…“Lo reitero una y mil veces. El problema no es la pobreza sino la inequidad en la distribución. Argentina tiene mucha riqueza, lo que hay que hacer, además de seguir generando riqueza e inversiones, es distribuir mejor lo que producimos”. Al leer estas declaraciones que la presidente Cristina Fernández de Kirchner realizo durante la inauguración de viviendas y un jardín de infantes en el conurbano bonaerense. Instantáneamente me pregunte; ¿Quién es el encargado de redistribuir la riqueza en el país?, ¿Qué nivel de aceptación de la realidad, tiene la presidente?
Analistas, legisladores y dirigentes repiten constantemente ...“El gobierno debe redefinir sus prioridades”. Si bien estas apreciaciones no son del todo erróneas, lo correcto sería decir ...“El gobierno debe acertar al menos una vez en la elección de sus prioridades, si quiere reducir la pobreza en nuestro país”. Porque a luz de los hechos, el Gobierno no para de redefinir sus políticas, sin reparar en los costos sociales que ello implica. El traspaso nuevamente a manos del Estado de los fondos de las jubilaciones o bien financiar de la televisasión del futbol, utilizando las palabras derecho y pueblo como justificación de esas arremetidas intervencionistas, son claros ejemplos de ello.
…La inflación en el 2008 fue de aproximadamente 25 por ciento. El gobierno regula los precios de numerosos productos y servicios, incluidos la energía eléctrica, el agua, la distribución minorista de gas, el transporte urbano y los servicios telefónicos locales y establece acuerdos sobre precios con productores y vendedores. El Poder Ejecutivo influencia el Poder Judicial, los tribunales son muy lentos, ineficientes, reservados y corruptos y muchos inversores extranjeros recurren al arbitraje internacional…La libertad financiera está restringida por la influencia gubernamental en el sector financiero, los costos no salariales continúan dificultando la creación de empleo y el crecimiento de la productividad.
...Las políticas económicas son en gran medida intervencionistas. La acusación a la oficina gubernamental por una recopilación de datos sobre la inflación fue un escándalo que destruyó la confianza pública en las estadísticas gubernamentales y causó que los tenedores de bonos perdieran miles de millones en pagos de intereses. Por consiguiente, las tasas de inversión no están manteniendo el ritmo de crecimiento y tienen un régimen monetario débil. Una violación importante a los derechos de propiedad es el piquete, por el que los manifestantes toman el control de empresas privadas sin que la policía o el gobierno apliquen sanciones efectivas. La piratería de software está aumentando. La corrupción se percibe como generalizada. Los inversores extranjeros denuncian la corrupción tanto del Gobierno como del sector privado. El lavado de dinero, el tráfico de narcóticos, el contrabando y la evasión impositiva asedian el sistema financiero.
Este duro resumen que refleja un estudio que mide los Índices de Libertad Económica de los países en el mundo; realizado por The Heritage Foundation y The Wall Street Journal, sitúa a nuestro país y Venezuela a la cabeza de los países de América Latina que han quedado muy atrás y han sido superados por más de la mitad de los países del mundo en términos de libertad económica. Argentina se ubica en la posición 25ª entre 29 países en la región de América del Sur, América Central y el Caribe y su puntaje general está por debajo del promedio regional. Además se ubica en la posición 105ª entre 179 países en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International para el año 2007.
Sin dudas el rol del Estado ha ido cambiando con el correr del tiempo, tanto en los países económicamente libres, como asimismo donde la economía está controlada o intervenida directamente por el Estado. Y en esto Argentina no ha sido la excepción; pero nuestra imagen ante el mundo demuestra que no supimos acompañar ni acomodarnos a las transiciones que marca el orden mundial.
Tanto es así, que quiénes discuten el cómo y no el que hacer, sostenían con ímpetu que el Keynesianismo planteado por los Kirchner era ejemplar. Estimulados estos, por el crecimiento de la recaudación a través de la suba de los aranceles, las tasas a las importaciones y exportaciones, las regulaciones onerosas , el crecimiento global de la economía y el alza en el valor de los commodities. Incentivaba a los mismos a no cumplir los compromisos contraídos con los órganos de créditos internacionales.
Empero, mientras avanzaba la fiesta Kirchnerista, estas medidas, cerraban la economía en nuestro país, dirigiéndola como un barco a la deriva. De este modo se fueron paralizando las inversiones y el desarrollo productivo. En tanto los países vecinos en la región como Chile, Brasil y Uruguay mostraban un crecimiento sostenido con políticas de apertura y reglas claras; y Argentina elevaba de forma exponencial el índice de la pobreza.
En consecuencia a las puertas del Bicentenario de la República, la situación del país es alarmante, sus instituciones son débiles, tenemos más de 12 millones de pobres, gobernadores a punto de lanzar cuasi monedas para cumplir con los sueldos del sector público, con graves problemas de infraestructura y una administración central que antepone financiar al futbol antes que resolver temas de vital importancia como la salud y la educación. Asimismo, la Presidente plantea una reforma política sin consenso incluso dentro oficialismo a travéz de anuncios mediáticos, sin aceptar las diversidades que nos ofrece nuestra sociedad y el marco de la democracia para fomentar un clima para la prosperidad generalizada.
Es hora de generar una agenda pública y colocar al ser humano como expresión de libertad, adoptar un nuevo lenguaje sincero y claro, atender las demandas sin demagogias, saber comunicar y generar participación e incorporar a todos los sectores de la comunidad organizada. Para realizar una reforma profunda hay que lograr grandes consensos a largo plazo, respetar la división de poderes y tener una mirada federal y no restringida. Argentina tiene que derribar ciertos muros que impiden el desarrollo y crecimiento a sus ciudadanos y atender los problemas crónicos como la corrupción.
Encontrar soluciones a largo plazo es comprender que resolver nuestros problemas actuales, no consiste en establecer más regulaciones y controles gubernamentales. Tampoco supone elaborar acciones intervencionistas rápidas con políticas focalizadas y con gastos excesivos; como por ejemplo el sostenimiento y aumento de planes sociales para un mayor control del clientelismo político. Sino en priorizar hacia donde se dirigen los recursos en medio de esta tragedia social por la cual atraviesa el país; sin populismos, con una mirada estratégica hacia la inversión, como el camino más seguro para incrementar la productividad y el crecimiento económico.
Para ello, es importante el compromiso de líderes políticos capaces de implementar reformas con decisión. La experiencia nos enseña que el camino más seguro hacia la prosperidad es el de la libertad, al permitir que los individuos decidan por ellos mismos la forma de seguir adelante que sea mejor para cumplir sus sueños y aspiraciones y los de sus familias.
Nos queda por delante un gran desafío para evolucionar como sociedad. Debemos exigirnos a construir consensos políticos que perduren en el tiempo, elevar el nivel y el prestigio de nuestro sistema de gobierno y el respeto a sus instituciones. Aprender aceptar nuestras diferencias y sanar las heridas del pasado que dividen a los argentinos, con el único objetivo de brindar una mejor calidad de vida en paz. Y generar así las condiciones que restablezcan el índice de confianza y la previsibilidad hacia nuestro país.
Para concluir, si el gobierno no cambia de camino y opta nuevamente por encerrarse en sus discursos, la crispación y la soberbia; sin advertir de una vez la realidad social a la que nos introdujo, hará estallar socialmente el país como una bomba de tiempo. La misma con la que juega desde que llego al poder y comenzó acelerar su pulso desde el 28 de junio pasado, cuando más del 60% del país le dijo no a la profundización de su modelo. Sin dudas nuestra suerte se ha vuelto peligrosa, no sólo por los métodos coercitivos que emplea Cristina Kirchner, sino especialmente por la ceguera con que se los usa, dado que reduce en forma notable la libertad del individuo.
Por Walter Gutiérrez,
Presidente Red Ideas para la Libertad y la Democracia
Presidente Red Ideas para la Libertad y la Democracia
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