domingo, 2 de diciembre de 2012

Modelo vs. "Ortodoxia": Las supuestas bondades del estatismo

La estanflación de la economía puede obedecer a la ruta elegida por el país. Hay problemas sociales graves, y de precios, que no logran ser resueltos.

En sus últimas intervenciones públicas, la Presidenta de la Nación hizo una encendida defensa del papel del Estado durante sus gobiernos. En particular, le atribuyó a un supuesto cambio de paradigma sobre la actividad estatal, la bonanza económica y no sólo económica, de estos años.

Resulta innegable, en especial partiendo del piso de la crisis terminal de 2001/2002, que la economía argentina ha crecido fuertemente, bajando el desempleo, y mejorando, en promedio, los ingresos reales de la población. No es menos cierto, sin embargo, que el escenario de bonanza predominó, salvo contadas excepciones, en todos los países de la región. La Argentina creció y se recuperó en estos años, con mucho más Estado, interviniendo, regulando, brindando servicios directos a través de empresas públicas, o cuasi públicas –con el Estado determinando inversiones, tarifas, etc.– y con políticas macro, autodefinidas como “heterodoxas”. Pero también crecieron Brasil, Chile, Colombia, Perú, Uruguay, con enfoques diferentes respecto del Estado, y su papel en la economía, y con políticas macro que el relato argentino definiría como “ortodoxas”.

Dicho de otro modo, si todos crecieron independientemente de las políticas aplicadas, no resulta tan fácil atribuirle al estatismo, la causa central de la bonanza local.

Es más, si algo ha caracterizado a la política económica local, como rasgo diferencial del resto de la región “ortodoxa”, ha sido una elevada tasa de inflación, que este año se convirtió en “estanflación”, por el contexto de escaso o nulo crecimiento observado.

Dada la experiencia latinoamericana, algún “malintencionado” podría argumentar que el crecimiento argentino de estos años se logró “a pesar del estatismo y de la heterodoxia”, y que sin ese entorno nos hubiera ido como al resto de los países vecinos, a los que le fue bien en la década, pero con menos problemas hacia delante y con baja inflación. Que el Estado sea más grande y que la Argentina haya crecido, no necesariamente indica una relación causal entre ambas cosas. Esto resulta difícil de demostrar sin complejas técnicas econométricas.

Pero lo que sí puede evaluarse, “a simple vista”, es cómo le fue al estatismo en su papel central e indelegable de brindar elementos que mejoren la calidad de vida de la población, en infraestructura, vivienda, educación, salud. Más que discutir el papel del estatismo en el crecimiento económico, mirar cómo se ha desempeñado el Estado argentino, en dónde está su responsabilidad primaria.

Un reciente estudio de FIEL, “Eficiencia.gob.ar”, puede ayudar a esta mirada. (Hay muchos otros estudios, aunque con otros enfoques, que ratifican las conclusiones). Sólo algunos ejemplos taquigráficos. El gasto público se incrementó en unos 16 puntos del PBI, entre 2003 y 2011. El empleo público creció en nueve años el 46 por ciento. En 2012, el sector público emplea a 3,3 millones de trabajadores (uno de cada cinco ocupados). No hay un problema, entonces, de “poca gente” y poca plata, para brindar servicios. Tampoco hay un problema, en promedio, de bajos salarios relativos; los asalariados del sector público en las provincias ganan más que individuos con características similares en el sector privado.

Pese a esto, el déficit habitacional volvió a crecer y se mantiene un elevado stock de viviendas sin terminar. En educación, los resultados de las pruebas PISA, muestran que uno de cada dos estudiantes de la escuela secundaria de nuestro país no puede realizar tareas básicas en lectura, matemática y ciencia y la Argentina se encuentra entre los países que más redujeron su puntaje promedio en mediciones del año 2000 y la de 2009. El 50% de las rutas nacionales se encuentra en estado malo o regular. En salud, hay provincias que gastan, por habitante sin cobertura médica, el doble o el triple de lo que costaría un seguro médico que cubriera el plan mínimo obligatorio.

En síntesis, en materia macroeconómica, el estatismo K no muestra desempeños mucho mejores que la “ortodoxia” latinoamericana, en general. Mientras que, en materia de bienes públicos propiamente dichos, la calidad no ha mejorado sustancialmente, pese al aumento del gasto y del empleo.

Sugiero, humildemente, revisar el relato sobre las bondades del estatismo K.

Por Enrique Szewach en
http://www.perfil.com/ediciones/2012/11/edicion_729/contenidos/noticia_0022.html


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