lugar a dudas el gran problema de la democracia argentina y de su sistema republicano es la falta de oposición.
En cualquier democracia respetable del mundo, existen dos roles claramente diferenciados, el del oficialismo y el de la oposición. No haré consideraciones sobre los diferentes perfiles que pueden adoptar cada una de estas opciones, lo que queda claro es que, en nuestro país, esos roles están absolutamente deformados, lo que da como resultado de la ecuación una democracia muy endeble y ni hablar de la República, que es lo que más sufre de estas deformaciones.
Si tomamos en consideración el último resultado electoral, nos daremos cuenta que excepto en dos Distritos (Ciudad de Buenos Aires y Córdoba), la fórmula oficialista triunfó en el resto de los distritos del país, y en la mayoría de ellos por un amplio margen. Paradójicamente, en muchos de esos distritos no fueron los candidatos oficialistas quienes triunfaron en las elecciones locales que se produjeron previamente a lo largo del año. Por ejemplo en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, en las elecciones para elegir a su jefe de gobierno triunfó en el ballotage con el 60% de los votos una coalición de partidos (PRO) que en el mismo distrito obtuvo un magro resultado -la fórmula presidencial que llevaba a Ricardo López Murphy como candidato a presidente obtuvo el 3,95 % de los votos en este mismo distrito-, siendo la fórmula encabezada por Elisa Carrió la mas votada con el 37,68%. En Córdoba, en las elecciones locales, los dos candidatos mas votados fueron candidatos alineados con el gobierno nacional y en ese mismo distrito en oficialismo obtuvo en magro 23,82% de los votos, y la fórmula encabezada por Roberto Lavagna alcanzó el 35,22% de los votos. No voy a analizar cada uno de los distritos del país, pero lo que queda claro después de esta elección es que en nuestro sistema está absolutamente desdibujado el rol de la oposición y los resultados mencionados lo ejemplifican.
¿Cómo es posible que los mismos partidos opositores no sean capaces de triunfar en dos elecciones consecutivas en los mismos distritos? Y a la luz del resultado final, ¿Será cierta aquella humorada que se le atribuye a Perón cuando refiriéndose al sistema político argentino dijo “Peronistas somos todos”?
Yo por lo pronto no lo soy, y como muchos otros, soy opositor desde 1983, pero nuestro sistema de partidos tiene esta, entre una de sus muchas características. Muchos de los partidos, fórmulas y coaliciones que se presentaron el 28 de octubre contaban entre sus integrantes a importantes grupos peronistas, entonces, ¿el peronismo es oficialismo y oposición a la vez? ¿Y qué de la oposición no peronista? Vayamos por partes: desde la vuelta de la democracia hasta hoy, de entre los presidentes electos democráticamente, sólo han podido terminar sus mandatos aquellos de extracción justicialista. Los dos que no salieron de las filas del peronismo sufrieron puebladas y saqueos como medio de presión a fin de desalojarlos del poder anticipadamente. Por supuesto que eso no se debió sólo a la ineptitud para gobernar de dichos personajes, sino a puebladas que sin lugar a dudas fueron organizadas. Si vamos al caso, el gobierno menemista tuvo, a partir del segundo mandato de su gestión, indicadores sociales realmente magros, que de haberse producido con gobiernos no peronistas hubiesen provocado saqueos varios, pero durante ese mandato los argentinos no tuvimos noticias de hechos de esta índole. Al menos es algo extraño. Por supuesto que esto hizo que en nuestro país se llegase a la “máxima” política que reza que “sin el peronismo no se puede gobernar”. Es que si no gobierna el justicialismo parece que no puede haber gobierno estable. Seguramente es por eso que desde hace ya bastante tiempo no existe en el país una oposición seria, que se conforme en alternativa o que no contenga algún componente peronista entre sus filas.
Podemos analizar que, además de la crisis que han sufrido los partidos políticos más importantes y ante la falta de liderazgos que puedan amalgamar a gobernadores e intendentes opositores detrás de algún proyecto que aliente la alternancia política, el oficialismo se ha dedicado a cooptar a los políticos opositores por medio del uso indiscriminado de la Coparticipación Federal, sistema que además del perjuicio económico que provoca, siempre fue utilizado como forma de presión y extorsión para aquellos que opinan de manera diferente, quitándoles a los opositores su independencia política del poder central.¿Qué hizo el resto de la oposición ante este cuadro? Se dedicó a fragmentarse, perder su rumbo en cuanto a ideas y su incapacidad de generar proyectos alternativos, y comenzar, en los casos más exitosos, a armar grandes “bolsas de gatos”, ya que esto es en definitiva lo que constituyen los que al parecer van a convertirse en los principales partidos opositores en el corto plazo.
¿Es necesario que exista una oposición fuerte y organizada para tener un sistema democrático serio?
Es imprescindible, pero no de esta forma. Es necesario que se discutan ideas, que se ofrezcan al electorado modelos alternativos, pero ante todo que se demuestren otras conductas. El resultado electoral del país es muy preocupante, pero por sobre todas las cosas por la falta de una alternativa política seria a la hegemonía justicialista en la política nacional. Los dirigentes opositores deberán comenzar a pensar con más grandeza, preocuparse por algo más que del mantenimiento de sus pequeñas “quintitas” políticas y empezar a pensar en una construcción agonal de la política, cosa que parece no importar a los diferentes oficialismos. Podemos hacer grandes críticas a las políticas del Poder Ejecutivo, pero sin lugar a dudas el gran problema de la democracia argentina y de su sistema republicano es la falta de oposición.
Autor: Emilio Eyras
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