domingo, 21 de abril de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional (IIIª Parte)

Casi inmediatamente después del fracaso de la sublevación indigenista de Túpac Amaru II en contra del régimen colonial español, en 1781, su primo Juan de Dios Rivera Túpac Amaru, que estaba radicado en Potosí, donde trabajaba como artista en platería, grabado y orfebrería, se trasladó hacia la ciudad de Córdoba. Muchos creen que fue para ponerse a resguardo de la furia revanchista de las fuerzas reales, que había reimpuesto el orden, en el Perú, a sangre y fuego.
No sabemos bien cuánto tiempo estuvo, precisamente en Córdoba; lo que sí sabemos es que no se quedó mucho tiempo en la "Docta"; tal vez en procura de mejores horizontes y clientes para su trabajo artístico, emigró, primero a Luján; y posteriormente, a Buenos Aires; donde finalmente se radicó y permanecería allí hasta su muerte, en 1843, durante el apogeo de la dictadura rosista. Ya en Buenos Aires, se casó con la porteña Mercedes Rondeau Macedo. Así se relacionó con una prestigiosa familia de la sociedad capitalina de entonces. Es más, fruto de su progreso social, el hijo de ambos, Pedro Mariano Miguel Rivera Rondeau, llegaría a ser un reconocido cirujano de la época, que se casó, luego, con una de las hermanas del propio Juan Manuel de Rosas, doña Dominga Mercedes Concepción Ortiz de Rozas López de Osornio; y sería, además, el médico de cabecera de su famoso cuñado, el dictador porteño.

En Buenos Aires, Juan de Dios Rivera se ganó un gran renombre en su oficio; y de este período se le conocen las obras más destacadas de su labor, como artista: platero y grabador. Se lo conocía por su apodo de el "Inca"; que no tenía, para él nada de peyorativo, sino que lo debió haber recibido y utilizado con agrado y orgullo, atento a que pertenecía a la familia real incásica; y se encontraba perfectamente consustanciado con la cultura, la imagenología y la cosmovisión incaica; que utilizó, posteriormente, en sus obras. Por esa época, se relacionó también con los distintos concesionarios de la Imprenta de los Niños Expósitos, brindándoles sus servicios de grabador. Muchos de sus grabados ilustraban los trabajos salidos de esa imprenta.

Cuando hubo que confeccionar el sello del Real Consulado de Buenos Aires, donde Manuel Belgrano se desempeñaba como Secretario Perpetuo, se acudió a Juan de Dios Rivera para elaborarlo; tarea que el Inca cumplió eficazmente. Este es el antecedente más importante, relacionado con la encomienda que posteriormente Agustín Donado le haría, por parte de la Soberana Asamblea del Año XIII. Juan de Dios Rivera tenía, entonces, experiencia en el diseño y la confección de sellos oficiales.
En 1808 Rivera recibió un encargo, por parte del Ayuntamiento de la Villa de Oruro, presidido por su Alcalde Ordinario, de confeccionar una plancha de cobre alusiva, para obsequiar al Cabildo de la ciudad de Buenos Aires en conmemoración del reciente triunfo porteño sobre los invasores ingleses, un año antes.

Es además obra de Rivera el único retrato fiel del rostro de Mariano Moreno que el artista inmortalizó en esa época; y por el cual sabemos qué aspecto físico tenía el prócer.

En consecuencia, Rivera era ya un conocido de Donado. Este había acudido en varias oportunidades a los servicios del peruano para ilustrar trabajos que salían de su imprenta. Por ello, más su antecedente y experiencia en la confección de sellos públicos, habrán hecho al cuzqueño en un referente obligado a la hora de elaborar otro sello para el flamante cuerpo legislativo, que integraba el imprentero. Donado, como dibujante, sabía de las cualidades artísticas y técnicas de Rivera; y precisando de un sello, para poder ser utilizado, cuanto antes, por la Asamblea, resolvió encargárselo.

Con posterioridad, la Asamblea, conforme con el trabajo del orfebre peruano, encomendó también a Juan de Dios Rivera la elaboración de la cuña utilizada para emitir las primeras monedas patrias, en Potosí, ese mismo año de 1813. Nos referimos a las famosas "onzas patrióticas", de oro y de plata. El propio escudo, con ligeras modificaciones (sin el sol naciente), se incluyó en una de las caras de las monedas. En la otra, el sol que se había quitado del escudo, de la primera cara, debía lucir pleno; es decir con sus treinta y dos rayos.

El "Inca" también fue autor de la tarja (escudo de gran tamaño) de oro y plata que se colocó en la fachada del Cabildo de Buenos Aires. Por este trabajo, Rivera percibió la suma de dos onzas de oro (dos de las monedas patrias de oro, curiosamente acuñadas con su misma obra); según se desprende de un documento del 14 de Diciembre de 1813.

El Diseño del Escudo

Sabemos que las sesiones de la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII arrancaron el 31 de Enero de 1813; y que 22 días después ya estaba siendo utilizado el flamante sello del cuerpo en los primeros documentos oficiales emitidos. No existen actas donde conste que se hubiera resuelto su encargo; lo cual no descarta que, esas actas se hubieran extraviado, o que la encomienda al diputado Donado, para su confección, hubiera surgido, tal vez, de conversaciones informales entre los asambleístas, que no se llevaron a las actas.

Movido con esa premura de contar, en forma urgente, con ese sello, es que el imprentero de la Asamblea acudió a su ilustrador de confianza, el hábil y eficiente "Inca" Rivera. Recordemos que éste tenía experiencia en la confección de sellos oficiales.

No consta en ningún documento que la Asamblea le hubiera dado algún tipo de directivas a Donado o a Rivera para ajustar a ellas su labor. Ergo, ambos habrán tenido, seguramente, un amplísimo margen de discrecionalidad artística para poder encarar su encomienda; sin limitaciones de ningún tipo, en función de la confianza que su pericia en la materia inspiraba a los demás diputados.

Entonces, ante este apremio, en que debía contarse con un sello en pocos días, para lo cual el artista tenía una gran libertad; ¿cómo hizo Rivera para cumplir con su encomienda? Sencillamente, le habrá resultado más simple y fácil tomar como modelo un emblema que ya existía, pero que no fuera difundido en esta tierra; efectuarle luego algunos retoques o agregados de su cosecha; y si gustaba a sus clientes, se elaboraba, entonces, en base a tal diseño, el cuño del sello respectivo.

El emblema francés que copió Rivera

En efecto, el diseño del Escudo Argentino no fue un trabajo inédito, emanado totalmente de la creatividad del artista; sino que, muy por el contrario, para no perder el tiempo, Rivera basó su diseño en un "logo" que ya existía, que había sido creado en la lejana Francia, veinte años atrás, y que, de alguna manera, había llegado (no sabemos cómo) a sus manos; puesto que él mismo mantuvo el secreto sobre este hecho, durante toda su vida.

Durante el año 2006 el Dr. Carlos Ortiz de Rozas, ex embajador argentino en Francia publicó en el periódico La Nación un interesante artículo, donde nos comenta que, durante su gestión en París, en vísperas de conmemorarse el Bicentenario de la Revolución Francesa, un curioso francés le hizo llegar una carta donde le preguntaba "cuándo y por qué motivo la República Argentina había adoptado oficialmente como escudo nacional el emblema del que se valían como laissez-passer los miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793".

En efecto, durante el período que conocemos como la Revolución Francesa (desde 1789 a 1799); entre los años 1791 a 1793, sesionó en París un cuerpo deliberativo que se conoció, en la historia, como la "Asamblea Legislativa". Francia en ese breve lapso, de acuerdo a su primera Constitución, aprobada el 3 de Setiembre de 1791, se había transformado en una Monarquía Constitucional. Es decir, el Rey Luis XVI, permanecía con sus poderes recortados por los revolucionarios; manteniendo únicamente las facultades de veto sobre las leyes emanadas de la Asamblea y la potestad de designar sus ministros.

Esta Asamblea Legislativa estaba integrada por 745 diputados; divididos del siguiente modo: 264 legisladores que se sentaban a la derecha del cuerpo, e integraban los partidos o "clubes": girondino y feuillant, que eran revolucionarios moderados; muchos de ellos republicanos, otros monárquicos, y representaban a la "gran burguesía"; 345 diputados independientes, que se sentaban en el centro del recinto; éstos no tenían un programa claro o definido, y se inclinaban hacia una u otra tendencia de la Asamblea; y por último, 136 diputados que se sentaban a la izquierda de la Cámara, y eran los representantes de los clubes de los jacobinos o de los cordeleros; que sostenían las tendencias revolucionarias más extremas, y abogaban por suprimir la monarquía, y ejecutar al monarca. Los jacobinos representaban a la "pequeña burguesía" y los cordeleros, al "pueblo llano" de París; es decir, a los estamentos sociales más bajos y numerosos de la Capital. Este órgano legislativo originó, de este modo, la actual y clásica separación de los partidos políticos, que ha llegado hasta nosotros; en las tendencias de: derecha (más conservador); centro (moderado) e izquierda (reformador).

Como vemos; esta Asamblea Legislativa estaba integrada por varias centenas de legisladores, y pululaban en los mismos grupos heterogéneos y hasta antagónicos entre sí.

Ese cuerpo legislativo francés, que fue la cuna de los movimientos políticos de derecha, centro y de izquierda, que han perdurado hasta el día de hoy, sería también la incubadora de lo que, veinte años después, se transformaría en nuestro Escudo Nacional.
Por Juan Pablo Bustos Thames en http://www.elsigloweb.com/nota/114714/bicentenario-del-escudo-nacional-iii-parte.html

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