viernes, 21 de diciembre de 2012

Reflexiones praxeológicas II: Krugman y las falacias keynesianas

Hace una semana, el premio Nobel a la estupidez, Paul Krugman, publicó en su blog la siguiente nota: Spending and Growth (Gasto y Crecimiento). En dicha nota, muestra una gráfica sobre el crecimiento de la actividad japonesa de los últimos meses, obviamente asociado al desastre causado por el maremoto y los gastos en reconstrucción. De esta manera, y comparando con la situación de países como Italia, pretende demostrar que gastar es bueno para la economía, mientras que el ahorro y las políticas de austeridad son malas. Al final, alegremente dice que en todo esto hay una buena lección de macroeconomía.

El razonamiento, es obviamente falaz, porque asume que el crecimiento de la actividad es de por sí una señal de bonanza económica, ya que se está creando riqueza. Lo que no contempla la visión keynesiana, fielmente sostenida por Krugman, es la destrucción previa de riqueza que condujo a esa situación, de manera que hoy los japoneses no están mejor que antes porque están más activos, sino que es al revés: antes estaban mejor porque tenían más. El aumento súbito de la actividad económica en términos del PBI no es más que un reflejo de las intenciones de los japoneses de volver a ese mejor estado, recuperando lo perdido.

Los seres humanos no producen porque estén mejor produciendo que no haciéndolo. La producción no es un fin, es un medio, y los seres humanos producen porque producir es un MEDIO para satisfacer la demanda de bienes y servicios. Si producir fuera un fin en sí mismo, no necesitarían destrucción de riqueza para producir, ni demanda que la incentive. Lo harían de forma totalmente espontánea, sin ningún otro fin que hacerlo. El hecho de que el propio Krugman admita que la producción se haya disparado como consecuencia de una destrucción previa de riqueza, demuestra el absurdo bajo la propia interpretación keynesiana.

Y esta es la gran confusión de Keynes, y la de un pobre premio Nobel como Krugman, que sigue sosteniendo una teoría absurda. Podemos seguir dando ejemplos que ponen en evidencia la falacia: cada vez que un país acaba de salir de una gran crisis, también los índices de crecimiento se disparan. Debemos decir entonces que las crisis son buenas, contradiciendo al mismo tiempo las propias afirmaciones keynesianas?

Por otro lado, ¿por qué entonces no destruir completamente un país y mandar a todos a la edad de piedra, así tienen que empezar todo de nuevo? Seguramente Krugman dirá que eso es bueno para la economía porque ahora la sociedad va a tener que trabajar muchísimo para recuperar todo lo perdido, y como consecuencia los índices de crecimiento de actividad se dispararán a cifras récord de 20% anual! Krugman festejará esto como una gran confirmación de su teoría, pero ignora, a sabiendas o no, que como consecuencia la sociedad no está mucho mejor sino al contrario, mucho peor, y que el enorme aumento de la actividad no es un indicativo de que están mucho mejor, sino exactamente lo contrario: que están mucho peor y no tiene más remedio que trabajar 20 horas al día durante 50 años para recuperar todo lo perdido.

Si analizamos la situación desde el punto de vista de la austeridad, tan vilipendiada por Krugman que, bajo las mismas falacias, afirma ser la causa de que Europa no se recupere, el absurdo se hace de nuevo evidente si lo razonamos un poco. Veámoslo con un ejemplo. Suponga usted que un buen día hace unos años, decidió hacerse el loco y empezar a gastar y gastar más de lo que cobraba, hasta liquidar sus ahorros. Luego, cuando se quedó sin ahorros, empezó a endeudarse con el propósito de seguir sosteniendo el mismo ritmo de gastos. Y a partir de cierto momento, cuando le tocó empezar a pagar sus deudas, empezó a endeudarse aún más para pagarlas. Un mínimo de sentido común nos indica que eso no se sostiene en el tiempo y tarde o temprano va a sufrir su propio colapso económico, que ya no vamos a poder seguir endeudarnos más, y que vamos a tener que limitar severamente el consumo para recuperarnos y pagar nuestras deudas.

Pero resulta que luego de 2 años de su "política de austeridad", aún no se ha recuperado porque las deudas que asumió fueron tan elevadas, que aún las sigue pagando y no tiene más opción que seguir limitando severamente su consumo por un tiempo más, hasta que las deudas se liquiden y pueda comenzar un nivel de consumo mayor, pero más razonable, sin caer de nuevo en la misma situación. No se necesita pensar mucho para entender que el camino de la recuperación es seguir insistiendo en su austeridad hasta recuperarse, que empezar a gastar más lo va a llevar de nuevo a la situación de crisis total, y que de hecho usted ya se está recuperando a medida que su deuda se sigue liquidando. Simplemente, usted no alcanzó aún a liquidarla de forma total para comenzar a consumir más. Sin embargo, si usted le pidiera consejo a Krugman, éste le respondería exactamente lo contrario: que usted no se está recuperando, y que no lo ha hecho porque está siendo demasiado austero, y necesita gastar más.

Es evidente lo que pasa aquí: Krugman confunde nuevamente medios con fines, invierte la relación causa efecto, y no advierte que poder gastar más es una consecuencia de la mejor situación económica, y no a la inversa. El simplismo de Krugman lo lleva a razonar que si la economía está mejor puede gastar más, entonces el gastar más es el medio para que la economía esté mejor.

Y eso es un premio Nobel.

Por Wolvh Lórien
en http://uruguayeconomico.blogspot.com.ar/2012/05/krugman-y-las-falacias-keynesianas.html


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