Sr. Senador Carlos Alberto Rossi
Miembro de la Comisión de Derechos HumanosParlamento Latinoamericano
Distinguido Sr. Senador:
Me dirijo a usted, en su condición de Miembro de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Latinoamericano, con dos objetivos fundamentales:
PRIMERO:
Es perfectamente conocido que en Cuba, mi Patria, el gobierno implantado en el poder desde hace medio siglo, muestra un lamentable expediente en materia de derechos humanos, a pesar de las informaciones tergiversadas y manipuladas, y de la profusión de mensajes propagandísticos, que con el propósito de confundir, utilizan este gobierno y sus insensibles aliados internacionales. Como primer objetivo de la presente carta, a continuación le expongo concretamente, tres censurables realidades, que sin lugar a dudas, constituyen violaciones sistemáticas e institucionalizadas, de elementales derechos humanos y familiares.
1.- Cual esclavos contemporáneos, los cubanos, sin excepción, no solamente necesitamos de permisos estatales para entrar y salir de nuestro país, sino que además, estos permisos se otorgan arbitrariamente, se demoran y se niegan; y estamos incluso obligados a pagar tales autorizaciones de viaje, a un precio elevado en moneda convertible.
Mi familia ha sido y es víctima de esta arbitraria disposición. Desde el año 1994, las autoridades de la isla me han prohibido viajar al exterior, por lo que he permanecido casi 15 años sin poder abrazar a mi único hijo y su esposa, residentes en la Argentina; y no conozco a mis dos nietos, los que en el presente 2009, cumplirán 14 y 8 años respectivamente. En el año 2006, el gobierno, despiadadamente y sin explicaciones, negó a mi madre el permiso requerido para visitar a nuestra familia en la Argentina. A pesar de que se trataba de una anciana de 88 años de edad en aquel momento, gravemente enferma, postrada en un sillón de ruedas, sin nexos con el proceso político imperante en nuestra nación, y en peligro de morir aquí implorando que le permitieran reunirse con sus seres queridos, ella fue retenida por la fuerza durante dos años en Cuba, hasta que después de múltiples gestiones, en mayo del pasado 2008, el gobierno del General Raúl Castro, le otorgó el esperado permiso.
La situación de mi familia no constituye una excepción en la Cuba post-1959. Actualmente, un número no determinado pero elevado de familias inocentes, sufren la injusta separación de padres e hijos, abuelos y nietos, hermanos, esposos, y otros familiares en general, pues se le niega el permiso gubernamental de salida o entrada, a alguno de sus miembros. Y estos compatriotas padecen y lloran en silencio su dolor, porque están dominados por un miedo paralizante, que les impide reclamar el respeto a sus derechos más elementales.
Al arrogarse la potestad de permitir o no, que los nacidos en esta tierra salgamos de nuestra propia Patria y regresemos a ella, el gobierno cubano no respeta la libertad de circulación definida en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; y por tanto incurre en una flagrante violación de los derechos humanos y familiares; y en una grave injerencia en la vida privada y familiar de los ciudadanos de este país.
2.- Los cubanos sólo contamos, para algo tan importante como es la instrucción de nuestros hijos y nietos, con el estatal Sistema Nacional de Educación. Los programas de estudio de este Sistema, totalmente politizados, están orientados al adoctrinamiento de los educando, en base a los postulados marxista-leninista, y según los intereses gubernamentales. Al no existir en Cuba otras opciones de estudio, los padres y las familias en general, hemos sido despojados del sagrado derecho a decidir los principios en los que deseamos educar a nuestros descendientes.
3.- Los cubanos carecemos en el país, de órganos permanentes e independientes del gobierno, ante los que podamos presentar las denuncias relacionadas con las violaciones de nuestros derechos.
SEGUNDO:
Como segundo objetivo de esta misiva, dirijo respetuosamente a usted, dos solicitudes:
a) Teniendo en cuenta, que sobre este importante tema existen discrepancias insalvables entre lo que las autoridades cubanas aseguran, y lo que múltiples personas y organizaciones afirmamos, les ruego soliciten al gobierno de mi país, la posibilidad de que personalidades prestigiosas, imparciales, y realmente comprometidas con la defensa de los derechos humanos, viajen a Cuba; y con absoluta libertad, sin restricciones, manipulaciones, ni coacciones, comprueben in situ, la verdadera realidad al respecto.
b) Les pido, como organización comprometida con la causa de los derechos humanos, que soliciten al gobierno cubano, el estricto cumplimiento de los compromisos que ha contraído con el Parlamento Latinoamericano, con las Cumbres Iberoamericanas; y como país signatario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y de la Convención para los Derechos del Niño, en aras de que cesen en nuestra Patria, los actos institucionalizados que implican abuso de poder, que atentan contra la dignidad humana, y que conculcan derechos básicos personales y familiares.
Muchas gracias por su atención.
Que Dios los bendiga.
Dra. Hilda Molina
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