domingo, 13 de enero de 2008

Queriendo secuestrar la democracia

Con la liberación de las rehenes Clara Rojas y Consuelo González, por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, se abre un nuevo capítulo en la lucha de la democracia colombiana contra el grupo guerrillero-terrorista que amenaza Colombia desde hace más de cuarenta años.
Las FARC son una organización guerrillera marxista-leninista que utiliza métodos terroristas como el secuestro, la tortura, el asesinato de civiles, la colocación de bombas, entre otros procedimientos, y que tiene por objeto tomar el poder de las instituciones democráticas colombianas. Dicho grupo, integrado por alrededor de diez mil miembros, controla una parte del territorio del sur oriente del país y se financia por el cobro de rescate por los secuestros que comete y por el narcotráfico, el cual es su cercano aliado. Según datos oficiales, las FARC han obtenido ingresos, por rescate, por más de dos mil millones de dólares en los últimos veinte años.
Por todo ello, las FARC están calificadas como grupo terrorista por los países del mundo occidental, incluidos los Estados Unidos y la Unión Europea, justamente por los métodos que utiliza en la consecución de sus fines. Uno de estos métodos, el secuestro, alcanza magnitudes difíciles de imaginar. Según cifras oficiales del gobierno colombiano, a la fecha hay más de tres mil personas secuestradas por las FARC, entre civiles y militares; políticos, policías, agricultores, choferes, amas de casa y estudiantes; hombres y mujeres; adultos, jóvenes, niños y niñas. Más de dos mil menores de edad secuestrados en los últimos diez años han sido integrados a sus filas como niños soldados, por lo que se estima que un alto porcentaje de sus miembros son menores de 18 años.
Muchos de los rehenes permanecen secuestrados por varios años, sometidos a largas caminatas en el terreno agreste de la selva amazónica, encadenados día y noche de pies, manos y cuello, enjaulados como animales o encerrados en búnkeres subterráneos con solo una hora de sol al día.
El secuestro político en Colombia ha ido cambiando y en los últimos años se han realizado secuestros masivos a grupos de ciudadanos que participaban de ceremonias religiosas y a pasajeros de aviones comerciales, además del secuestro selectivo a objetivos específicos, que sigue cometiéndose a pesar de los esfuerzos del gobierno. Desconociendo esta realidad, el Presidente venezolano Hugo Chávez ha pedido a la comunidad internacional, retirar de la lista de organizaciones terroristas a las FARC y que sean reconocidas como grupos insurgentes al tener un proyecto político, un proyecto bolivariano que él respeta.
Aun cuando el rol que ha jugado Hugo Chávez en la liberación de las dos rehenes pareciera haber sido fundamental, no es menos cierto que su papel está interfiriendo en la política interna colombiana y no contribuye a fortalecer la posición del Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, frente al grupo armado, en representación del Estado de Derecho y de todos los ciudadanos y ciudadanas colombianos.
La conducta de Chávez resulta contradictoria, pues habiendo sido miembro de las Fuerzas Armadas Venezolanas, ahora pretende apoyar de alguna manera a la guerrilla colombiana que se enfrentan al ejército regular de su vecino, por una cuestión de simpatía con la ideología de aquel grupo, lo que hace pensar que busca debilitar al gobierno y la democracia colombiana y busca cosechar algún rédito político.
¿Puede un grupo como las FARC inspirar algún tipo de respeto de los colombianos y demás ciudadanos del mundo civilizado? De ninguna manera. Además de despreciar la libertad de sus propios compatriotas y sembrar un festín de sangre en las últimas décadas, las FARC están más interesadas en los ingresos que puedan obtener del narcotráfico y demás actividades ilegales, que de llegar a un acuerdo de paz con el Estado que incluya el inmediato e incondicional abandono del uso de la fuerza y de sus prácticas ilícitas. La democracia colombiana está en riesgo y las FARC han encontrado un valioso aliado en el gobernante venezolano. Estamos advertidos.

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