Sin embargo, al igual que otras corrientes de pensamiento, el liberalismo tiene varias expresiones que van de la derecha a la centroizquierda: desde la más utópica como el libertarianismo y anarco-capitalismo norteamericano, el laissez faire del siglo XIX, el neoliberalismo de la economía social de mercado posterior a la Segunda Guerra Mundial, el liberalismo conservador, el democrático y el progresista. Y si bien Vargas Llosa llegó a Buenos Aires a participar de la inauguración de la Feria Internacional del Libro, él también será esta semana uno de los expositores en la reunión anual de la Sociedad Mont Pelerin (SMP).
Esta última, fundada en una localidad suiza en la posguerra por los principales referentes de la Escuela Austríaca de Economía, como Ludwig von Mises y Friedrich August von Hayek, reúne a intelectuales, académicos y activistas del liberalismo clásico.
Entre los miembros de la SMP, cuya coincidencia total es la defensa del Estado mínimo, también podrán encontrarse diferencias, como en materia de libertades civiles y política exterior entre los sectores conservadores y los libertarios, como el Instituto Cato.
Este último es el think tank de libre mercado más influyente de los Estados Unidos, cuyas posturas incluyen las críticas al intervencionismo militar en el extranjero, la propuesta de abolir el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y hasta su rechazo al embargo norteamericano a Cuba, que es citado por la dictadura castrista en sus fundamentos ante la votación sobre el tema en la Asamblea Anual de la ONU.
Está claro que el último Premio Nobel de Literatura no está enrolado en las corrientes liberales de pensamiento que convoca a los participantes de las reuniones de la MPS, lo cual surge de sus artículos y conferencias. Vargas Llosa defiende el principio de subsidiariedad del Estado, incluyendo el acceso a la educación y la salud públicas, por lo cual su hijo Álvaro lo califica de socialdemócrata y que además admira al Nobel de Economía Amartya Sen, para quien las libertades democráticas también forman parte del desarrollo.
En realidad, el escritor y político peruano es un liberal democrático-progresista, ya que prioriza la defensa de las libertades civiles y políticas, la vigencia irrestricta del Estado de derecho, condena todo tipo de dictaduras y destaca las gestiones exitosas de gobernantes de la izquierda democrática pro-mercado en Latinoamérica. Por eso, no llama la atención que apoye a Ollanta Humala frente a Keiko Fujimori en la segunda vuelta presidencial en su país, coincidiendo con el diagnóstico de analistas que conocen muy bien la realidad peruana y que afirman que el líder nacionalista no seguirá finalmente el camino bolivariano de Hugo Chávez.
Precisamente, su apoyo a Humala ha llevado a que algunos intolerantes de la derecha le expresen que mejor se dedique a la novela y que no opine sobre política, lo cual está en línea con la visión antiliberal de considerar como "idiota" a los que piensan diferente.
En realidad, la influencia política de Vargas Llosa sería mayor en América Latina si en lugar de compartir casi en exclusividad paneles con referentes ciertamente de derecha como el español José María Aznar, el colombiano Álvaro Uribe y el boliviano Jorge Quiroga se lo viera más en encuentros públicos con el chileno Ricardo Lagos, el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el español Felipe González, tan liberal-progresistas como él.
Lo importante es que Vargas Llosa es fiel a sus convicciones y no adapta el discurso al público que lo invita. Por ejemplo, en su participación en el vigésimo aniversario del influyente Instituto Libertad y Desarrollo, realizado a mediados de diciembre del 2010 en Santiago de Chile, no dudó en referirse como "dictadura" al régimen autoritario de Augusto Pinochet, aunque varios de sus anfitriones hayan sido sus ex funcionarios y simpatizantes. En definitiva, si hay una persona a la cual no le cabe el dicho "dime con quién andas y te diré quién eres" es al Nobel de Literatura 2010, quien finalmente inaugurará la Feria del Libro, pese a que se opongan por mal informados algunos iluminados de entrecasa.
por Gabriel Constancio Salvia. Director general del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal).
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