En la marcha hacia esa redención muchos conceptos tendrán que modificarse. La propiedad, entre otros. No cambiara el vaso, pero si el contenido. Indispensable para el progreso común y para el cabal desarrollo del individuo, que sin ese sentido caería en la inacción, a menos que lo hiciera trabajar el látigo, la propiedad será eterna, pero irá sufriendo modificaciones que la adapten a las necesidades del mundo. El ideal seria la supresión del mío y el tuyo, sin que por ello se entorpeciera el desarrollo de los pueblos ni el funcionamiento de la máquina económica. Impuesto, será la infamia del despojo, la violación de un derecho sacrosanto, ganado con el sudor y con la mente. Consentido, seria el síntoma de una humanidad superior, de alma radiante, descendida de uno de los más altos pianos astrales de que hablan los espiritistas. ',LIegaremos a ella? Quizá. Como podemos llegar a tener alas tambien, o a transportarnos de un sitio a otro sin otro esfuerzo que el pensamiento. Pero mientras la hora llega, no es del todo inconveniente que el Estado garantice a los ciudadanos el derecho de propiedad, en ejercicio de una de sus funciones primordiales.
Mientras la humanidad no mejore existirán cortapisas. Doy otro ejemplo: el amor. Día llegara en que se acepte la moral de la unidn libre. Lo que constituye la santidad del matrimonio, y debe tracer indisoluble el vínculo, no es la epístola de San Pablo ni la bendición del sacerdote sino la unión del afecto. Sin amor, ha podido pasarse por el juzgado, por la notaria y por la iglesia, sin que el matrimonio dejara de ser otra cosa que un concubinato legalizado, más inmoral que el concubinato puro y simple, porque a este ha podido santificarlo un sentimiento superior al deseo. Lo esencial es la atracción, el juramento íntimo que se hicieron dos seres para acompañarse en la vida, para formar un hogar, para sentir en el espectáculo de los hijos el goce supremo de la creación, la sensación de plenitud que se apodera de cuantos saben que Dios habla en el corazón y en el mismo corazón castiga o recompense. Lo demas fue solo fórmula, acatamiento de los usos sociales, venia a la tradición, sin otra importancia pare el filósofo que la que tiene el vestido blanco de la desposada o la alegre reunión que se acostumbra después de la ceremonia. El sacramento esta en el sentimiento. Los matrimonios sin amor son yenta, son prostituciones, son desgracias, son crimenes. Dios no los bendice aunque los hayan bendecido el alma, el rabino, el juez, el pastor o el sacerdote. La sociedad, con todo, se page de lo externo. Y asi continuara haste cuando la naturaleza humana haya evolucionado hacia mejores concepciones éticas.
Puede aceptarse también que es hombre más libre, más moral, más obediente al destino para el que fue creado, aquel que se siente cindadano del orbe y considera una aberración las fronteras. Pero en el estado actual de mundo, desgraciado aquel cuya nación profesó el principio del amor igual pare todas las naciones, que destinada está a ser absorbida, y en el estado actual del alma, desgraciado del que no sienta la emocidn de la bandera! Tan arraigados nos sentimos al lugar donde nacimos; tan completa fue la impregnación de sus paisajes, de su tradición, de sus instintos; tan profundamente se grabaron en la mente y en el corazón los ideales y hazañas de los muertos; fue tan perfecta la modelación de la sensibilidad; tan enaltecedores parecen los esfuerzos por el bien de cuantos nos rodean, y tan atractivas y luminosas se ven las realizaciones del porvenir, nebulosas que nos invitan a ayudarles en la condensación, que parece incomprensible el hombre que no sienta un sagrado temblor ante la patria.
La patria es adorable, es digna de todos los sacrificios y de todos los desvelos, del tesón por defenderla y por servirla, convertido en religión, hecho culto de cuanto la enaltece. Han buscado el monopolio del amor hacia ellos los misticos de la tradición, que hacen una extraña amalgama de las ideas politicas y de los sentimientos. En los últimos no cabe la exclusión ni aún de los mismos que aceptan la patria internacional, la patria universal, que es la de Cristo, porque algo superior al pensamiento propaga con rapidez, en terreno tan fácil, sus raices. Es acaso Jaurés, considerado como enemigo del ideal de patria, quien puso en la definición de la patria el acento más hondo, al hablar, en frase incomparable, en que citaba los motivos de adhesión a la sierra, de "la inmovilidad de los sepulcros y del vaivén de las cunas". Todo el ayer, en que domina el arrullo de la madre, todo el mañana, en que alumbra la promesa del hijo, estan en esa síntesis de los motivos caudalosos que, como "ríos de alboroto o de silencio", nos llevan al mar de la patria. "El patriotismo, decia un pensador, es todavia la mejor de las instituciones militares".
En todas las actividades, en todas las ideas, ha de influir la adhesión a la sierra. Tendrán que ser diferentes las doctrinas y los actos de quien la sienta con ardor y los de quien la sienta con frialdad. En la prensa, en la tribuna, en la cátedra, en el parlamento, en la oficina, en el negocio, serán distintos y a veces antagónicos el lenguaje o la actitud de cuantos se hallen en el uno o en el otro extremo. Es inconfundible el acento del que habla con un amor, con un dolor, con un temor, de patria. Pero una cosa es el sentimiento y otra la comprensión. Del propio modo que cualquiera es capaz de suspicacias, de calumnias, de insultos, de deseos, lubricos u homicidas, a que sin embargo no da expresión, por aseo mental, por cultura, fácil es de comprender cómo puede ser irresponsable el individuo que no siente la atracción de la patria, y más alla, sencillo es concebir cómo una humanidad superior podra extender el concepto de patria a todo el mundo, y hasta podrá abolir los tribunales, las carceles, los ejércitos y los gobiernos. No hay que ser feroces en el juzgamiento de los demás. Hay que oírlos. Hay que tratar de comprenderlos. Pero cómo es digno de compasión el que no siente el amor de la patria, porque ignore una de las emociones más hondas y más dulces de cuantas se pueden sentir en el planeta!
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