martes, 30 de abril de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional (Vª Parte)

El actual escudo argentino es una derivación directa del logo de un "pase" o salvoconducto que utilizaban los diputados de un club o partido político para ingresar a la Asamblea Legislativa que funcionó durante Revolución Francesa, entre el 1º de Octubre de 1791 y el 20 de Setiembre de 1792.
No se sabe, a ciencia cierta, a qué club o grupo político pertenecía el mentado pase. Algunos creen que a los jacobinos; el partido más radicalizado y famoso del período revolucionario.

Sin embargo, no sabemos qué partido fue el que lo utilizó. No creemos que fueran los jacobinos; ya que al ser el club más conocido, se habría sabido que éste era el salvoconducto que utilizaban, y no habría caído en el olvido por doscientos años; como fue el caso del padre de nuestro escudo nacional.
Lo que sí podemos decir de este logo es que pertenecía a un grupo manifiestamente revolucionario y republicano. En primer lugar, no se observa ningún atributo monárquico en su diseño. Ni las coronas borbónicas, ni la flor de liz, o los colores reales. Al contrario, se ven en él signos evidentemente revolucionarios, como lo son, para empezar, el gorro frigio y la pica, las manos entrelazadas y la corona de laureles. El escudo culmina en un sol más bien pagano, y no una cruz, o una corona real, como se estilaba en las monarquías católicas de entonces.

El Gorro Frigio

El gorro frigio es un símbolo que, desde la antigüedad romana simbolizaba la libertad, al ser una prenda (pileus) que utilizaban los esclavos manumitidos; es decir, quienes alcanzaban la libertad, por parte de sus antigos amos. De este modo, transmitían a la gente que quienes hasta ayer estaban sumidos en la servidumbre, ya eran hombres libres.

El gorro frigio empezó a popularizarse en la Francia revolucionaria, a partir del año 1790. El "bonnet rouge" se vió por primera vez adornando a una estatua que representaba a Francia, en un festival en Troyes. Ese mismo año, también, un artista lo esculpió encima de una pica que llevaba la diosa "Libertas" en Lyon. Allí, por primera vez se juntarían el gorro, con la pica revolucionaria, de la cual no se separaría más.

En 1792, cuando se obligó a Luis XVI a aprobar la nueva constitución francesa, la turba, enfurecida, lo forzó a usar el gorro frigio, para humillarlo. Entre tanto, los sans-culottes parisinos hicieron de esta prenda su atuendo favorito, como símbolo de la solidaridad revolucionaria en toda la ciudad. El gorro se impuso rápidamente como una moda; a tal punto que, durante el terror francés, quien no lo llevaba puesto, podía enfrentar las más atroces represalias. Así, republicanos moderados, religiosos, monárquicos aterrados o aristócratas que no pudieron huir a tiempo ,se vieron obligados a llevar puesto este gorro, para evitar la furia popular. Los sans culottes eran el grupo que popularizó el uso del gorro frigio. El 15 de Agosto de 1792, cinco días después de la abolición de la Monarquía, se declaró al Gorro Frigio como emblema de la Comuna de París, y símbolo de la libertad.

¿Quiénes eran los sans-culottes?

A fines del Siglo XVIII, en Francia, los varones de los sectores acomodados y aristocráticos vestían unas calzas cortas y ajustadas, a partir de la cintura. Ello evidenciaba estar a la moda y tener un buen poder adquisitivo. Sin embargo, la mayoría de la población, que pertenecía al "Estado Llano" o "Tercer Estado" usaban pantalones largos, como distintivo de su condición. Es decir, no utilizaban esas calzas propias de la nobleza y los sectores adinerados. Se los comenzó llamando, despectivamente "sans culottes", es decir, quienes no usaban esas calzas, por no tener el nivel o las condiciones para lucirlas. Sin embargo, de a poco, este apelativo, de ser un insulto, se transformó en un signo de distinción, utilizado con orgullo por los propios miembros del Tercer Estado. Integraban los "sans-culottes": los artesanos, trabajadores independientes, cuentapropistas, quienes tenían algún oficio y pequeños comerciantes. Eran lo que hoy conocemos como la clase media o media-baja. Excluía a la alta burguesía (clase media alta) o a los pobres e indigentes.

Era el sector social más productivo y numeroso en la Francia revolucionaria; y también era el más expoliado con impuestos y contribuciones fiscales para solventar el elevado tren de vida de la nobleza y la monarquía.

Durante años habían soportado injusticias y abusos por parte de los estamentos privilegiados. Esto originó que fueran acumulando resentimiento y odio hacia los mismos; que salió a luz cuando estalló la Revolución Francesa. Los revolucionarios encontraron en los sans culottes el caldo de cultivo ideal para sus ideas radicales. Sedientos de venganza y de revancha, conformaron la muchedumbre que asaltó a la prisión de la Bastilla, o el Palacio de las Tullerías. Se enrolaron, también, como voluntarios en los ejércitos revolucionarios franceses, que lucharon contra la reacción de las demás potencias monárquicas europeas que rodeaban a Francia.

Los sans culottes asistían, entusiasmados, a las sesiones de los distintos cuerpos legislativos franceses, que tuvieron vigencia durante el primer ciclo de la Revolución: la Asamblea Nacional, la Asamblea Constituyente, la Asamblea Legislativa y la Convención. Enardecidos por los discursos radicalizados del ala izquierda de tales cuerpos, los vivaban y alentaban con sus ovaciones, y servían como su fuerza de choque, cuando había que actuar. Su presión en el recinto fue determinante cuando los diputados tuvieron que votar por la ejecución de Luis XVI.

A partir de 1792, los triunfantes sans culottes consideraban a las calzas como un símbolo del Antiguo Régimen, y a quienes las portaban, como simpatizantes de la monarquía, que debían ser ajusticiados. Impusieron, como moda, el uso de su prendas favoritas: el pantalón largo de paño con rayas verticales blancas y verdes y el gorro frigio. Su arma urbana y casera, que se impuso, en esos días, fue la pica. Así es como surge, en la historia, el segundo símbolo de nuestro Escudo Nacional.

La Pica

La pica fue el arma revolucionaria por antonomasia. Consistía en una vara de madera o de caña que solía medir entre 3 y 5 metros de largo (aunque las hay de menor y de mayor altura), con las que se dotaba a los soldados de infantería para defenderse contra las cargas de caballería. Los soldados se ponían de rodillas apuntando la pica en un ángulo entre 45º y 60º de suelo, para esperar que los jinetes que los cargaran se ensartaran en ellas. Era un arma formidable de defensa. Los caballos, fieles a su instinto, se negaban a carcar contra un frente erizado de picas. Su origen se remonta a las falanges griegas, que eran grandes cuadros formados por filas de piqueros, que avanzaban implacablemente contra sus enemigos, barriendo todo lo que encontraban a su paso. Su uso fue recuperado, durante la Edad Media por los mercenarios suizos. En el Renacimiento, se combinó la pica con el hacha, obteniéndose la majestuosa alabarda, utilizada por todas las guardias reales del mundo. Hoy la vemos en la Guardia Suiza Vaticana y en los Beefeaters, célebres custodios de la Torre de Londres, entre otras guardias monárquicas europeas.

La pica era un arma netamente defensiva, relativamente fácil de fabricar, y barata, como potente escudo frente al arma ofensiva por excelencia, que era la caballería. Se fabricaban con un asta (varilla) de madera y una punta de lanza; que podía fabricar cualquier herrero. Por eso fue que los revolucionarios parisinos (sobre todo los sans culottes) se armaron masivamente de picas, para asaltar la guarnición de artillería de Los Inválidos, primero, y la fortaleza de la Bastilla, después, donde se inmortalizaron sus imágenes, armados de picas, y usando gorros frigios, atacando los símbolos del Ancien Regime.

Una particularidad, con respecto a la Revolución Francesa y al uso, tanto de picas, como de gorros frigios, es la notable participación de las mujeres en los movimientos turbulentos de aquellos años. En efecto, hasta entonces la historia registró muy pocos momentos, en los cuales las féminas protagonizaron hechos de armas, en forma activa. Por lo general, su lugar era en las casas, alentando a sus padres, hermanos, esposos e hijos, en la defensa de su Patria, y colaborando en tareas no relacionadas directamente con los enfrentamientos y la pelea. Sin embargo, durante la Revolución Francesa, vemos a la mujer tomar un rol activo, portando picas y enfrentándose a las fuerzas reales, o asaltando edificios públicos. De allí es que la pica toma un símbolo de arma urbana y ciudadana, sin distinciones de ningún tipo; condición que no tuvieron ni la aristocrática espada o las armas de fuego.

Durante el terror jacobino era común ver cómo algunas mujeres sans culottes se ubicaban al lado de la guillotina, luciendo "gorros frigios" y armadas de picas, para clavarlas en las cabezas de los ejecutados, una vez que éstos fueran guillotinados; como símbolo del escarmiento revolucionario a los enemigos de la República y de la Libertad.

La pica era el brazo armado de la Libertad (del Gorro Frigio). Era la fuerza que la sostenía. La Revolución Francesa se había obtenido con sangre y en base a las picas ciudadanas. Pues bien; de allí en lo sucesivo, se representaría a esa Libertad, sostenida en picas; es decir, por las armas y la sangre de sus ciudadanos, a quienes coronaba.

Los primeros artistas franceses comenzaron a representar a la "Libertad", sosteniendo al gorro frigio republicano, encima de la pica revolucionaria. Es así como este símbolo sangriento de la Revolución Francesa, pasaría también a nuestro Escudo Nacional.
Por Juan Pablo Bustos Thames en http://www.elsigloweb.com/nota/115339/bicentenario-del-escudo-nacional-v-parte.html

lunes, 22 de abril de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional (IVª Parte)

La Asamblea Legislativa francesa, que funcionó durante el período revolucionario galo, entre el 1º de Octubre de 1791 y el 20 de Setiembre de 1792, fue el primer órgano deliberativo constitucional de Francia. En él convivieron, durante casi un tumultuoso año, partidarios absolutistas del aún monarca Luis XVI de Borbón (quien recién sería guillotinado en Enero de 1793); otros que simpatizaban con una monarquía constitucional, al estilo inglés; republicanos moderados; y extremistas que deseaban arrasar con todo el "Ancien Regime" que regía hasta entonces. De todos estos matices del arco político de entonces derivarían las tendencias ideológicas que han prevalecido hasta el día de hoy.

En efecto, a la derecha de la Presidencia de la Asamblea Legislativa, se ubicaban los diputados que pertenecían a los "clubes" o "partidos" más conservadores; en el centro los moderados, y a la izquierda, los representantes más radicalizados. Como la cantidad de diputados de ese cuerpo legislativo, emanado de la primera Constitución Francesa, de 1791, arañaban los 750 miembros; por su enorme cantidad, la Asamblea resolvió que cada "bloque" o "club" político que la integraban, emitiera un "pase" o "salvoconducto" ("laissez-passer", en francés) para que la guardia que custodiaba la Asamblea permitiera el ingreso al recinto de sesiones de los diputados de cada bloque, identificados con esas credenciales. Así fue que cada club emitió sus propios pases, utilizando imágenes, logotipos o grabados curiosos.

El "padre" del Escudo Argentino

En la Biblioteca Nacional de París existe un Departamento de Grabados y Fotografías. En el mismo se encuentra resguardado un archivo, que se identifica como: "Código de la Colección Qb.1 Año 1793". Dentro de ese códice se encuentra un curioso "pase", que es casi idéntico al actual Escudo Nacional Argentino, y que ilustra esta columna.
Como curiosidades de este imagen, observa el ex embajador argentino en Francia, Dr. Carlos Ortiz de Rozas, que debajo de la cinta roja que une a la corona de laureles de este salvoconducto francés, se pueden apreciar las letras "BR"; que son las iniciales de la "Bibliothèque Royale"; es decir, la Biblioteca Real de Francia (predecesora de la actual "Biblioteca Nacional" francesa). El grabado también incluye la corona real. De ello deducimos que este pase, que tenía el emblema de uno de los clubes políticos franceses que integraban uno de los bloques de diputados a la Asamblea Legislativa se utilizó hasta antes de que Francia aboliera la Monarquía y se convirtiera en República (lo que ocurrió después de la disolución de la Asamblea Legislativa, más tarde, ese mismo año de 1792). De otro modo, no se entiende qué hacen los emblemas reales en este salvoconducto (la corona y las iniciales BR).
Este pase integra una colección que era propiedad de la familia Latarrade. Esta familia tuvo todas estas láminas en su poder hasta el año 1841, durante setenta años, después de los hechos; momento en que cedió parte de esos grabados que integran la "Colección Latarrade" a la Biblioteca Nacional. Con posterioridad, y más de veinte años después, en 1863, la familia Latarrade vendió a la Biblioteca Nacional el resto de los grabados (como quince mil), que habían quedado en su poder. No sabemos si este pase integraba el primer lote, vendido en 1841; o el segundo, enajenado en 1863.
Sin embargo, estamos seguros que esta estampa integra la "Colección Latarrade". Como prueba de ello, se puede apreciar, entre los rayos segundo y tercero del sol, en el borde derecho del escudo la expresión "Lat", que identifica a esta lámina como parte de esa colección.

El Diseño del "escudo" francés

¿Qué otra información nos puede brindar este pase francés?. En primer lugar, cuenta con todos los elementos típicos, clásicos y conocidos del Escudo Nacional. Para empezar: la corona de laureles que rodea al óvalo. Un óvalo dividido en dos campos: la mitad superior celeste y la inferior blanca. Un par de brazos desnudos que, entrelazados, en la mitad inferior del óvalo, sostienen una pica, que a su vez, está coronada, en su punta, con un gorro frigio. Por encima del escudo, se aprecia un sol naciente, geométrico, con ojos y una nariz que apenas se pueden apreciar. Este sol cuenta con siete grandes rayos en triángulos, que se proyectan sobre un círculo amarillo que les sirve de una especie de "aureola".

Otra particularidad que nos puede expresar este salvoconducto es que ambos brazos confluyen horizontalmente, a un mismo nivel, para sostener, juntos, la pica que lleva el gorro frigio. Esa es una diferencia con el actual Escudo Argentino, ya que ambas manos se encuentran levemente elevadas para sostener, hacia arriba, la pica.

Llama la atención que la mitad superior del óvalo del pase francés, de color azul-celeste refleje algo parecido a lo que sería un cuerpo de agua, con oleaje, como si fuese un río, lago o el mar (de allí su color). En cambio, el Escudo Nacional tiene un color celeste pleno, sin reminiscencias hídricas.

En opinión de quien, a fines de la década de 1980 fuera directora del Departamento de Grabados y Fotografías de la Biblioteca Nacional de París, Laure Beaumont-Maillet, las olas que se aprecian en la mitad superior del óvalo podría indicar que los diputados que utilizaban este pase pertenecían a alguna región francesa con litoral marítimo; y por eso aludían al mar, en su distintivo. Sin embargo, sólo se trata de una especulación; ya que, a ciencia cierta, no lo sabemos.

No sabemos tampoco a qué grupo, bloque, partido político o "club" pertenecía este pase. Algunos han llegado a aventurar que se trataría de un pase del más famoso club revolucionario; de los "jacobinos"; o que este salvoconducto tendría fuerte simbología masónica, que habría heredado nuestro actual escudo. ¿Eso es tan así?. Veremos.

En primer lugar, por la propia simbología del distintivo francés, podemos decir que se trata, evidentemente, de un emblema evidentemente republicano y no monárquico. En efecto, no se observa, en ninguna parte del mismo, símbolos reales o borbónicos, a saber: corona, flor de liz, cruz, o colores blancos y celestes preponderantes, a excepción del blanco inferior del óvalo y el agua que se observa en la mitad superior, pero sin alusión alguna a la monarquía borbónica. La corona real se ha sustituido por una corona de laureles, que deriva de la Roma republicana.

En segundo término, es evidente el espíritu republicano de los portadores del pase, cuando se advierten dos símbolos característicos del ala más extrema de la Revolución: la pica y el gorro frigio.
Origen y significado del "Gorro Frigio"

El gorro frigio retrotraería sus orígenes a la región turca de Frigia, situada sobre la península de Anatolia, en las costas que bañan las aguas del Mar Egeo. Sin embargo, en la Antigüedad, esta zona de Asia Menor era griega. En la época helenística, es decir, en los años que siguieron a la epopeya de Alejandro Magno, se encontraron los primeros registros artísticos de su uso, por parte del atuendo oriental. El gorro frigio es una especie de capucha roja, de formato cónico, con punta corvada, que cae sobre la parte delantera del gorro. Puede estar confeccionado de fieltro, pana o lana. Una de las primeras imágenes de un gorro frigio, en la historia, se aprecia en los atributos del dios del sol persa Mitra, unos siglos antes de la era cristiana. Cuenta la leyenda que Mitra utilizaba este gorro (con lo cual, sería éste en realidad un invento persa, es decir, iraní, y no frigio) para ocultar las orejas de que se le habían crecido, por conjuro del dios Apolo, al haber Mitra elegido a Pan, en vez de aquél, en una competencia de canto.

Es común ver hoy la conocida imagen de Papá Noel con un gorro muy parecido al "frigio". En efecto, este personaje navideño está inspirado, en realidad, en la vida de San Nicolás de Bari, Obispo de Myra, en Lycia, Asia Menor (hoy Turquía), hacia el año 350 D.C. De allí es que, opinan algunos, se lo representa con este gorro rojo, típico de la zona, en donde ejerciera su ministerio pastoral. Por alguna razón, este gorro pasó a ser utilizado, después, por griegos y romanos.

Los libertos romanos eran aquellos esclavos a quienes su amo concedía la libertad. En estos casos, los libertos utilizaban este gorro "frigio" ("pileus") para simbolizar su nuevo status de hombres libres, así todos supieran que ya no eran más esclavos. Con este gorro debían concurrir a los funerales de su antiguo amo, para brindarle sus respetos.

De esta manera, fue cómo, en la historia, se fue vinculando el uso de este "pileus" o "gorro frigio" a la idea de la "libertad". De algún modo, la moda de su uso arribó, ya en la era moderna, a las costas francesas. Algunos creen que lo lucían los marinos de mediterráneo, quienes introdujeron la moda en los puertos galos de Marsella y Tolón. De allí lo habrían adoptado las clases bajas del Sur de Francia, extendiéndolo hasta las de París.

El gorro frigio se transformó, durante la Revolución Francesa, en la prenda característica de los "sans-culottes" parisinos. Le llamaban "gorro de la libertad". Los "sans-culottes" eran las masas constituidas por las clases bajas urbanas de París. Conformaban el "Tercer Estado" o "Estado Llano", carecían de educación, aseo y tampoco se expresaban correctamente. Fueron el grupo más tumultuoso y radicalizado de la Revolución Francesa, que atacaron la Bastilla el 14 de Julio de 1789, asaltaron el Palacio de las Tullerías, y forzaron al rey Luis XVI a retornar a París, para someterlo a un sinnúmero de humillaciones. Los sans-culottes se identificaban con este "Gorro Frigio", que impusieron como emblema de la "Libertad", uno de los lemas de la Revolución, junto a la "Igualdad" y la "Fraternidad".

Por Juan Pablo Bustos Thames en http://www.elsigloweb.com/nota/114804/bicentenario-del-escudo-nacional-iv-parte.html

domingo, 21 de abril de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional (IIIª Parte)

Casi inmediatamente después del fracaso de la sublevación indigenista de Túpac Amaru II en contra del régimen colonial español, en 1781, su primo Juan de Dios Rivera Túpac Amaru, que estaba radicado en Potosí, donde trabajaba como artista en platería, grabado y orfebrería, se trasladó hacia la ciudad de Córdoba. Muchos creen que fue para ponerse a resguardo de la furia revanchista de las fuerzas reales, que había reimpuesto el orden, en el Perú, a sangre y fuego.
No sabemos bien cuánto tiempo estuvo, precisamente en Córdoba; lo que sí sabemos es que no se quedó mucho tiempo en la "Docta"; tal vez en procura de mejores horizontes y clientes para su trabajo artístico, emigró, primero a Luján; y posteriormente, a Buenos Aires; donde finalmente se radicó y permanecería allí hasta su muerte, en 1843, durante el apogeo de la dictadura rosista. Ya en Buenos Aires, se casó con la porteña Mercedes Rondeau Macedo. Así se relacionó con una prestigiosa familia de la sociedad capitalina de entonces. Es más, fruto de su progreso social, el hijo de ambos, Pedro Mariano Miguel Rivera Rondeau, llegaría a ser un reconocido cirujano de la época, que se casó, luego, con una de las hermanas del propio Juan Manuel de Rosas, doña Dominga Mercedes Concepción Ortiz de Rozas López de Osornio; y sería, además, el médico de cabecera de su famoso cuñado, el dictador porteño.

En Buenos Aires, Juan de Dios Rivera se ganó un gran renombre en su oficio; y de este período se le conocen las obras más destacadas de su labor, como artista: platero y grabador. Se lo conocía por su apodo de el "Inca"; que no tenía, para él nada de peyorativo, sino que lo debió haber recibido y utilizado con agrado y orgullo, atento a que pertenecía a la familia real incásica; y se encontraba perfectamente consustanciado con la cultura, la imagenología y la cosmovisión incaica; que utilizó, posteriormente, en sus obras. Por esa época, se relacionó también con los distintos concesionarios de la Imprenta de los Niños Expósitos, brindándoles sus servicios de grabador. Muchos de sus grabados ilustraban los trabajos salidos de esa imprenta.

Cuando hubo que confeccionar el sello del Real Consulado de Buenos Aires, donde Manuel Belgrano se desempeñaba como Secretario Perpetuo, se acudió a Juan de Dios Rivera para elaborarlo; tarea que el Inca cumplió eficazmente. Este es el antecedente más importante, relacionado con la encomienda que posteriormente Agustín Donado le haría, por parte de la Soberana Asamblea del Año XIII. Juan de Dios Rivera tenía, entonces, experiencia en el diseño y la confección de sellos oficiales.
En 1808 Rivera recibió un encargo, por parte del Ayuntamiento de la Villa de Oruro, presidido por su Alcalde Ordinario, de confeccionar una plancha de cobre alusiva, para obsequiar al Cabildo de la ciudad de Buenos Aires en conmemoración del reciente triunfo porteño sobre los invasores ingleses, un año antes.

Es además obra de Rivera el único retrato fiel del rostro de Mariano Moreno que el artista inmortalizó en esa época; y por el cual sabemos qué aspecto físico tenía el prócer.

En consecuencia, Rivera era ya un conocido de Donado. Este había acudido en varias oportunidades a los servicios del peruano para ilustrar trabajos que salían de su imprenta. Por ello, más su antecedente y experiencia en la confección de sellos públicos, habrán hecho al cuzqueño en un referente obligado a la hora de elaborar otro sello para el flamante cuerpo legislativo, que integraba el imprentero. Donado, como dibujante, sabía de las cualidades artísticas y técnicas de Rivera; y precisando de un sello, para poder ser utilizado, cuanto antes, por la Asamblea, resolvió encargárselo.

Con posterioridad, la Asamblea, conforme con el trabajo del orfebre peruano, encomendó también a Juan de Dios Rivera la elaboración de la cuña utilizada para emitir las primeras monedas patrias, en Potosí, ese mismo año de 1813. Nos referimos a las famosas "onzas patrióticas", de oro y de plata. El propio escudo, con ligeras modificaciones (sin el sol naciente), se incluyó en una de las caras de las monedas. En la otra, el sol que se había quitado del escudo, de la primera cara, debía lucir pleno; es decir con sus treinta y dos rayos.

El "Inca" también fue autor de la tarja (escudo de gran tamaño) de oro y plata que se colocó en la fachada del Cabildo de Buenos Aires. Por este trabajo, Rivera percibió la suma de dos onzas de oro (dos de las monedas patrias de oro, curiosamente acuñadas con su misma obra); según se desprende de un documento del 14 de Diciembre de 1813.

El Diseño del Escudo

Sabemos que las sesiones de la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII arrancaron el 31 de Enero de 1813; y que 22 días después ya estaba siendo utilizado el flamante sello del cuerpo en los primeros documentos oficiales emitidos. No existen actas donde conste que se hubiera resuelto su encargo; lo cual no descarta que, esas actas se hubieran extraviado, o que la encomienda al diputado Donado, para su confección, hubiera surgido, tal vez, de conversaciones informales entre los asambleístas, que no se llevaron a las actas.

Movido con esa premura de contar, en forma urgente, con ese sello, es que el imprentero de la Asamblea acudió a su ilustrador de confianza, el hábil y eficiente "Inca" Rivera. Recordemos que éste tenía experiencia en la confección de sellos oficiales.

No consta en ningún documento que la Asamblea le hubiera dado algún tipo de directivas a Donado o a Rivera para ajustar a ellas su labor. Ergo, ambos habrán tenido, seguramente, un amplísimo margen de discrecionalidad artística para poder encarar su encomienda; sin limitaciones de ningún tipo, en función de la confianza que su pericia en la materia inspiraba a los demás diputados.

Entonces, ante este apremio, en que debía contarse con un sello en pocos días, para lo cual el artista tenía una gran libertad; ¿cómo hizo Rivera para cumplir con su encomienda? Sencillamente, le habrá resultado más simple y fácil tomar como modelo un emblema que ya existía, pero que no fuera difundido en esta tierra; efectuarle luego algunos retoques o agregados de su cosecha; y si gustaba a sus clientes, se elaboraba, entonces, en base a tal diseño, el cuño del sello respectivo.

El emblema francés que copió Rivera

En efecto, el diseño del Escudo Argentino no fue un trabajo inédito, emanado totalmente de la creatividad del artista; sino que, muy por el contrario, para no perder el tiempo, Rivera basó su diseño en un "logo" que ya existía, que había sido creado en la lejana Francia, veinte años atrás, y que, de alguna manera, había llegado (no sabemos cómo) a sus manos; puesto que él mismo mantuvo el secreto sobre este hecho, durante toda su vida.

Durante el año 2006 el Dr. Carlos Ortiz de Rozas, ex embajador argentino en Francia publicó en el periódico La Nación un interesante artículo, donde nos comenta que, durante su gestión en París, en vísperas de conmemorarse el Bicentenario de la Revolución Francesa, un curioso francés le hizo llegar una carta donde le preguntaba "cuándo y por qué motivo la República Argentina había adoptado oficialmente como escudo nacional el emblema del que se valían como laissez-passer los miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793".

En efecto, durante el período que conocemos como la Revolución Francesa (desde 1789 a 1799); entre los años 1791 a 1793, sesionó en París un cuerpo deliberativo que se conoció, en la historia, como la "Asamblea Legislativa". Francia en ese breve lapso, de acuerdo a su primera Constitución, aprobada el 3 de Setiembre de 1791, se había transformado en una Monarquía Constitucional. Es decir, el Rey Luis XVI, permanecía con sus poderes recortados por los revolucionarios; manteniendo únicamente las facultades de veto sobre las leyes emanadas de la Asamblea y la potestad de designar sus ministros.

Esta Asamblea Legislativa estaba integrada por 745 diputados; divididos del siguiente modo: 264 legisladores que se sentaban a la derecha del cuerpo, e integraban los partidos o "clubes": girondino y feuillant, que eran revolucionarios moderados; muchos de ellos republicanos, otros monárquicos, y representaban a la "gran burguesía"; 345 diputados independientes, que se sentaban en el centro del recinto; éstos no tenían un programa claro o definido, y se inclinaban hacia una u otra tendencia de la Asamblea; y por último, 136 diputados que se sentaban a la izquierda de la Cámara, y eran los representantes de los clubes de los jacobinos o de los cordeleros; que sostenían las tendencias revolucionarias más extremas, y abogaban por suprimir la monarquía, y ejecutar al monarca. Los jacobinos representaban a la "pequeña burguesía" y los cordeleros, al "pueblo llano" de París; es decir, a los estamentos sociales más bajos y numerosos de la Capital. Este órgano legislativo originó, de este modo, la actual y clásica separación de los partidos políticos, que ha llegado hasta nosotros; en las tendencias de: derecha (más conservador); centro (moderado) e izquierda (reformador).

Como vemos; esta Asamblea Legislativa estaba integrada por varias centenas de legisladores, y pululaban en los mismos grupos heterogéneos y hasta antagónicos entre sí.

Ese cuerpo legislativo francés, que fue la cuna de los movimientos políticos de derecha, centro y de izquierda, que han perdurado hasta el día de hoy, sería también la incubadora de lo que, veinte años después, se transformaría en nuestro Escudo Nacional.
Por Juan Pablo Bustos Thames en http://www.elsigloweb.com/nota/114714/bicentenario-del-escudo-nacional-iii-parte.html

lunes, 8 de abril de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional (IIª Parte)

Agustín Donado, quien fuera el concesionario de la explotación de la única imprenta existente en Buenos Aires, que operaban los "Niños Expósitos", había terminado desterrado en San Luis, a raíz de la asonada del 5 y 6 de Abril de 1811; en razón de ser un importante dirigente morenista y que era necesario sacarlo de en medio, para que el saavedrismo, que hegemonizaba la Junta Grande, pudiera apoderarse de la imprenta, arrebatándosela a sus adversarios políticos.

San Luis inauguraba así su tradición de transformarse, por aquel tiempo, junto con Carmen de Patagones, en la "Siberia" argentina. Es decir, allí se iban a mandar, en lo sucesivo, a todos los dirigentes, políticos o gobernantes caídos en desgracia, a un destierro en una localidad que, en ese entonces, estaba aislada de todo, por la inmensidad del desierto cuyano. Allí fueron recluídos: el propio Donado, Juan Martín de Pueyrredón, los prisioneros realistas capturados a raíz de las batallas de Chacabuco y de Maipú, y también Bernardo de Monteagudo.

Poco después, en Setiembre de 1811, cayó el gobierno de la Junta Grande y se formó el Primer Triunvirato, el cual ordenó la liberación de todos los dirigentes morenistas deportados en Abril, ante la falta de pruebas de cualquier crimen en su contra. Así, Donado podrá regresar a la Capital; no sin antes haber dejado buenas amistades en San Luis, ciudad de su cautiverio; que le resultarían provechosas en un futuro próximo.

La Sociedad Patriótica y la Asamblea del Año XIII

De vuelta en Buenos Aires, recuperó la explotación de la imprenta, y se relacionó, nuevamente, con la renaciente Sociedad Patriótica que, conducida por Bernardo de Monteagudo, se tornaba en una referencia obligada, en materia de discusión política en la época. Monteagudo imprimió, en la imprenta de Donado, su periódico "Mártir o Libre", que de a poco, se fue transformando en un foco opositor al Primer Triunvirato.

Con la llegada de José de San Martín y de Carlos de Alvear al Plata, en Marzo de 1812, se constituye la Logia de Caballeros Racionales (mal llamada "Logio Lautaro"); a la cual se pliegan, al poco tiempo, Monteagudo y su amigo Donado. Allegado a San Martín, le donó veinte caballos para conformar su famoso Regimiento de Granaderos.

Al poco tiempo caería el Primer Triunvirato, se conformaría el Segundo y se convocaría a la Asamblea del Año XIII. En esta oportunidad, los vecinos de San Luis, sabiendo que el morenista desterrado a quien había hospedado durante varios meses, tenía ahora llegada de primera mano con el nuevo grupo dirigente en Buenos Aires, decidió confiar en él, pese a ser porteño, la representación de su ciudad. Así fue que San Luis, quien siempre había dispensado un trato correcto, en su desgracia, a Agustín Donado, lo eligió para integrar el flamante cuerpo legislativo patrio.

Donado se encarga de confeccionar el sello de la Asamblea

La Asamblea comenzó a sesionar el 31 de Enero de 1813, con la presencia de diecisiete diputados. Al poco tiempo, Donado, a la sazón, experto en dibujo y artes gráficas, tomó a su cargo la confección de un nuevo sello para la Asamblea, a fin de que dejaran de utilizarse las armas del Rey, para autenticar los documentos públicos emanados de ese cuerpo.

No se sabe muy bien qué pasó después. No sabemos si fue el propio Donado el autor el diseño del escudo que conocemos hoy, ya que era dibujante; o bien si lo fueron los artistas peruanos Isidro Antonio de Castro, o Juan de Dios Rivera, como sostienen otros autores.

Lo que sí se sabe es que este último confeccionó el cuño definitivo del sello, que devendría en nuestro Escudo Nacional, elaborado de plata y bronce.

En efecto, en las pocas actas de sesiones de la Asamblea del Año XIII que se han conservado hasta hoy, en ninguna consta la autoría específica del Escudo Nacional. Es decir, sabemos si en alguna sesión se debatió quién fue el inspirador, autor o dibujante originario del Escudo; o si éste se inspiró en alguna otra fuente, o bien, cuál es el sentido de cada elemento que lo constituye. Esa información tampoco se ha volcado en el periódico "El Redactor de la Asamblea", que daba cuenta de las principales decisiones y debates generados en su seno. Juan de Dios Rivera confecciona el cuño del primer escudo

Ahora bien, ¿cómo sabemos, entonces, que el peruano Juan de Dios Rivera fue el autor material del sello que utilizó la Asamblea?. En el Archivo General de la Nación se ha encontrado un reclamo elevado por este artista al Gobierno, solicitando el pago de dos sellos por él confeccionados (uno para la Asamblea y otro para el Poder Ejecutivo del Estado); que le habían sido encomendados por el diputado por San Luis, D. Agustín Donado.

Por este documento sabemos, entonces, que Donado le encomendó a Rivera la confección de los dos sellos; y que aquél habría actuado por instrucciones de la Asamblea; quien después utilizó el sello ampliamente, sin observaciones. Sin embargo, no podemos asegurar (porque Rivera no lo expresa), que éste fuera, además, el autor intelectual del escudo

¿Isidro Antonio de Castro diseñó nuestro escudo?

La versión que sostiene que el autor intelectual del sello de la Asamblea fue el artista, también peruano, Isidro Antonio de Castro, se fundamenta en los siguientes hechos. La Asamblea comenzó a sesionar el 31 de Enero de 1813; y el primer registro del sello de ese cuerpo data del 22 de Febrero de ese año.

Tan estrecho margen temporal y la ausencia de actas de donde surja el debate, la encomienda y la aprobación del sello hace pensar a algunos autores que, en realidad, la iniciativa sobre el diseño de un nuevo sello fue originariamente encargada, un año antes, por el Primer Triunvirato (más específicamente, por el triunviro Bernardino Rivadavia) a Isidro Antonio de Castro, residente, en ese entonces, en Chile.

Hay evidencias de que Castro remitió, en Agosto de 1812, a Rivadavia, dos diseños o proyectos de sello para el Poder Ejecutivo; es decir, para el Primer Triunvirato. Estos bocetos se guardaron, y su implementación nunca se efectivizó. Al poco tiempo, cayó el este Triunvirato. Algunos creen que Donado, con llegada al nuevo Gobierno (el Segundo Triunvirato), tuvo acceso a los dibujos de Isidro Antonio de Castro; que eligió uno de ellos, y se lo pasó a Juan de Dios Rivera, para que éste, en base al mismo, elaborara el cuño del sello, que efectivamente utilizó, tiempo después, la propia Asamblea.

Sin embargo, esta hipótesis se basa totalmente en conjeturas, ya que no tenemos ninguna precisión; y lo que es más importante: ninguno de los bocetos de Castro se han conservado, como para que supiéramos qué aspecto tenían.

Entonces, lo único que podemos asegurar es que, indudablemente, el autor del dibujo o proyecto del futuro Escudo Nacional era un artista con fuerte influencia peruana; como lo denota el sol marcadamente incaico que corona el sello y el gorro frigio, que remata en una borla, característica de los pueblos que habitan el altiplano; y que no se observa en los gorros frigios originarios o los que vemos en las obras de arte emanadas de artistas europeos.

Ello nos hace descartar al propio Donado, porteño de nacimiento, que nunca estuvo en el Perú, como diseñador del Escudo, y nos hace sospechar, principalmente, de Juan de Dios Rivera, por distintas razones.

¿Quién era Juan de Dios Rivera?

Juan de Dios Rivera Túpac Amaru había nacido en la ciudad imperial de Cusco, en el Virreinato del Perú, alrededor del año 1760. Era hijo del español Alonso de Rivera y de la ñusta Juana de la Concha Túpac Amaru.

En los antiguos Incas, las "ñustas" eran las princesas del Imperio Incaico. Su nombre originario en quechua era Quipte Tito Ahpauti Concha Tupac Huáscar Inca. Esta posición convertía a Juan de Dios Rivera en primo de Túpac Amaru II, el último de los Incas, protagonista de la más importante sublevación aborigen independentista en la América Hispana durante el Siglo XVIII.

Desde joven tuvo inclinación hacia la platería, especializándose en trabajos con metales y grabados.
A los veinte años, allá por 1780, lo vemos radicado en Potosí, donde seguramente habrá llegado atraído por los metales que eran extraídos del famoso cerro de esa Villa Imperial. El fracaso de la sublevación de su primo, en el Perú, en el año 1781, junto con la brutal ejecución de Túpac Amaru II, a manos de los españoles, lo obligó a huir de una zona tan cercana a los hechos y buscar refugio más seguro en Córdoba. Tiempo después, en busca de mejores horizontes, se terminó radicando en Buenos Aires, ciudad donde moriría en 1843, orillando los ochenta y tres años y que sería testigo de sus obras más célebres.
Por Juan Pablo Bustos Thames en http://www.elsigloweb.com/nota/113699/bicentenario-del-escudo-nacional-ii-parte.html

lunes, 1 de abril de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional (Iª Parte)

El 12 de Marzo pasado conmemoramos el Bicentenario del Escudo Nacional. Es el tercer símbolo patrio creado en nuestro país (después de la Escarapela y la Bandera, que fueron los primeros); y el penúltimo, antes del Himno Nacional.

 Sin embargo, el escudo no nació como tal, sino simplemente como un sello para rubricar los documentos emanados de los Gobiernos Patrios.


La Soberana Asamblea Constituyente del Año XIII

El 31 de Enero de 1813 empezó a sesionar la "Soberana Asamblea Constituyente" del Año XIII, con la presencia de diecisiete diputados, considerados suficientes, como para poder constituirse válidamente. Eran éstos, los diputados por Buenos Aires: Vicente López y Planes, Hipólito Vieytes, José V. Gómez; por Corrientes: Carlos de Alvear; por Santiago del Estero: Mariano Perdriel; por Córdoba: Juan Larrea y Gervasio Posadas; por Catamarca: José Fermín Sarmiento; por Luján: Francisco Javier Argerich; por San Juan: Tomás Antonio Valle; por Tucumán: Juan Ramón Balcarce; por La Rioja: José Ugarteche; por Jujuy: Pedro Vidal; por Mendoza: Bernardo de Monteagudo; por San Luis: Agustín Donado; y por Salta: Pedro Agrelo y José Moldes.

Hasta ese entonces todos los documentos, correspondencia y comunicaciones emanados de los distintos Gobiernos Patrios, desde 1810 conservaban las armas del Rey de España, expresando una continuidad con el régimen colonial; las cuales se utilizaban para sellar los principales actos administrativos emitidos por el Gobierno.

La difusión de la Escarapela y la Bandera para 1813

Ya para 1813 los sentimientos de Independencia en las Provincias Unidas del Río de la Plata se habían profundizado aún más. Se popularizaron los otros dos símbolos patrios preexistentes: la Escarapela y la Bandera, que se utilizaban como signos de una independencia que, todos auguraban, sería pronta, necesaria e inevitable. Los colores celeste y blanco se habían transformado en el emblema de la nueva Nación que pugnaba por emerger entre las demás del Globo.

La Bandera celeste y blanca, mientras gobernaba el Primer Triunvirato, había sido proscripta, para evitar que el enemigo, hasta entonces victorioso en todos los frentes, lo tomara como síntoma indiscutido de Independencia, y por ende, de traición hacia la Madre Patria, con las consecuentes represalias contra los insurgentes, ante una muy probable perspectiva de que la Revolución fuera sofocada, como había ocurrido en los demás virreinatos españoles.

Sin embargo, después de la Batalla de Tucumán, y ante la retirada de la amenaza portuguesa de la Banda Oriental; ya caído el Primer Triunvirato, los revolucionarios pudieron respirar aliviados. Ya no había tanto motivo para temer las eventuales represalias realistas. El peligro inminente había sido disipado y ahora llegaba el momento de emprender un pronto contragolpe contra las armas del Rey.

Estábamos en las vísperas del Combate de San Lorenzo y de la Batalla de Salta, dos jornadas gloriosas, que alejaron aún más el frente de combate de Buenos Aires.

 Alentados por la tolerancia del Segundo Triunvirato, los patriotas, embargados con un entendible espíritu de victoria, popularizaron por todo el país la bandera argentina que conocemos hoy, concebida en Buenos Aires, durante Mayo de 1812. Los refuerzos que se enviaron el Ejército del Norte, que se aprontaba a iniciar su ofensiva sobre Salta, llegaron con la bandera de tres franjas horizontales: celeste-blanca-celeste. Los edificios en Buenos Aires se comenzaron a adornar con la nueva enseña; que también se difundía al resto de las provincias.

La Asamblea encarga un nuevo sello

En este contexto fue que comenzó a sesionar la Soberana Asamblea Constituyente del Año XIII. Ya no era políticamente correcto continuar luciendo o utilizando el escudo de armas de la Monarquía Española, ya que todos esperaban que, en cualquier momento, se declarara la Independencia de la Metrópoli.

Consecuente con ello, una de las primeras medidas de la Asamblea fue encomendar a uno de sus miembros, el Diputado por la Provincia de San Luis, Agustín José Donado, la confección de un sello nuevo, con el cual se legalizaran los documentos emitidos por el cuerpo legislativo; en clara diferencia con el sello real, usado hasta entonces.

¿Quién era Agustín José Donado?

Ahora bien, ¿quién era Agustín José Donado y por qué se lo eligió a él para que se encargara del sello?.

Agustín José Donado Bohorques había nacido en Buenos Aires, durante el año 1767. Para 1799, a la edad de treinta y dos años, lo encontramos como uno de los sesenta y dos alumnos de la Academia de Dibujo, que había establecido el Real Consulado de Buenos Aires, por iniciativa de su Secretario Perpetuo, Manuel Belgrano.

 Desde entonces destacaría en las artes gráficas. Durante la primera década del Siglo XIX aparecería vinculado a las logias secretas independentistas. Así, algunos señalan a Donado como integrante de la "Sociedad de los Siete", junto a Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Manuel Alberti, Juan José Paso, Hipólito Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña.

 A fines de 1809 se le adjudicó la concesión para explotar la única imprenta de Buenos Aires, que operaban los "Niños Expósitos", es decir los menores huérfanos, al cuidado del Estado. Se trataba de la imprenta que habían traído los padres jesuitas. Expulsados éstos de los dominios españoles, décadas atrás, la imprenta había quedado en manos del Gobierno; quien puso a los menores sin padres, cuya guarda tenía, para que la operaran. Cada tantos años se licitaba su explotación, y se la adjudicaba al mejor postor. El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, apremiado por fondos, sacó a licitación la concesión de la imprenta y Donado resultó adjudicatario, por haber efectuado la mejor propuesta. Algunos creen que, para ganar la licitación, contó con el aporte económico de otros patriotas, confabulados para copar el uso de la única imprenta de la ciudad; creyéndola, y no sin razón, un arma fundamental en los sucesos que vendrían.

Donado y la Revolución

 Los sucesos de Mayo de 1810 volverían a colocar a Donado en el centro de la escena. Se involucró más en el movimiento revolucionario, y se lo vió en las reuniones previas, en la casa de Nicolás Rodríguez Peña, o en la jabonería de Hipólito Vieytes, muy amigos suyos. Su imprenta confeccionó las invitaciones a la "parte más sana del vecindario" para el Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810.

Se cree que Donado manipuló la impresión y distribución de las invitaciones. Cuentan que dejó afuera a reconocidos y encumbrados vecinos realistas; e incluyó en sus invitaciones a revolucionarios que no debieron haber participado en el Cabildo Abierto. Dicen que se imprimieron invitaciones sin identificar, y que se las distribuyeron, a discreción, el mismo día de la asamblea.

Presente en las deliberaciones del Cabildo Abierto, Donado votó a favor de la propuesta de Manuel Belgrano; quien había seguido la de Cornelio Saavedra, junto con todos los demás revolucionarios, obteniendo el cese del mando del Virrey Cisneros. Llama la atención que, en vez de votar directamente la moción originaria de Saavedra, Donado eligiera la de su amigo Belgrano, que referenciaba a aquélla.

 Durante la Primera Junta, Donado continuó explotando la imprenta. Allí se editó el órgano oficial del Gobierno, la Gazeta de Buenos Aires. Se enroló en las filas del morenismo junto con todos sus amigos (Rodríguez Peña, Vieytes, Castelli, Belgrano y el padre Alberti); enfrentándose, en forma definitiva, a Cornelio Saavedra. A principios de 1811 constituyó, con sus amigos morenistas, la "Sociedad Patriótica y Literaria", la primera asociación política de nuestro país. Poco tiempo antes, impuesto por los vocales morenistas de la Primera Junta, había sido designado como "Alcalde del Distrito XIV"; que era como un referente barrial. Desde esta posición, logró tejer una red importante de alcaldes, punteros y líderes territoriales urbanos, para disputarle al saavedrismo el terreno donde éste era más fuerte.

La Asonada del 5 y 6 de Abril de 1811

 La Sociedad Patriótica se reunía en el Café de Marco, enfrente de la Iglesia de San Ignacio; en la intersección de las actuales calles Bolívar y Alsina, en Buenos Aires. Entretanto, en la Junta Grande, el morenismo había quedado arrinconado por la mayoría saavedrista-provinciana; que propició la Asonada del 5 y 6 de Abril de 1811. La misma barrió con los vocales morenistas que habían quedado en la Junta. Se ordenó, además, apresar y deportar a los miembros más destacados de la Sociedad Patriótica. Narra el Deán Gregorio Funes que estaba por irse a la cama la noche del 5 de Abril, cuando lo vino a ver, visiblemente preocupado, Donado, uno "de los principales de la Sociedad Patriótica", alertándolo sobre un inusitado movimiento de gente de las afueras que se dirigían, en forma amenazante hacia la plaza. Resultado de esa asonada, Donado fue apresado, multado con dos mil pesos y remitido a Luján. Al mes siguiente fue deportado a San Luis, y se le asignó una pensión mensual de sólo dieciséis pesos, para que subsista en su prisión domiciliaria en dicha ciudad.

El saavedrismo, triunfante, se deshizo, de un plumazo, de un claro opositor, que manejaba la imprenta de la ciudad, la llave de toda la opinión pública de la Revolución.

 
por Juan Pablo Bustos Thames en http://www.elsigloweb.com/nota/113198/bicentenario-del-escudo-nacional-i-parte.HTML